Covid-19 en España: ¿una tormenta predecible?

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The Lancet Public Health. 16 octubre 2020

Hasta el 12 de octubre, han habido 861.112 casos confirmados y 32.929 muertes por coronavirus en España. Más de 63.000 sanitarios se han contagiado. España fue uno de los países más afectados durante la primera ola de COVID-19 (de marzo a junio), y ahora ha sido golpeado de nuevo por una segunda ola de infecciones por COVID-19. Si bien todas las razones de esta situación aún no se conocen, esta crisis del coronavirus en España ha magnificado las debilidades de su sistema sanitario y revelado la complejidad de su política.

La pandemia por COVID-19 ha puesto a prueba la resiliencia del sistema sanitario y su preparación para una crisis sanitaria. A pesar de que en 2004 se creó el centro de coordinación de alertas sanitarias y emergencias, la pandemia ha puesto al descubierto “la mala capacidad de rastreo, la baja capacidad para realizar pruebas PCR, la escasez de material para el personal, una reacción tardía por parte de los gobiernos central y regional, la lenta toma de decisiones, la alta movilidad y migración de la población, la pobre coordinación entre el gobierno central y regional, la falta de atención a la comunidad científica, una población envejecida, grupos vulnerables con problemas de salud o desigualdades sociales y falta de preparación en las residencias de ancianos” del país, según 20 especialistas en salud publica españoles que escribieron para The Lancet en agosto.

Los cuatro pilares del Sistema sanitario español—gobernanza, financiación, entrega, y fuerza laboral— ya estaban debilitados cuando fueron abrumados por el COVID-19 en marzo. Una década de austeridad que siguió a la crisis financiera del 2008 que redujo el número de sanitarios y capacidades del sistema. Los servicios sanitarios están faltos de personal, sin suficientes recursos y sobrecargados. Con 5.9 enfermeros por cada 1.000 habitantes, España tiene uno de las ratios más bajas de Europa (donde la media es de 9.3 por cada 1.000), y con demasiada frecuencia depende de contratos temporales.

Es esencial disponer de datos estadísticos muy desagregados para entender y responder a un brote. Según Sergi Trias-Llimós, para The Lancet Public Health, los datos actualmente publicados son insuficientes para entender la dinámica de la epidemia. Piden a las autoridades que proporcionen estadísticas completas y actualizadas sobre el número de tests, casos, hospitalizaciones, admisiones en UCI, recuperaciones y muertes, todas desagregadas por edad, sexo y localización.

El mantra “test, rastreo y aislamiento”, que es el pilar de la respuesta ante la pandemia, sigue siendo débil – los casos de COVID-19 siguen aumentando alarmantemente y las autoridades vuelven a plantearse un confinamiento para frenar el avance del virus. El confinamiento estatal acabó en junio, pero algunas autoridades regionales se dieron demasiada prisa en reabrir y fueron muy lentos en implementar un buen sistema de rastreo. En algunas regiones la infraestructura epidemiológica era insuficiente para el control de brotes y limitar la trasmisión comunitaria. La divergencia política y un gobierno descentralizado puede que hayan dificultado una respuesta sanitaria rápida y eficaz. Mientras que la primera ola no se podía haber previsto, la segunda ola, especialmente en ciertas regiones, era bastante predecible según Rafael Bengoa (Instituto de la salud y estrategia, Bilbao, y antiguo consejero de sanidad del país vasco) para The Lancet Public Health.

En un intento de identificar las áreas en las que la salud pública y los servicios sociosanitarios necesitan mejorar, Alberto García-Basteiro y colegas, en una carta para The Lancet Public Health, urgían a los gobiernos central y regional, a hacer una evaluación independiente de su respuesta a la COVID-19. Y a establecer los requisitos y principios para dicha evaluación. La evaluación debería comenzar de inmediato, crear un consenso entre la sociedad y requerir un firme compromiso por parte de los gobiernos central y regional. El comité evaluador debería ser independiente, diverso y multidisciplinario. Además, debe enfocarse desde diversos puntos de vista (sanitario, económico y social) y realizar recomendaciones. Esa evaluación independiente será la clave para tranquilizar a la población y recuperar su confianza en el enfoque de salud pública del gobierno.

Hay razones para la esperanza. En el último análisis de la carga global de enfermedad publicado en The Lancet, España destaca en los indicadores de salud (como la esperanza de vida y la esperanza de vida saludable) algo que sorprende dado su índice sociodemográfico. Si los líderes políticos españoles pueden aprender la lección de su subóptima respuesta ante la COVID-19, el país estará en el buen camino para dar a su población un brillante y saludable futuro.

https://www.thelancet.com/journals/lanpub/article/PIIS2468-2667(20)30239-5/fulltext

Traducido para CAS por Delaram Martínez

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