Dong Tingting y Liu Yang, dos nombres entre miles de héroes y heroínas.

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28 de enero de 2020

Hoy han pasado dos cosas relevantes: EEUU está anunciando de qué va eso del «acuerdo del siglo» para Palestina (un poco más tarde de lo previsto y como consecuencia del asesinato de Khashoggi puesto que es imprescindible el cheque de Arabia Saudita) y los talibanes afganos han dado un golpe muy relevante a EEUU al derribar ayer un avión espía (con la más que probable muerte del jefe de la CIA en esa zona) y hoy han realizado una emboscada al intento de rescate de los cuerpos derribando otro helicóptero militar. Total 34 muertos estadounidenses. En este caso no hay que echar en saco roto lo que os dije sobre que Irán iba a dotar de armemento más sofisticado a los talibanes. No tengo ninguna duda de que esta es la respuesta directa de Irán al asesinato de Soleimani. Un jefe por un jefe.

Pero con ser relevante lo dejo para otras entregas y elijo hablar de los héroes y heroínas que están combatiendo la epidemia del coronavirus en Wuhan. Primero, unas fotos.

El personal sanitario que ha acudido a Wuhan, en su gran mayoría voluntario, para combatir el coronavirus no abandona su puesto de trabajo ni en los escasos momentos de descanso.

Os presento a Dong Tingting, enfermera voluntaria de 26 años que ha ido a Wuhan a combatir la epidemia, junto a algo que compró y que cuenta en esta historia. Es una más del total de 4.130 sanitarios que han sido destinados a Wuhan. Su relato lo he sacado de «Diario de Enfermeras«, publicado por la plataforma Beidou.

«Llegué al centro epidémico el 26 de enero desde la provincia de Liaoning. A Wuhan se están enviando equipos médicos de todo el país. En mi grupo somos 137 personas. Nos explicaron que habría un turno de 4 a 6 horas, cómo quitarse y ponerse la ropa protectora (lo que grabé en mi teléfono móvil para no perderme ni un detalle; esa noche casi no pude dormir porque seguía pensando en que no debía equivocarme con esta protección) y que las chicas tendríamos que cortarnos el pelo porque con un horario sobrecargado no tendríamos tiempo para lavarnos bien el pelo y, además, es un agente posible de infección al coronavirus. Casi todas lo hicimos y alguna de nosotras se rapó la cabeza. A fin de cuentas, el cabello vuelve a crecer. Después de todo, estamos aquí para ayudar a otros y si enfermamos nos convertiremos en una carga. Durante nuestro turno de trabajo no podemos abandonar el sitio que nos designen, así que lo primero que hicimos mis camaradas y yo fue ir al supermercado y comprar pañales para mayores y toallitas desinfectantes. En el caso de no poder ir al baño, eso está resuelto. Después del almuerzo juramos solemnemente sacrificarnos por el bien del grupo y de la gente y nunca traicionar al grupo, como si fuéramos al campo de batalla».

No es la única. Liu Yang, de 27 años, es maestra de baile y dibujo para niños y desde el 20 de enero es voluntaria. Su relato también está sacado de Beidou.

«Muchas personas en Wuhan tienen miedo de salir de casa. Pero es necesario e imprescindible. Tengo coche, así que llevo materiales médicos a los hospitales, y también a los médicos y sanitarios porque el transporte público ha sido clausurado para evitar contagios. El 26 de enero se prohibió también a los automóviles circular en el área central de Wuhan. Solo aquellos con permiso pueden pasar. El personal médico tiene que ir a trabajar y volver a pie, por lo que yo y otras personas como yo, también voluntarias, les recogemos donde nos dicen y les dejamos en sus casas. Somos como soldados ahora y no podemos perder nuestro espíritu de lucha. Tenemos que vencer«.

Llegada de equipos de sanitarios voluntarios. Espíritu de combate, lucha y sacrificio. Lo anterior son solo dos ejemplos. Si la epidema se para, China habrá dado un gran ejemplo al mundo.

El Lince

 

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