Camaradas, la Juventud Comunista de México está próxima a cumplir su décimo quinto aniversario. Una organización creada por las condiciones que durante el periodo post caída de la Unión Soviética se vivían en todo el mundo. Muy al contrario de lo que los ideólogos de la burguesía pronosticaron en su discurso, el progreso para todos no llegó jamás, la explotación hacia la clase trabajadora se agudizó de tal manera que las condiciones laborales se pauperizaron, se iniciaba una oleada de despojo de sus recursos naturales a los pueblos originarios, la acumulación de los recursos económicos del planeta se declinó con mayor encono hacia un pequeño grupo de empresarios transnacionales y la juventud del mundo, sin un referente hacia donde guiar su rebeldía, caía en la incertidumbre del futuro.
México no estaba exento de este sentir, era por lo tanto necesario la creación de una organización juvenil que levantara la bandera del progreso, que aglutinara a los jóvenes que por su naturaleza rebelde, impulsara el pensamiento crítico entre los demás, aquellos alienados por una ideología egoísta que anteponía la superación personal sobre el colectivo.
En este contexto político y social, un 29 y 30 de enero del 2005, jóvenes de diferentes rincones del país se dieron cita en las faldas del castillo de Chapultepec y juraron vencer o morir intentándolo. Así nació la Juventud Comunista de México, organización que adoptó desde el principio el Marxismo-Leninismo para guiar el trabajo teórico y práctico, puesto que las tesis de esta ciencia han mostrado ser las únicas que aportan un análisis fidedigno de la realidad en la que nos encontramos.
Ahora valga hacer un resumen de las condiciones políticas y sociales en la que nos encontramos a quince años de este suceso.
A un año del arribo al poder del presidente Andrés Manuel López Obrador y su llamada cuarta transformación, ha quedado en evidencia que no es más que un continuador del modelo neoliberal del sistema capitalista. Al contrario de lo que dijo en su discurso inaugural, en el que aseguró una lucha férrea contra éste, el neoliberalismo goza de cabal salud y afila sus garras para iniciar una nueva oleada de despojo hacia los recursos naturales que son defendidos por los pueblos originarios, megaproyectos como el Proyecto Integral Morelos y el Tren maya, lejos de traer desarrollo y prosperidad para los mexicanos, entrega nuestros recursos a empresas transnacionales e incrementan la brecha de desigualdad entre ricos y pobres, además de que nos acerca a la destrucción de la vida como la conocemos, pues nuestro planeta está por llegar a una encrucijada donde el daño será irreversible si se continúa como hasta ahora.
Otra de las características de la cuarta transformación, es su tendencia a eliminar la herramienta de lucha de los trabajadores, el sindicato, y a las organizaciones que los representan en el terreno ideológico y político, que ahora enfrentan la denostación del presidente de México quien los nombra “conservadores de izquierda” si es que no aceptan sus proyectos. Aquel caudillo que representó en algún momento la esperanza antineoliberal para muchos mexicanos y mexicanas, ha evidenciado una total incapacidad de realizar un análisis real de nuestra sociedad, pues este no se puede dar si se niega al motor de la historia representado en la lucha de clases como él lo ha hecho recurrentemente y, que por desgracia es una “verdad absoluta” para los más recalcitrantes de sus adeptos que representan una buena parte de los jóvenes mexicanos.
En contradicción con su discurso nacionalista y una supuesta reivindicación al presidente Juárez y su grupo de liberales, el gobierno mexicano ha mostrado estar al servicio de una oligarquía financiera especuladora transnacional, cuya voluntad es acatada de manera incuestionable, haciendo de la soberanía nacional solo un concepto teórico en nuestra constitución, no es casualidad que la guardia nacional se enfile hacia el sureste mexicano donde las fuerzas de la rebelión popular son más fuertes y representan la última barrera para entregar las riquezas de la nación a los monopolios transnacionales.
Como se puede ver, hoy más que nunca, la realidad demanda que sea la Juventud Comunista de México ese organismo revolucionario que aglutine los anhelos de un mejor futuro, más digno y menos desigual que la juventud mexicana posee y, hacer frente a la embestida del capitalismo, el cual utiliza mil máscaras para hacer más difícil vislumbrarlo y señalarlo, ahora bajo el ropaje de una cuarta transformación nacional.
A quince años de su fundación podemos decir con orgullo que La Juventud Comunista de México ha luchado a cada instante por convertirse en ese referente que encamine la rebeldía juvenil hacia la lucha contra el verdadero enemigo, el capitalismo; que ha crecido tanto en cantidad como en calidad de sus militantes, que desde su inicio ha acompañado las causas más justas y nobles del pueblo de abajo, y que esa experiencia ha dotado a la organización de una madurez política que garantiza mejores herramientas para nuestra contienda.
El XV aniversario de la JCM es motivo de alegría y como tal, debe ser festejado por sus militante y simpatizantes como una manera de refrendar el compromiso que cada uno de nosotros, nosotras adquirió con los desposeídos de este país el día que decidió encuadrarse en un CJB, que a pesar del crecimiento de nuestra organización nada está ganado, que la lucha es larga, pero también es larga nuestra voluntad de seguir al pie del cañón, pues estamos condenados y condenadas a vencer.
Por tales motivos se convoca a todos los Colectivos Juveniles de Base a celebrar según sus condiciones, los días 29 y 30 de enero en sus respectivas ciudades para posteriormente concentrarnos los días 1 y 2 de febrero del 2020 en Guadalajara Jalisco, en donde se realizarán una serie de actividades conmemorativas a nuestro décimo quinto aniversario.
¡Sólo en el socialismo otro mundo es posible!