Durante las últimas ocho décadas, miles de niños murieron en 18 hogares materno-infantiles de Irlanda, instituciones administradas por el Estado y la Iglesia católica del país, que hospedaban a mujeres solteras para que dieran a luz sus bebés, según se desprende de un informe de la Comisión irlandesa de Investigación de Hogares Maternos e Infantiles y Ciertos Asuntos Relacionados (CIMBH, por sus siglas en inglés).
La entidad estableció que entre 1922 y 1998, alrededor de 56.000 personas (desde niñas de 12 años hasta mujeres de 40 años) fueron enviadas a estas instituciones, donde nacieron 57.000 niños. Uno de cada siete (15 % o 9.000) de esos menores pereció en los hogares. A pesar de altas tasas de mortalidad, registradas oficialmente, las autoridades no tomaron medidas para acabar con tales prácticas.
Al mismo tiempo, se encontró que entre 1934 y 1973 se llevó a cabo un total de siete ensayos de vacunas, en niños, violando las normas éticas. Aparte de eso, entre 1920 y 1977 los cuerpos de más de 950 menores, que habían muerto en estas instituciones de infancia, fueron enviados a escuelas de medicina universitarias para «estudios anatómicos».
Las mujeres ingresaban a esos hogares principalmente porque no tenían «otra alternativa» y muchas sufrieron «abuso emocional». El estudio apuntó a que «la atmósfera parece haber sido fría y aparentemente indiferente», mientras que las integrantes recibieron poca o ninguna atención prenatal.
Las autoridades se disculpan
El primer ministro irlandés, Micheál Martin, citado por AFP, declaró que el informe «abre una ventana a una cultura profundamente misógina en Irlanda durante varias décadas». «Teníamos una actitud completamente distorsionada hacia la sexualidad y la intimidad, y las madres jóvenes y sus hijos e hijas se vieron obligados a pagar un precio terrible por esa disfunción», sostuvo. Además de ofrecer disculpas oficiales por parte del Estado, Martin subrayó que la alta mortalidad infantil fue «uno de los hallazgos más profundamente angustiantes» de la investigación. «Una cruda verdad en todo esto es que toda la sociedad fue cómplice», señaló Martin. «Vamos a tener que enfrentarnos a esto y aceptarlo como pueblo».
El arzobispo Eamon Martin, figura principal de la Iglesia católica irlandesa, se disculpó «sin reservas» con los sobrevivientes de esos hogares, al reconocer que se ha sacado a la luz «un capítulo oscuro en la vida de la Iglesia y la sociedad», recoge Reuters.
Philomena Lee, una de las mujeres que estuvieron recluidas en ese tipo de ‘hogares’ y que pasó años buscando a un hijo al que se vio obligada a dar en adopción, dijo el domingo pasado en un comunicado que había esperado décadas por este momento. «Fuimos destrozadas, simplemente porque no estábamos casadas en el momento en que nacieron nuestros hijos», contó.