Decía con acierto Rafael Alberti que los museos con cuevas de ladrones y se refería, en concreto, a los afamados museos de las metrópolis que exhiben sin pudor muchas muestras culturales robadas a los pueblos que estuvieron bajo su colonización, los «civilizados» frente al salvajismo de los bárbaros. Muchas de esas obras aún siguen robadas, sin devolver a sus pueblos.

Así que vamos de museos, pero de museos de la calle al calor del Acto XVI de los «chalecos amarillos» de Francia. Dieciséis semanas de movilización que no decae pese a que aumenta sábado tras sábado el número de mutilados -otro sin cara, literalmente, por el impacto de una pelota de goma- de ojos y manos, pese a que aumenta el número de detenidos, pese al irritante zig-zag de los sindicatos, pese a que la pretendida izquierda ni está ni se la espera, pese a…

Las fotos son de Serge D’ignazio y me las envía mi amiga Danielle, gracias a quien os comencé a hablar de los «chalecos amarillos» en el mes de noviembre del año pasado.

Sí, lo sé, todo el mundo está pendiente de Venezuela pero a mí me parece relevante volver a Francia porque se está entrando en el cuarto mes de movilizaciones y porque el nivel de represión que se está utilizando contra los «chalecos amarillos» está siendo ocultado en la muy «democrática» Europa. Sí, esa que se permite el lujo de acusar al gobierno legal de Maduro. Mirad el uso «proporcional» que se hace de la «munición no letal» en dos meses, más que en todos los años precedentes juntos, y eso sin contar con los 8.400 detenidos en este tiempo. Y si tenéis un poco de dignidad, contad los detenidos que ha habido en estos casi cuatro meses en Venezuela y luego comparad niveles de «democracia».

Pero ya se sabe, la dictadura está en Venezuela y el gobierno de Maduro es rechazado por todo el pueblo. Vamos, nada que ver con Macron en Francia, como se ve.

Macron dice que los «chalecos amarillos» son «cuarenta o cincuenta mil violentos que quieren destruir las instituciones». Pero el títere venezolano, que pide de forma abierta la guerra contra su país, es reconocido como un demócrata ejemplar y no sólo por Francia. Y es que no me cansaré de repetirlo: no hay nada como los valores democráticos occidentales.

Y dos añadidos más: el nivel de violencia policial y la represión, por una parte, y tal vez haya sido casual pero tal vez indique lo que está defendiendo la muy democrática y ejemplar policía, por otra.

No me digáis que no es buena.

El Lince

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