Las máquinas serán capaces de lograr lo que en un millón de años nosotros no hemos logrado: entender el mundo

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Como cualquier otra ideología, las concepciones que rodean al mito moderno de la “inteligencia artificial” tienen un barniz que va mucho más allá de la mayor o menor veracidad de sus postulados. Se trata de auténticas tonterías expresadas por los mejores portavoces de “la ciencia”.

Es evidente que la humanidad no es capaz de entender el mundo en el que vivimos, una tarea que en el futuro llevará a cabo esa “inteligencia artificial” gracias a las enormes cantidades de datos que se producen cada día (el no menos famoso “big data”).

En el futuro a la humanidad pretenderán imponerle esa “comprensión del mundo” como un “dato objetivo” (y también “neutral”) porque lo ha producido una máquina capaz de tomar decisiones de manera “inteligente”, algo que el ser humano no ha sido capaz de producir en un millón de años de evolución.

En otras palabras, los mequetrefes de siempre nos quieren hacer creer que nosotros no somos lo suficientemente inteligentes como para “entender el mundo” pero sí para fabricar máquinas que lo hagan en nuestro lugar, sobre todo los militares, que siempre han dado muestras de “inteligencia”.

Las máquinas harán lo que nosotros no hacemos, cosas tan increíbles como leer libros, incluidos los libros de cocina, que lo más probable es que estén escritos en idiomas diferentes del inglés, por lo que deberán ser traducidos “automáticamente”. Lo mismo ocurrirá con las emisiones de television, radio, diccionarios, prensa, internet…

Como siempre, este tipo de proyectos los financia el Pentágono y su “brazo seudocientífico” Darpa (*). Para ello el ejército estadounidense tiene que extender sus redes de vigilancia mundiales, capaces de recopilar ingentes cantidades de datos.

Así lo anunciaron el 4 de enero y las predicciones las formularán por el módico precio de 2.000 millones de dólares. Lo mismo que las batallas, estos proyectos llevan esos típicos nombres militares pintores, en este caso “Programa Kairos” (Knowledge-directed Artificial Intelligence Reasoning Over Schemas) que es, fundamentalmente, un mecanismo de espionaje y vigilancia masivas.

“Una rápida comprensión de los acontecimientos mundiales es crucial para la seguridad nacional”, es otra de las tonterías que dice Darpa en su sitio web y entre los “acontecimientos” que interesan al Pentágono están los meteorológicos y climáticos (como no podía ser de otra manera). “Los cambios significativos que afectan al medio ambiente o a la sociedad pueden tener consecuencias significativas en sí mismos, o pueden formar parte de relaciones causales que generan mayores impactos”, dicen.

Los demás países del mundo imitan al Pentágono pero con mucho menos derroche de dinero. El 8 de enero Francia dedicará a la “inteligencia artificial” su nuevo superordenador, un artilugio que ha costado 25 millones de euros.

El 10 de enero la Unión Europea anunció que invertirá 20 millones de euros en desarrollar una plataforma de “inteligencia artificial” denominada AI4EU que reunirá a 79 socios de 21 países diferentes.

En épocas de duros recortes presupuestarios, hay terrenos en los que el dinero público no falta: guerra y represión. Cuando en una partida no hay recortes, no cabe duda: es indicativo de que forma parte de la guerra o de la represión.

Cuando el dinero rebosa, ocurre algo muy curioso en la investigación científica, por estúpidas que sean las pretensiones de sus mentores: nunca encuentran lo que buscan, pero algo siempre aparece. De otra manera, ¿cómo justifican el derroche?

(*) https://www.darpa.mil/program/explainable-artificial-intelligence

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