Un desahucio no consiste sólo en arrojar a una familia de su casa. A veces es una pena de muerte porque 39 personas se han suicidado en los últimos 7 años al ser desahuciados de sus viviendas.
La última en quitarse la vida por causas relacionadas con un desahucio es una mujer de 70 años del municipio de Bescanó (Girona). El pasado martes, la comitiva judicial acudió a la vivienda para desahuciar a su propietaria y la encontraron muerta. Con ella son ya, al menos, 39 las víctimas por suicidio relacionados con los desahucios desde 2012.
Hace cuatro meses, otra mujer de 65 años se tiró desde la ventana de su vivienda en Chamberí (Madrid) ante su inminente desahucio. Minutos antes había llegado al lugar la comisión judicial, acompañada por la policía municipal, para materializar el desalojo de la vivienda por impagos del alquiler. Las unidades de emergencia no pudieron reanimar a la víctima, que se encontraba en parada cardiorespiratoria.
El verano pasado, un hombre de 50 años también decidió acabar con su vida saltando al vacío cuando iba a ser desahuciado de su vivienda en Cornellá de Llobregat (Barcelona), que compartía con su pareja. El desalojo se acordó tras un juicio verbal por impago de alquiler. El piso formaba parte de la cartera de activos inmobiliarios dudosos Quasar, perteneciente al Banco Santander y al fondo buitre Blackstone.
El número de desahucios ejecutados el año pasado fue de 59.671, según el Consejo General del Poder Judicial. Del total, el 62,5 por ciento fueron por impago del alquiler, y otros 18.945 se derivaron de ejecuciones hipotecarias.
Cada día 163 familias son expulsadas de sus casas por el capital, los bancos, los fondos buitres, los especuladores y quienes les consienten sus crímenes.
Ya saben: la Constitución “garantiza” el derecho a una vivienda digna…
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