Qué pasó en la cumbre chino-estadounidense de Alaska

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Ruperto Concha.— Tal como lo temíamos, la cumbre chino-estadounidense en Anchorage, Alaska, del jueves 18, resultó abundante en groseras estridencias de Estados Unidos, en duras cortesías de China… y en menos que nulos asomos de entendimiento de alguna clase.

 

El tono de los anfitriones americanos mostró que les importaba un rábano el que los ministros chinos fueran sus invitados. Peor aún, el propio Antony Blinken, en el entusiasmo de su rabieta, se quedó pegado al micrófono largo rato, después de que su tiempo había terminado, declamando acusaciones que llegaban a hablar de supuesto “genocidio” de China en sus provincias de Xinkiang y el Tibet.

Y, claro, los diplomáticos chinos, muy expresivamente dejaron ver que las palabras del jefe máximo de la diplomacia de Washington ya no les resultaban interesantes para nada.

Al término de la Cumbre, el canciller Blinken declaró, muy orondo, ante la prensa, que con sus acusaciones había logrado obligar a los chinos a “permanecer a la defensiva”.

Pero, en realidad, el tono moderadito de los aliados de Washington ya está dejando entender que en esa Cumbre, y desde antes, el gobierno de Joseph Biden no resultó ganador. Más bien quedó mal parado.

Vamos viendo…

Ya en la noche del 10 de febrero pasado, el presidente Biden se comunicó por teléfono con su colega chino Xi Jin Ping. La conversación se prolongó por dos horas, y al parecer no esquivaron tratar ni los asuntos más escabrosos. Recordemos que, durante su campaña electoral, Biden había dicho, fíjese Ud., que el presidente chino es un “rufián”.

Aquella conversación no fue amistosa, pero sí fue racional y coherente, y ambos presidentes concordaron al menos en que, si no se logra un entendimiento entre ambas potencias, el resultado será desastroso no solo para China y Estados Unidos, sino para todas las naciones que se vean involucradas en un enfrentamiento.

También el 26 de enero, el presidente ruso Vladimir Putin había sostenido una conversación telefónica con Biden, en la que, en términos corteses, ambos mandatarios concordaron en la necesidad de mantener un diálogo permanente. Y, de partida, en esa primera comunicación el presidente Biden le confirmó a su colega Putin la decisión de mantener en vigencia los tratados entre Moscú y Washington sobre armas nucleares y pruebas atómicas.

Y, sin embargo, el miércoles pasado, entrevistado en el canal ABC de Estados Unidos, Joseph Biden declaró que el presidente ruso es, fíjese Ud.: “Un asesino desalmado”.

Por supuesto, esa declaración injuriosa repercutió muy fuerte en Rusia. De hecho, el presidente de la Cámara de Diputados del Parlamento ruso, Viacheslav Volodin, declaró que las palabras de Biden claramente son histéricas, propias de un cerebro inestable, e insultan no solo al Presidente de Rusia sino a toda la nación rusa.

Más aún, el parlamentario habría destacado cómo Joseph Biden se atreve a acusar a Putin de asesino, cuando él mismo, personalmente y sin consultar al congreso de Estados Unidos, el 25 de febrero pasado se atrevió a lanzar un bombardeo sobre territorio sirio, en el que mató a 22 personas, incluyendo cuatro niños… y eso solo para “hacerle una advertencia” a gobierno de Irán.

Por supuesto, tras esa declaración del Presidente de los Estados Unidos se derivó en el inmediato retorno a Moscú del embajador ruso, Anatoli Antonov, indicando con ello que las relaciones diplomáticas entre ambos países han quedado congeladas.

Y el propio presidente de Rusia, Vladimir Putin, ¿cómo reaccionó al insulto?…

Fíjese que Putin no se mostró enojado. Irónicamente compasivo, dijo que Biden no debiera estar lanzando piedras a otros cuando él mismo tiene tejado de vidrio. Le envió sus deseos de que mejore su salud… Y también invitó a Biden a que entre ambos tuvieran, fíjese Ud., una conversación por televisión, sin libretos preparados de antemano, y abierta a todo el mundo, con subtítulos en todos los idiomas, y aceptando y respondiendo las preguntas que la gente quiera hacerle a cualquiera de los dos o a ambos.

Por supuesto, la desafiante invitación de Putin provocó horror en la Casa Blanca, y rápidamente señalaron que Biden está muy ocupado y no tiene tiempo para esas cosas. Pero una joven periodista que además es animadora de TV, la señorita Candace Owen, siendo ella una persona de derecha, intervino de inmediato señalando que Biden eludió la invitación, “por motivos de salud mental”.

La periodista señaló que resulta obvio que el presidente Biden no se encuentra en un estado de salud mental que lo capacite para debatir públicamente con el inteligentísimo presidente de la Federación Rusa.

En realidad, ya durante la campaña presidencial Joseph Biden pasó momentos difíciles, mostrando en varias ocasiones vacíos mentales incluso durante entrevistas por televisión.

El mismo miércoles 17, cuando hizo sus declaraciones insultantes sobre Vladimir Putin, el presidente Biden, al partir hacia Atlanta en una gira, pasó por un accidente embarazoso al tropezarse tres veces seguidas mientras trataba de subir la escalerilla del avión presidencial, llegando a caer de rodillas para luego levantarse trabajosamente.

Por cierto, el entorno presidencial Demócrata niega terminantemente que el Presidente, ya de 78 años, presente síntomas de alguna incapacidad física o mental. Por el contrario, sostienen que la ancianidad de Biden es garantía de su experiencia y su madurez política.

Como fuere, las actitudes y expresiones del Gobierno de los Estados Unidos, en momentos de máximas tensiones con la nueva súperpotencia que es China, están manteniendo en suspenso a la mayor parte de los que supuestamente son sus aliados.

Pero, por ahora, la periodista Candace Owens está intentando movilizar recursos técnicos para invitar al presidente Vladimir Putin a realizar la súperentrevista abierta y espontánea que él mismo propuso, donde pueda responder a las preguntas que le formule la gente desde todos los rincones del mundo.

Bueno, ya, antes, el súpermillonario Elon Musk había declarado su interés por entrevistarse personalmente con el presidente Putin. Es posible que esta joven periodista logre lo que Musk no pudo conseguir.

Por otra parte, el día sábado 20, la agencia informativa Reuters publicó una interesante entrevista a una de las más importantes e influyentes generales de las Fuerzas Armadas Chinas, la general doña Yao Yuntzu.

Ella fue directora del Centro de Estudios Estratégicos en el campo Chino-Estadounidense, de la Academia de Ciencias Militares de China. Y, en esa perspectiva, la general Yao Yuntzu declaró que, atendiendo al fracaso de los primeros intentos de diálogo entre Beijing y el nuevo gobierno de Washington, ha quedado ahora muy claro que tanto China como Estados Unidos necesitan imperiosamente abocarse al desarrollo de nuevas y eficaces formas para la “administración de crisis”.

En su análisis, Yuntzu destacó que por ahora está claro que Estados Unidos no tiene nada que ofrecer para que se mantenga un diálogo. Más aún, ella cree que Estados Unidos ni siquiera tiene por ahora una visión racionalmente clara de cuál es la realidad estratégica mundial.

Por ello, es inevitable que se produzcan situaciones de crisis, de diversa intensidad. De allí que el desarrollo de alternativas racionales para ir resolviendo tales crisis será la última barrera para evitar una conflagración mundial en que la humanidad entera y el planeta entero pueden resultar gravemente destruidos

En tanto, rubricando las advertencias sobre las inevitables crisis que se avecinan, los hechos concretos siguen sucediéndose. En Latinoamérica, México vuelve a alzarse como la mayor y más eficiente economía de la Región, equilibrándose con los buenos acuerdos comerciales con Estados Unidos y Canadá, que vienen a sumarse a su amplio tratado de libre comercio con China y la reactivación de la integración económica de México con países latinoamericanos, incluyendo a Cuba, Venezuela, Bolivia y Argentina.

Según las proyecciones de la revista Bloomberg, se estima que México tendrá este año un crecimiento superior al 5.5%.

Igualmente, el sábado la embajada de China en Buenos Aires dio a conocer un amplio entendimiento asociativo entre dirigentes del Partido Comunista Chino y dirigentes de los principales partidos políticos del sector progresista de la Argentina, especialmente la Unión Cívica Radical y el Partido Justicialista (J), que está actualmente en el poder.

Según esa publicación, Argentina y China están iniciando un proceso de muy estrecha colaboración, atendiendo y respetando las diferencias legítimas y favoreciendo las coincidencias legítimas.

Ese anuncio fue suscrito por el propio embajador de China en Buenos Aires, Zou Xiaolí, e implica el inicio de vastos proyectos industriales, educacionales y de desarrollo en territorio argentino.

Bolivia, por su parte, aparece retomando los programas pendientes del gobierno de Evo Morales, que fueron interrumpidos por el golpe de Estado de 2019, y que apuntan a la explotación e industrialización básica de los yacimientos de litio y los de tierras raras.

Es decir, en medio de esta desastrosa pandemia, América Latina parece próxima a un viraje todavía no bien definido pero que claramente exhibe un anhelo de integración equilibrada, menos ideologizada y más racional respecto de los referentes sencillos que emanan de las necesidades netas de la gente, de la gente común.

Resulta al menos aparente que en estos momentos se están enfrentando dos posiciones inevitablemente antagónicas. Por un lado, están empujando naciones y Estados de origen heterogéneo y de población abrumadoramente mestiza, engendrada por la mezcla de razas en una amorosa aventura de los deseos humanos.

Son muchedumbres que emergen de pasados generalmente dolorosos, difíciles, de situaciones y soluciones que con el tiempo se hicieron insostenibles.

Toda Asia, y toda América Latina son ahora alambiques de una alquimia de culturas, ideologías, razas, ganas y gustos, que en el paso del tiempo y de la historia han tenido que ir cambiando, han tenido que evolucionar y transformarse.

Una Rusia que triunfó siendo soviética y al final se autorefundó a partir de su propia gente, sus propias necesidades y sus mismas ganas, dejando su “sovietismo” atrás.

Una China que se sobrepuso al genocidio de las potencias imperiales y codiciosas de Occidente, y que luego se sobrepuso a su propio impulso revolucionario totalitario… y hoy sigue transformándose en un proceso que ha enamorado al mismísimo súper millonario Elon Musk.

En fin, una muchedumbre que tiene ganas de conseguir lo que le gusta. Que quiere negociar con esa instintiva inteligencia que necesita paz e intercambio ganancioso.

Bueno, frente a ellos en contra de ellos está la doctrina imperial que necesita dominar.

Unos producen gente amistosa.

Los otros producen, fabrican enemigos.

¿Quién hace el mejor negocio?

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Cuando hay ganas ¡hay peligro!

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