El presidente de Francia, Emmanuel Macron, tiene una situación cada vez más tensa. La turbulencia y las protestas sociales, no disminuyen, sino que va en aumento.
Más problemas para Francia. Los sindicatos ahora se unen a los llamados “chalecos amarillos” incrementando aún más el descontento popular.
El Gobierno francés había prohibido a los “chalecos amarillos” protestar en las calles de varias ciudades por los disturbios de la semana pasada, pero ahora las cosas se complican al doble, porque no están solos, nada más y nada menos que cuentan con el apoyo de los sindicatos.
Los sindicatos de trabajo y de educación se han activado. Miles han marchado en París, la capital de Francia, y otros lugares para pedir justicia, mejores sueldos, precios más bajos y reformas en la educación y en las políticas ambientales. También han apoyado la huelga general lo que sea necesario, para ser escuchados.
Se cumplen cuatro meses de protestas. Movilizaciones que han dejado más de dos mil heridos y once muertos, lo que comenzó como una protesta contra la subida de precios de los combustibles y los impuestos, se convirtió en amplias manifestaciones contra otras políticas del Gobierno francés que llegaron a exigir la dimisión del presidente Emmanuel Macron.
El movimiento de los “chalecos amarillos” sigue representando un duro desafío al presidente, quien intenta, sin éxito, contener las movilizaciones.
