El instituto tecnológico del Pentágono, Darpa, se creó en 1958 para compensar la superioridad soviética. Su presupuesto es de unos 3.000 millones de dólares, lo que le convierte en el mayor centro de fabricación de seudociencia del mundo, uno verdadero taller de estupideces que el mundo se empeña en imitar.
El sitio web del MIT Technology Review publicaron los intercambios de los tarados de Darpa con el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov al año siguiente de la creación del tinglado, porque Darpa y sus seguires mundiales tienen más que ver con la ficción que con la ciencia y la tecnología.
Darpa maneja tanto dinero que no sabe en qué gastarlo. Por eso financia casi todo; cuanto más descabellado sea el proyecto, mejor. Su lema podría ser “la imaginación al poder”. No se avergüence de sus ideas, sino todo lo contrario: póngalas en manos de Darpa, que harán un buen uso de ellas (y le pagarán muy generosamente).
Ya no es tan fácil saber cuándo estamos hablando de ciencia y cuándo de una película de ciencia ficción de Hollywood. No es tan sencillo diferenciar una cosa de otra. En 2011 Darpa organizó un simposio sobre viajes intergalácticos como parte de un programa llamado “100 años de navegación por las estrellas”(1).
La Agencia Espacial Europea también busca en la ciencia ficción ideas de tecnologías que puedan ser exploradas y aplicadas.
El Consejo Atlántico y el Cuerpo de Marines de Estados Unidos encargan a los autores de ciencia ficción la realización de prototipos para las guerras del futuro.
El 15 de julio el ejército australiano solicitó contribuciones escritas de entre 3.000 y 20.000 palabras sobre posibles escenarios de innovación. El concurso se dirigía más bien a investigadores y académicos más que a autores de ciencia ficción, pero el objetivo es el de anticiparse a las aplicaciones futuras de tecnologías ya existentes (2).
La Agencia francesa de Innovación de la Defensa junto con la DGRIS, la inteligencia militar, ha creado un “Equipo Rojo”, una unidad de cuatro o cinco futurólogos y autores de ciencia ficción encargados de proponer “escenarios de ruptura”. Se trata de anticiparse a las guerras del porvenir.
La creación de este equipo se anunció en el Documento de Orientación para la Innovación en la Defensa de este año (3), en el que se exponen los principales objetivos y retos del ejército en materia de innovación.
Ya se han iniciado los primeros contactos con autores de ciencia ficción. Hace algún tiempo ya lanzaron un experimento similar con el astrofísico y profesor de la Politécnica Roland Lehoucq, que también es presidente de la asociación del Festival Internacional de Ciencia-Ficción de Nantes.
Una última tontería: en el desfile del 14 de julio en París surcó el cielo un hombre volador en pleno desfile: el “Flyboard Air” de Franky Zapata, una máquina voladora autónoma propulsada por keroseno y equipada con cinco minimotores de turbina.
No era un comic sino un invento del Ministerio de Defensa que fue exhibido en noviembre del año pasado en el Foro de Innovación de la Defensa de París. Durante el show de los Campos Elíseos el Flyboard Air se utilizó como plataforma para que un francotirador apoyara a unos comandos que atacaban desde barcos en el río Sena.
(1) http://www.100yss.org/
(2) https://www.tenders.gov.au/Atm/Show/481ddc59-07b0-4a5c-9ed6-cc3ec1c70480
(3) https://www.defense.gouv.fr/actualites/articles/document-d-orientation-de-l-innovation-de-defense-doid-2019-les-nouvelles-ambitions-du-ministere-en-matiere-d-innovation