La mujer cubana ha sido protagonista de cada desafío y victoria. Foto: José Manuel Correa

Carolina Aguilar Ayerra.— «¡Federadas!  ¡Mujeres de esta tierra digna e invencible! (…) Con la satisfacción de los contundentes logros alcanzados en la batalla por el ejercicio pleno de la igualdad de la mujer y con la decisión de continuar adelante hacia nuevas conquistas, convocamos hoy al VIII Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas».

Así escribió la siempre presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) Vilma Espín Guillois, en marzo de 2004. Con esas palabras expresaba su justo análisis sobre los manifiestos resultados de una concepción revolucionaria que, desde sus inicios y con una indiscutible voluntad, supo articular los saberes acumulados en el campo de los sentimientos con las ideas de la ciencia. A ello se suma el desarrollo de oportunas y coherentes políticas públicas impulsadas por su artífice principal: el visionario y humanista Fidel, nuestro Comandante en Jefe.

Esa profunda convicción del líder de la Revolución Cubana de promover un proceso necesario, reivindicativo, fundamental para la construcción de un mundo mejor, que propiciara la conquista de toda la justicia y los derechos de las cubanas, marcaron el principio del fin de la desigualdad, la discriminación y la milenaria condición de inferioridad, que identificó a esa mitad de la población: las mujeres, muchas de ellas también madres, quienes comenzaron a entender y a sumarse a un proceso liberador y de empoderamiento.

Fue Vilma la más tenaz, fiel y creativa intérprete de la ideas y aspiraciones de Fidel, quien escribió aquel texto de convocatoria que a la luz de las realidades que hoy asume y enfrenta la mujer cubana parece concebido para este momento en que las federadas realizan su X Congreso: un ejemplo de continuidad y de ejercicio permanente de democracia e inclusión.

Es esa importante cita un homenaje de las federadas cubanas al aniversario 60 de su Revolución, quienes igualmente honran la sabiduría de Vilma y su obra extraordinaria, que continúa recreando la memoria histórica de una nación que tiene en las mujeres voces autóctonas y un ejército de constructoras, vencedoras de trabas, entusiastas para afrontar dificultades y cada día más preparadas y conscientes. Vigente resulta aquella hermosa valoración de nuestra querida Vilma en favor de las mujeres: sigue siendo este un tiempo en que «el genio florece y el ingenio se multiplica».

Las cubanas también conmemoramos con legítimo orgullo los 150 años de la Asamblea Constituyente de Guáimaro. Fue en abril de 1869 cuando quedó inscripta, para siempre, en la historia de la nación la condición de valientes patriotas, inteligentes y luchadoras, en todos los momentos culminantes de nuestro proceso revolucionario.

Allí, en ese histórico lugar, en esa importante reunión para redactar y aprobar la Constitución de la Patria Cubana independiente y soberana, descolló la posición de vanguardia de la heroína Ana Betancourt, actitud valorada por el Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes como expresión de las ideas avanzadas de una mambisa que se adelantó a su tiempo. Y es que con meridiana claridad vibró su voz en aquel premonitorio planteamiento constitucional:

«Ciudadanos: la mujer cubana en el rincón oscuro y  tranquilo del hogar, espera paciente y resignada esta hora sublime en que una revolución justa rompe su yugo y le desata las alas. Aquí todo era esclavo: la cuna, el color y el sexo. Vosotros queréis destruir la esclavitud de la cuna peleando hasta morir. Habéis destruido la esclavitud del color emancipando al siervo. ¡Llegó el momento de libertar a la mujer!».

Recordar aquel heroico acontecimiento es una merecida reverencia a los orígenes de la ascendente trayectoria revolucionaria de las cubanas. Y en estos días de debates, de cambios y de búsqueda de soluciones, resulta válido destacar como una concluyente realidad de la Revolución Socialista,  la activa y consciente participación de las mujeres, la cultura política y el nivel técnico, profesional y científico que hoy las identifican. Esa es una incuestionable verdad, que a pesar de adversidades y prejuicios, fue prevista e impulsada por Fidel, ferviente martiano, y conquistada en cada etapa.

Esta predicción de Fidel es muestra palpable de su capacidad visionaria y de su fe en la mujer cubana, reafirmada en la V Plenaria Nacional de la FMC, en la ciudad de Santa Clara, el 9 de diciembre de 1966, con su definición y aporte concreto a la teoría y la práctica: «Cuando nosotros llegamos esta noche aquí, le dije a un compañero que este fenómeno de las mujeres en la Revolución era una revolución dentro de otra revolución. Y si a nosotros nos preguntaran qué es lo más revolucionario que está haciendo la Revolución, responderíamos que lo más revolucionario es precisamente esto, la revolución que está teniendo lugar en las mujeres de nuestro país».

Ese pensamiento y su acción resultan realidades que calaron muy profundo en las cubanas, prueba de ello son las inteligentes y enriquecedoras intervenciones de nuestras diputadas en las recientes sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular dedicadas al debate del Proyecto de Constitución y que el pueblo cubano aprobó con un Sí categórico en el referendo del 24 de febrero.

Impresionó la intervención de la diputada Mariela Castro Espín, directora del Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex), continuadora de las avanzadas ideas y prácticas humanistas de Vilma, su madre, inspiradora permanente de la FMC.

Igualmente conmovió aquel abrazo con su padre, el querido y admirado compañero Raúl, gesto de amor que nos trajo la presencia de Vilma, paradigma de firmeza, de entrega, de cubanía para cada federada, quien desde la «distancia» más cercana continúa persuadiendo a desafiar las nuevas batallas que tenemos por delante.

DEFENDEMOS LAS BANDERAS MÁS HERMOSAS

Sin lugar a duda, una de las circunstancias trascendentales en el devenir revolucionario aconteció en el V Congreso de la FMC, el 7 de marzo de 1990.

Precisamente, en su discurso de clausura, nuestro Comandante en Jefe informó al pueblo sobre la posibilidad de iniciar una etapa difícil, compleja, que debía afrontarse sin dilaciones.

Allí expresó: «Las ideas revolucionarias no van a morir jamás, pase lo que pase: no van a morir. Y debemos saber que esta lucha puede ser en el campo de la economía, puede ser resistiendo, resistiendo y resistiendo. En la guerra resistir es la victoria; pero también en la paz y en periodo especial en tiempo de paz, resistir es la victoria… Por eso las banderas de la unidad hay que levantarlas más que nunca… Defendemos las banderas más hermosas que se han enarbolado jamás sobre la Tierra, los sueños más elevados del ser humano…».

A las federadas Fidel nos recomendó defender la justicia conquistada y seguir trabajando para avanzar en la lucha por la igualdad.

En su Informe al V Congreso, nuestra Presidenta Vilma, con sus ideas y objetivos estratégicos siempre compartidos con Fidel, transmitió a las federadas orientaciones precisas para tales momentos: «Estamos conscientes de los difíciles momentos que vivimos y sentimos el profundo orgullo de defender nuestra ideología marxista leninista, de defender los principios del Socialismo…sin el Socialismo, la imagen de la mujer nunca hubiera sido dignificada y seguiría invisible a los ojos de la historia.

«Las mujeres cubanas, desde este Congreso, reiteramos a nuestro Comandante en Jefe que no estamos dispuestas a dar ni un paso atrás. Jamás seremos esclavas de una potencia extranjera o de un patrón capitalista. Hemos elegido a plena conciencia: Socialismo pase lo que pase».

Algunos años más tarde, el 8 de marzo de 1997, Día Internacional de la Mujer, Fidel envió una cálida carta de felicitación a las federadas. En ella afirma:

«…con la Revolución llegó para siempre la dignificación plena de la mujer… Por otra parte, sin la mujer la obra ingente de la revolución no habría sido posible… Ni las palabras ni los homenajes, pueden reflejar en su justa dimensión la grandeza de la mujer cubana, ganada a fuerza de su ejemplo incomparable.

«…Nadie como ella ha hecho los mayores sacrificios en el periodo especial que aún estamos viviendo, ni se ha empinado tanto hasta convertir en hazaña el esfuerzo cotidiano».

En la carta de felicitación que Vilma escribiera a Fidel para saludar su 70 cumpleaños, dijo:

«¡Qué privilegio para nosotras vivir en tu tiempo y compartir contigo los inmensos avatares de esta lucha por defender la justicia conquistada! (…).

¡Cuántos nobles y profundos sentimientos desearíamos transmitirte en esta fecha, pero el que más te debemos, el que deseamos hacerte llegar con todo nuestro amor, es la gratitud infinita de cada mujer cubana, que alcanzó el lugar social que tú reivindicaste para nosotras con tu visionario proyecto de futuro que es ya presente!».

Ese presente nos convoca.

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