Albert Camarasa.— Juan Guaidó, el buque insignia de los EEUU para hacerse con el control de Venezuela, ha visitado recientemente España. Tras un año de diversas intentonas de golpe de estado, Guaidó es un político fracasado y desacreditado incluso por la propia oposición venezolana. Las movilizaciones que convoca en Venezuela tienen un seguimiento ridículo para alguien que se autodenomina “presidente encargado”. A pesar de eso, sigue llenando portadas de periódicos y minutos de televisión de los medios occidentales. ¿Por qué? Porque Juan Guaidó no es nadie, pero a la vez lo es todo.
Juan Guaidó representa el programa de máximos de la burguesía occidental. Representa sus intereses sin complejos ni cortapisas. Representa la ofensiva reaccionaria sin pudor ni vergüenza. Representa la consciencia de clase de los poderosos de una forma abierta. Representa a los reaccionarios que, cansados de justificarse bajo máscaras de “democracia”, van de cara y aceptan sin muchos problemas que los golpes de estado ultraderechistas están justificados para garantizar los intereses de los poderosos en su patio trasero. Guaidó es la extrema derecha internacional envalentonada que, debido a la debilidad de la clase obrera, se lanza violentamente a por todo el pastel sin preocuparse ni tan siquiera por cuidar ciertas formas que le garantizaban algunos consensos.
Pero pese a sus formas descarnadas, que recogen los aplausos y reconocimientos de toda la reacción, el fondo de lo que representa Guaidó no es nuevo, es la continuidad de una tradición política instaurada durante décadas con sangre y fuego en América Latina. Su tradición es la de los gorilazos reaccionarios o fascistas de la misma forma que la tradición de Abascal es el franquismo. Y si en pleno siglo XXI la extrema derecha latinoamericana mantiene sus impulsos golpistas, lo mismo hay que decir de sus amos europeos y yankees. Cuando los súbditos de los poderosos occidentales mandaban en Venezuela a las órdenes del FMI y el Banco Mundial, Felipe González no tenía reparos en apoyar a su presidente mientras éste asesinaba a centenares de manifestantes durante el Caracazo. Hoy, estos mismos apoyan el golpe de estado de Guaidó para restituir en el poder a los suyos. Pedro Sánchez y el “gobierno progresista”, siguen reconociendo a Juan Guaidó como legítimo presidente de Venezuela, siendo parte de la estrategia de toda la reacción occidental. Hoy corresponde que el pueblo trabajador de nuestro país exija al gobierno romper toda relación con los golpistas y la extrema derecha latinoamericana y reconocer al único gobierno real de Venezuela para tener unas relaciones de respeto a la soberanía de cada uno. Es una cuestión de principios con la que no cabe negociar o dejar pasar, puesto que lo que nos jugamos, en caso de que los golpistas triunfen, lo hemos visto demasiadas ocasiones en América Latina: masacres, torturas, persecuciones, empobrecimiento, etc. España está colaborando en poner una soga en el cuello a nuestros hermanos venezolanos. No lo deberíamos permitir.
En Latinoamerica ya no hay certeza de las corrientes ideológicas (¿derecha-izquierda?). Exquisita y depurada su técnica escrita para explicar lo que sucede en nuestra siempre atrasada America Latina. Me reconocía a mi mismo en la decada de los ochentas como un luchador de izquierda. Tomé fusil con convicción para defender la revolución nicaragüense por mas de diez años creyendo en un porvenir de mayor certidumbre para nuestros empobrecidos pueblos y a la vuelta de mis cincuenta años de edad me encuentro sin saber quien es quien aqui. ¿Maduro es un abanderado de los más pobres de Venezuela? o, ¿Daniel Ortega el defensor de los humildes de Nicaragua? Ambos pregonan el discurso «proletario» de ser los ungidos por el destino para sacar a nuestros pueblos del atraso, la pobreza y la injusticia. Ortega lleva mandando en Nicaragua por 40 malditos años y ¿qué nos ha dejado su «iluminada gestión»? Venga acá señor columnista español a platicar con nosotros, los que ya tres veces escribimos páginas de valor en las montañas aguantando hambre, batallando cada dia por sobrevivir en guerras que nunca quisimos y que la final, no nos dejó nada mas que la pobreza crónica con que nacimos los que estamos de este lado del Atlántico. ¿Quien fue el gran ganador de esos años? El ganador fue ese que ahora pasea en Managua en esplendidos Mercedes Benz blindados seguido de un ejército de policias que pagamos los nicaragüenses pobres de nuestros pobres bolsillos. ¿Líderes de izquierda? Los líderes no le temen a sus pueblos y no se esconden tras murallas ni blindajes. Venga y aqui en la humildad de mi hogar le explico qué es ahora la ideologia de izquierda que usted estudio en la comodidad de sus aulas universitarias europeas.