Declaración del PCM en ocasión del 75 aniversario de la victoria antifascista

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La gran victoria antifascista del 9 de Mayo, contribución de la URSS y los comunistas

Hace 75 años, al ondear la bandera roja de la hoz y el martillo sobre el Reichstag, los trabajadores y pueblos del mundo obtuvieron una gran victoria al derrotar al fascismo y la guerra.

Atrás quedaban los 6 años de la Segunda Guerra Mundial, pero también más de una década de tensiones, agresiones, invasiones, represión a los trabajadores, a los comunistas y a quienes eran considerados racialmente inferiores.

Como resultado de la victoria revolucionaria de la clase obrera, la Gran Revolución Socialista de Octubre, y la inauguración de una nueva época de revolución social, de transición histórica del capitalismo al socialismo, se produjo una oleada de la lucha de clases que sacudió Europa, Asia y América con procesos insurreccionales, así como un ascenso de la organización y consciencia del proletariado, por la infatigable y consecuente labor de la Internacional Comunista; lo que en el contexto de la crisis general del capitalismo, con una intensa sacudida en 1929, llevó a la burguesía aterrorizada a un periodo de reacción y a prohijar el fascismo, entre ellos su variante alemana, caracterizada por la III Internacional como ariete de la contrarrevolución internacional.

Los Partidos Comunistas, en los marcos de distintas sesiones de trabajo de los órganos y congresos de la Internacional Comunista, desarrollaron a través de sus delegados un conjunto de interpretaciones en torno al fascismo. Una de ellas planteó que “el fascismo no es otra cosa que una reacción contra el movimiento revolucionario de posguerra.” Otra alocución al respecto complementaba: “Lo esencial del fascismo es la forma de lucha que se crea la burguesía para abatir a la revolución, para asegurar la existencia de la sociedad capitalista. […] el fascismo sólo está al servicio de la conservación y seguridad del dominio clasista.” Una última, que trasciende las fórmulas demasiado estereotipadas que luego se reduciría  el movimiento obrero revolucionario: “En la sociedad fascista, patronos y obreros, capitalistas y trabajadores, deben componer una misma familia, tener los mismos derechos y los mismos deberes (…). Predican la comunidad de trabajo, la necesidad de las asociaciones que reúnen a patronos y obreros […]”. Hasta llegar a la definición formal que, si bien no es la cúspide del análisis marxista respecto al fascismo, fue determinante en todo un periodo de la lucha de clases y la cual es resultado del XIII Pleno del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista, que definió al fascismo como la dictadura terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, chovinistas e imperialistas del capital financiero.

La llegada del fascismo al poder en varios países, y por ende el rumbo de una nueva guerra imperialista, fue impulsada por los monopolios, y en ello tuvo una gran responsabilidad la socialdemocracia que en muchos casos le allanó el camino. Como fuerza contrarrevolucionaria internacional, como grupo de choque del imperialismo, el fascismo contó con la simpatía de los distintos Estados capitalistas. Conocida es la alianza de monopolios de distintas ramas de la industria norteamericana e inglesa, por citar algunos, con sus pares alemanes inclusive ya cuando había estallado la Segunda Guerra Mundial.

La alianza internacional del fascismo se autodefinió como un “eje anti-Comintern” y efectivamente era una fuerza anticomunista. Así actúo contra la España republicana y con fuerte represión contra el movimiento obrero y comunista en toda Europa. Miles de comunistas fueron apresados, torturados, asesinados; se implantó el terrorismo de Estado contra el movimiento sindical y campesino. Con la complicidad de los países capitalistas bajo el escudo de la llamada “neutralidad”, el fascismo avanzó en su intención de un nuevo reparto del mundo con ocupaciones de pueblos en África, Asia y Europa. Por doquier dejaba su huella criminal con nuevos métodos de guerra directos contra la población civil, destruyendo ciudades y poblaciones, masacrando a los pueblos, y después ocupando y practicando operaciones de genocidio. Entre 1931 y 1939 el fascismo desató una guerra contra los pueblos, que adquirió carácter de guerra mundial entre 1939-1941 a 1945.

El objetivo prioritario del fascismo y Alemania nazi era poner fin a la construcción socialista llevada a cabo con éxito por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), bajo la conducción del Partido Comunista Bolchevique. Por ello desató el fascismo contra el país del socialismo una feroz ofensiva, con la mayor maquinaria de guerra conocida por la historia. Y correspondió al país del socialismo la derrota del fascismo, con gran sacrificio y dificultades. 27 millones de muertos nos hablan de la gran cuota de sacrificio de la URSS para esa victoria de la humanidad.

La Unión Soviética, el Ejército Rojo, los guerrilleros, los obreros y campesinos, los komsomoles y como consciencia y corazón el Partido Comunista –el Partido de Lenin y Stalin– encabezaron la resistencia, la defensa y el pase a la ofensiva. Los comunistas fueron la columna vertebral, los primeros en ir al combate, los organizadores clandestinos en los territorios ocupados por la bestia fascista, los organizadores de la producción, los movilizadores de la clase obrera y los pueblos de las distintas nacionalidades que frenaron a la Alemania nazi. Decisivos fueron los combates en Moscú, Leningrado, Stalingrado –y en todas las Ciudades Héroe–, en el arco de Kursk. ¡Honor y gloria a la clase obrera del país del socialismo, a todos sus pueblos y nacionalidades! ¡Honor y gloria al heroico Partido Comunista y al combativo Ejército Rojo!

La III Internacional y el movimiento comunista surgido de sus filas confrontaron activamente al fascismo. Organizaron y unieron a la clase obrera para luchar sin tregua, sin importar las dificultades, y junto a la Unión Soviética tuvo en papel decisivo en la gran victoria antifascista, tanto en lo político como en lo militar, en todos los países del Mundo. Una gran escuela fueron las Brigadas Internacionales que participaron en España; semillero de los cuadros militares que cumplieron un papel principal en la lucha partisana y de resistencia. De primer orden fueron los destacamentos partisanos en Italia, Francia (FTP-MOI), Grecia (ELAS), en Yugoslavia con su Ejército Popular, Bulgaria, Rumania, Albania, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, en China, Corea, Vietnam, y en la misma Alemania con los comunistas que actuaban en la clandestinidad. Recordamos con emoción a dos secretarios generales de PC, encarcelados y asesinados por el fascismo: Ernst Thälmann y Antonio Gramsci. Nadie puede negar el gran aporte de Georgi Dimitrov, José Díaz, Nikos Zajariadis, Maurice Thorez y Jaques Duclos, Clement Gotwald; ni de Ercoli, Secchia, Longo, Josip Broz Tito, Enver Hoxha, y ello independientemente de discusiones necesarias sobre su ulterior trayectoria. ¡Honor y gloria a los comunistas, a los partisanos y militantes clandestinos! ¡Honor y gloria a quienes en la boca del lobo cumplían labores fundamentales, como la Orquesta Roja y otras redes clandestinas! Aún prisioneros o en grandes dificultades los comunistas supieron ponerse al frente de la lucha; en los campos de concentración y aún frente a los pelotones que los fusilaban, supieron legar un ejemplo del papel de vanguardia de los revolucionarios marxistas-leninistas. La Sección Mexicana de la Internacional Comunista hizo su contribución a esa lucha, destacándose David Alfaro Siqueiros, David Serrano Andonegui, Andrés García Salgado, así como los militantes del PCM y la FJC fusilados en Ferrol y los caídos en los campos de combate en España junto a los contingentes de las Brigadas Internacionales.

Siendo la Unión Soviética, país del socialismo, y los partidos comunistas, la fuerza decisiva de la derrota del fascismo y su barbarie, resulta inadmisible que hoy el imperialismo intente la equiparación del fascismo y el comunismo en una distorsión histórica falaz, burda, ofensiva a la memoria de quienes se sacrificaron para la derrota del fascismo. Al igual que el fascismo, la Unión Europea, cumple un papel anticomunista, y cerrando filas con ellos toda esa “izquierda” que asume el discurso del totalitarismo y la equiparación: los oportunistas del Partido de la Izquierda Europea y el trotskismo.

El Partido Comunista de México rinde un homenaje sincero y profundo a la Unión Soviética, al Ejército Rojo, al Partido Comunista Bolchevique, a Stalin, a la III Internacional, a los partidos comunistas y a los partisanos. Consideramos vigente la tesis de que la existencia del imperialismo engendra siempre las guerras y que es necesario enterrarlo para un mundo de paz; que el fascismo surgió del capitalismo, y que la lucha contra el fascismo debe estar conectada al derrocamiento del capitalismo.

¡Vivan los 75 años de la victoria antifascista!

¡Viva la Unión Soviética, el Ejército Rojo y el Partido Comunista Bolchevique!

¡Viva la III Internacional y los partidos comunistas!

El Buró Político del Comité Central
del Partido Comunista de México

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