«En todo momento hemos de tener presente que la unión del pueblo ha de ser realizada por abajo, que es el pueblo el que tiene que estar unido y no los partidos o cabecillas –aunque a veces esto también sea posible–. Pero si el proletariado, el campesinado y otras capas populares no están unidas de nada servirá que los partidos firmen pactos y anuncien acuerdos pues estos no servirán de nada o en todo caso irán dirigidos y se volverán contra el proletariado y la revolución. (…) De esta forma se consigue que sea cual sea la evolución de los partidos –y la experiencia demuestra que los partidos no proletarios oscilan y varían de táctica en un momento dado–, se mantenga la alianza fundamental: el frente. (…) En la perspectiva revolucionaria donde debemos situar la lucha por la república, entendiendo por república no sólo, e incluso no tanto, la forma de gobierno, como el conjunto de transformaciones que implaría. (…) El partido ha dejado bien claro que no renuncia a ninguna cuestión que para nosotros es de principio, como por ejemplo, el principio de la lucha armada y el de la independencia de acción e ideológica. Lo hemos dicho y repetido, tanto en la Conferencia de proclamación de la Convención Republicana de los Pueblos de España (CRPE), como en todas las oportunistas que se han presentado desde entonces, y continuaremos sosteniendo esta misma posición por un lado para que nadie se equivoque respeto a nuestras intenciones y por otro, porque nos incumbe la responsabilidad de educar a nuestros aliados, de atraeros a nuestras posiciones. (…) Precisamente eso es una de las cuestiones que nos separan a nosotros los comunistas, de los revisionistas, los socialdemócratas y los oportunistas. (…) Es una verdad de perogrullo, el que una de las causas de las desviaciones derechistas y del sectarismo de izquierda es la falta de formación ideológica. De ahí la importancia de que nos preocupemos todos, y continuamente, por las cuestiones ideológicas, pues se han dado algunos casos, por ejemplo, de incomprensión al respeto que han llevado a no plantear la cuestión de la república ligada a un contenido de clase concreto, y olvidar como señala Lenin en las «Tesis e informe sobre la democracia burguesa y la dictadura del proletariado» de 1919 que: «La república burguesa, aún la más democrática, no es más que una máquina para la opresión de la clase obrera por la burguesía, de la masa de los trabajadores por un puñado de capitalistas». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIIº Congreso del PCE (m-l), 1979)
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