Enrique Rodríguez Galindo ha fallecido ayer con 81 años de edad. Al parecer fue ingresado en la UCI en pasado 2 de febrero al agravarse la afectación pulmonar que padecía tras contagiarse de coronavirus.
Cabe recordar que tan siniestro individuo fue condenado por el caso Lasa y Zabala.
En 1980 se hizo cargo de la 513 Comandancia de la Guardia Civil, con sede en Intxaurrondo(Donostia), siniestro lugar donde la tortura se practicaba de manera constante a los y las detenidas.
En abril de 2000, la Audiencia Nacional le condenó a 71 años de prisión por el secuestro y asesinato de los militantes de ETA José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala a manos de guardias civiles de Intxaurrondo cuando Galindo era su máximo responsable. Los jueces le consideraron culpable por ordenar la captura de Lasa y Zabala, su tortura y posterior asesinato y desaparición. Como recordarán, los militantes revolucionarios fueron enterrados en una fosa en Busot (Alicante) y cubiertos con cal viva, donde aparecieron sus cadáveres en 1985, aunque no fueron identificados hasta 1995.
El 9 de mayo, Galindo ingresó en prisión, y un año después, el Tribunal Supremo aumentó en cuatro años la pena de cárcel por considerar como agravante su condición de funcionario público.
Sin embargo, de los 71 años de condena, Rodríguez Galindo no pasó en la cárcel ni cinco años. En 2004 lo sacó de prisión el Gobierno del PSOE presidido por José Luis Rodríguez Zapatero. Se dijo que su excarcelación fue debida a una dolencia cardiaca que supuestamente padecía, pero sobre todo fue por la actitud del mencionado gobierno y la gracia de la (in)Justicia que existía y todavía existe en el Estado español.
Rodríguez Galindo fue responsable también del asesinato por torturas y desaparición de Mikel Zabalza, que fue posteriormente “encontrado” en el río Bidasoa.
Ion Arretxe, también detenido junto a Zabalza y ya fallecido, contó esto hace ya más de 35 años:
«Alguien importante entró en la estancia. Lo noté enseguida. Tal vez por el silencio que se produjo a su alrededor, o por la manera servil con la que le recibieron. Se puso frente a mí… Me quitó el capirote…
-¿Tú sabes quién soy yo?, me preguntó.
-Sí. Usted es Galindo.
-¿Me estáis haciendo algún seguimiento los de tu comando, o qué?
-No, nada de eso.
-Entonces, ¿por qué me conoces?
-Lo conozco de verlo en la tele…
Me agarró de los huevos y me los retorció.
-Aquí te hemos traído para que nos cuentes cosas… Así que no nos hagas perder el tiempo y vete hablando, chaval… porque si no, te retorceré los cojones hasta reventártelos.
Me apretó los testículos y me dejó doblado. Volvió a colocarme el cucurucho y se marchó».
