Los trabajadores de la electricidad de Francia se hicieron famosos por realizar acciones «Robin Hood»: cortar el suministro a los ricos y reconectar a los hogares pobres. Este lunes le cortaron la luz a la sede del sindicato CFDT, que se negó a llamar a la huelga y colabora con Macron para legitimar la odiada reforma jubilatoria.
Este lunes los trabajadores de la electricidad de Francia organizados en la CGT Energía, volvieron a realizar una de sus acciones catalogadas como «Robin Hood». La característica de cortarle la luz a empresarios, comisarías y edificios gubernamentales, mientras reconectan a los hogares pobres que no pueden pagar las tarifas esta vez apuntó a la cúpula de la CFDT, el sindicato más viejo del país, y también el más conciliador.
En particular la acción iba dirigida contra Laurent Berger, el dirigente de la CFDT que se negó a llamar al paro desde que comenzaron las acciones contra la reforma de las jubilación el 5 de diciembre pasado.
Desde hace un mes y medio los trabajadores del transporte metropolitano de París (RATP) y los ferroviarios de todo el país (SNCF), mantienen una huelga por tiempo indeterminado, secundados por huelgas intermitentes en los sectores de docentes, energía, refinerías y puertos, entre otros. En muchos casos lo hicieron incluso desoyendo a las direcciones sindicales que llamaron a no parar ni movilizarse.
A pesar de esta huelga histórica, la más importante desde 1968, y las movilizaciones de millones de personas, Laurent Berger estuvo desde el primer día sentado en la mesa de diálogo con el Gobierno de Macron y defendió la mayor parte de la reforma de las pensiones, incluso las clausulas que atacaban a sus propios afiliados. La bronca fue creciendo con este sindicato, al punto que el viernes pasado ya un grupo de huelguistas de la coordinación que hay entre la RATP y la SNCF ocuparon el hall central de la sede del sindicato, que contó con un gran respaldo de los trabajadores en redes sociales, y en la calle, a pesar de que los medios de comunicación, el Gobierno y la mayoría de los sindicatos salieron a condenarla.