Algunas enseñanzas de la Revolución Socialista en Rusia

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El hecho de que se cumplan 103 años desde que triunfó la Revolución Socialista de Octubre en Rusia es un buen motivo para continuar reflexionando sobre ella y a la vez, sacar las mejores conclusiones y análisis que nos permitan, en la actualidad y en el capitalismo del siglo XXI, seguir con el compromiso de organizar otra revolución socialista.

La revolución en Rusia se puede analizar desde muchas perspectivas y puntos de enfoque, ya que fue un fenómeno histórico con innumerables factores que intervinieron o tuvieron influencia en el mismo. A modo de síntesis podemos señalar los que nos parecen más relevantes en función de la capacidad que pueden tener para intervenir en el presente como organizadores de la revolución:

En primer lugar, la Revolución de Octubre fue la plasmación práctica de un marxismo adaptado a la realidad concreta y que partía de esa misma realidad: el bolchevismo fue, sin duda, el movimiento revolucionario que supo realizar una adaptación plenamente viva, eficaz y científica del marxismo del momento, que permitió a los bolcheviques rusos situarse en la vanguardia práctica del movimiento obrero y popular en Rusia. Lenin lo consiguió a través de un estudio muy concienzudo y pormenorizado de capitalismo ruso del momento. Distinguió las diferentes clases y fracciones de la misma que se enfrentaban en la sociedad rusa, cuáles eran sus intereses y necesidades sociales esenciales, las que definían su existencia social e histórica. Cuál era la correlación de fuerzas, las potencialidades para la creación de bloques sociales y alianzas, así como la conformación de fuerzas sociales que dinamizaran la lucha de clases. Cuál era el desarrollo de las fuerzas productivas, los distintos elementos económicos que convivían en la formación rusa, y cuáles de estas fuerzas productivas y relaciones de producción aparejadas determinaban la dinamización y hegemonía en dicha formación socio-económica.

Eso Lenin lo realizó tras un análisis objetivo de dicha realidad social, señalando las determinaciones potenciales de los principales elementos que confluían en dicha realidad histórica. A partir de ese análisis determinó los sujetos sociales principales y los instrumentos organizativos para activarlos y proyectarlos. Determinó también que la incipiente clase obrera rusa, focalizada en regiones industriales concretas, era el sujeto revolucionario principal: la fuerza de choque de la revolución, el elemento principal a organizar y dotar de conciencia propia y revolucionaria.

Pero junto a este sujeto revolucionario se encontraba otro tan importante o más, toda vez que este sujeto era el principal elemento o fuerza sobre el que gravitaban las más apremiantes y determinantes contradicciones sociales que permitirían impulsar la revolución en Rusia. Ese sujeto era el campesinado. En él confluían las contradicciones más flagrantes, más claras y evidentes, que lo convertían en el elemento más dinámico de la situación social. El problema de la tierra, del poder de los terratenientes como elemento retrógrado en el desarrollo de las fuerzas productivas, colocaba la contradicción campesinos-terratenientes como un elemento a resolver de manera revolucionaria. Y convertía al campesinado, o a parte de sus elementos, en potenciales aliados de la clase obrera rusa.

Aquí Lenin sitúa su gran capacidad de análisis de lo concreto y del momento histórico como el elemento teórico que permitió al bolchevismo ubicarse casi siempre en la vanguardia ideológica del movimiento revolucionario. Planteó como esencial para el desarrollo revolucionario la alianza con el campesinado pobre y proletarizado, así como la neutralización, desde el punto de vista de las alianzas, del campesinado medio y pequeño burgués. Lenin estableció la necesidad urgente de conformar una fuerza social conformada por la alianza entre la clase obrera y los jornaleros, como el principal elemento del dinamismo de la revolución. Y en función de ese bloque determinar que la revolución futura en Rusia debía tener un carácter democrático; de satisfacción de las demandas más sentidas por los campesinos y que, por tanto, esta revolución rusa adquiría las características definidas por Marx de revolución permanente.

En segundo lugar, en el análisis de las aportaciones del bolchevismo en el proceso revolucionario ruso, hay que situar lo que podríamos definir como el elemento más trascendental de la formación teórica leninista: el partido. El partido y más allá, la organización, fueron para Lenin el elemento principal que permitió el triunfo revolucionario en Rusia. Y lo fue en base a la enorme capacidad que tuvo el partido bolchevique para percibir en todo momento el estado de ánimo, la percepción subjetiva del sujeto revolucionario. Su contacto estrecho con la clase obrera, en base a su inserción en la lucha cotidiana y permanente de ésta por sus condiciones concretas de vida, permitió al bolchevismo compenetrarse de tal manera con las masas obreras y populares que supo disponer de esa capacidad de interpretación de la disposición de la clase obrera para captar las consignas y pasos tácticos del partido bolchevique.

El elemento que Lenin tuvo en cuenta en esta situación fue el campesinado ruso, como elemento principal en las contradicciones de la sociedad. Los campesinos, y sobre todo los obreros campesinos, eran el sujeto principal movilizador en este proceso y Lenin determinó que este sujeto aún no estaba plenamente movilizado ni concienciado de sus propios intereses sociales. El sector proletario campesino no estaba participando activa y masivamente en las grandes movilizaciones del momento. Por tanto había que esperar, había que acompasar el estado de ánimo de la clase obrera con la inmensa mayoría de campesinos sin tierras. Porque si el proletariado se lanzaba a la conquista del poder en estas condiciones sería derrotado y su vanguardia aniquilada. Lo acertado de este análisis leninista se demostró cuatro meses más tarde, cuando el 7 de noviembre, un día antes de iniciar sus sesiones el Congreso de Soviets de toda Rusia, Lenin planeó una insurrección que a través de la fuerza de choque armada del partido -la Guardia Roja-, consiguiera neutralizar las fuerzas enemigas en un golpe de mano. En ese momento todas las contradicciones principales estaban en su punto más álgido y caliente. El campesinado había iniciado un profundo movimiento de ocupación de tierras y de organización de soviets campesinos, y la clase obrera se recuperaba de la represión acontecida tras las jornadas de julio y volvía a ser protagonista de grandes movilizaciones sociales. El bloque popular y revolucionario estaba plenamente activo y movilizado. En esas condiciones, el golpe de mano del partido bolchevique a través de la Guardia Roja colocó ante ese bloque social el hecho consumado de tener el poder en sus manos, por mediación del Congreso de Soviets. Esa fue la gran significación histórica del 7 de noviembre: la insurrección armada de ese día puso enteramente el poder en los soviets, formas previas de organización de masas, lo que colocó a éstas en la disposición de ejercer, por sí mismas y por sus propios medios, la dictadura del proletariado. No hubo una usurpación de papeles, no hubo una visión simplista de la realidad y de los sujetos sociales por parte del partido bolchevique. Todo lo contrario, su potencial marxista, fraguado en años de lucha crítica y autocrítica con el marxismo “oficial” y mecanicista de la II Internacional, le permitieron situar al instrumento organizativo como elemento dinamizador del proceso revolucionario, pero nunca como el único elemento de dicho proceso, ni confundió el partido con la clase. En la medida en que las masas se constituyeron como sujetos con sus medios organizativos propios, se pudo crear la fuerza social que permitió la transformación revolucionaria.

El partido dotó a esa fuerza social de objetivos inmediatos y a largo plazo, de consignas tácticas que le permitieron atacar en el momento preciso y retroceder en el momento oportuno. Y que supo dar el golpe demoledor justo en el momento exacto: el 7 de noviembre de 1917.

Alexis Dorta.

1 COMENTARIO

  1. La Revolución Socialista de Octubre abre en la historia de la Humanidad una nueva era, la era de las revoluciones proletarias.

    (ComIté Centrlal del P.C (B) de la URSS)

    Historia del Partido Comunista (Bolchevique) de la URSS.

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