Las nuevas generaciones saharauis ya no creen en la resistencia pacífica.

La activista saharaui Aminetu Haidar critica la alerta terrorista falsa de Madrid para que no vayan españoles a Tinduf

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La activista saharaui Aminetu Haidar, una de las ganadoras este año del Nobel Alternativo, alerta de que las nuevas generaciones ya no creen en la resistencia pacífica tras décadas de conflicto y cree que si no hay presión internacional sobre Marruecos, la guerra será inevitable. “Es muy probable, lo lamento mucho, no espero verlo de verdad, de corazón, por eso mando un mensaje de paz. La Unión Europea (UE) tiene que hacer algo para evitar la guerra, para mantener una vía democrática pacífica”, afirma.

Haidar, que ayer recogía en Estocolmo uno de los premios de la fundación sueca Right Livelihood Award, defiende que se obligue a Rabat a respetar los DDHH, ampliar las competencias de la Misión de la ONU en el Sahara Occidental (Minurso) y frenar el “expolio ilegal” de los recursos naturales del Sahara. “Los jóvenes saharauis ya no creen en la resistencia pacífica, están ejerciendo presiones al Frente Polisario para retomar las armas”, avisa Haidar, que habla de generación “decepcionada, frustrada y reprimida” que no ve un futuro y solo la “complicidad” de la comunidad internacional con la dictadura marroquí.

Marruecos y el Polisario firmaron en 1991 un acuerdo de alto el fuego que puso un punto y aparte a la guerra iniciada en 1975 después de que las tropas marroquíes ocuparan ilegalmente los territorios de la antigua colonia española del Sahara Occidental. El acuerdo incluía la convocatoria de un referéndum de autodeterminación que no se ha celebrado aún, por los obstáculos que pone Marruecos respecto al censo, esperando que muera la mayoría de los saharuis que habitaban la zona en 1975.

Rabat usa “cartas de presión” para forzar a Europa a “cerrar los ojos hacia una situación flagrante y grave”, entre las que menciona el terrorismo y la inmigración ilegal, un arma a la que el régimen marroquí recurrió en 2009 para “presionar” al Gobierno español.

La fundadora y presidenta del Colectivo de los Defensores Saharauis de DDHH (CODESA), montó entonces una huelga de hambre de más de un mes en el aeropuerto de la isla de Lanzarote (España) para protestar por su expulsión de El Aaiún (Sahara Occidental) y la retirada de su pasaporte por Marruecos.

Aunque la activista saharaui señala a Francia como el “gran obstáculo” al proceso de paz por sus lazos con Rabat, cree que España también tiene mucha responsabilidad y cede a las presiones de la dictadura de Marruecos, como ocurrió la semana pasada.

El régimen español lanzó una alerta, que dijo -sin sonrojarse- sostenida en información de “servicios secretos extranjeros”, en la que sugería a los ciudadanos de su país que no viajaran a los campamentos de refugiados saharauis, ya que según la misma eran objetivo preferente de los grupos yihadistas que actúan en el sur de Argelia.

Haidar relaciona esa alerta falsa con la visita ese día a Madrid del ministro de Exteriores del régimen marroquí, y cree que el objetivo es aterrorizar a los simpatizantes españoles para que no asistan al congreso del Polisario del día 19 en las zonas liberadas.

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