SITUACIÓN INTERNACIONAL
La sección internacional del informe aprobado por el Pleno del CC del pasado mes de Marzo terminaba alertando sobre la acumulación de crisis que amenazan con la inminencia de una “tormenta perfecta” en la economía imperialista, y abrimos este informe constatando que en los seis meses transcurridos desde aquel pleno, esa crisis que se sumaría a la que el imperialismo arrastra desde hace años y se ha agravado con la pandemia, parece cada día más cercana.
Todos los indicadores económicos señalan una situación agónica, hasta el punto de que los principales medios de comunicación se hacen eco de los augurios más sombríos; aunque es verdad que el tono apocalíptico de muchos de ellos, busca a menudo un efecto sedante, bien porque quien los lea llegue a considerar inevitables los males que se aventuran o porque cualquier mejora relativa de las catastróficas previsiones se tome como un bálsamo. En cualquier caso, los datos objetivos apuntan, como decimos, a un recrudecimiento de las tendencias de las que tratamos en nuestro informe anterior hasta un extremo que amenaza la estabilidad del orden económico capitalista y anticipa tormentas políticas que pueden provocar rupturas abiertas en el actual equilibrio entre las potencias imperialistas, y en el interior de cada país.
Apuntamos los indicadores de la economía capitalista que recogíamos en nuestro informe anterior:
Respecto de la Deuda Pública, en España alcanza cuotas desorbitadas: 1.425.000 millones de euros, el 122,8% del PIB (aunque llegó a ser mayor al final del primer trimestre cuando superaba el 125%); Italia, a finales del año pasado era el país del área euro con la deuda pública más alta en términos absolutos, 2,6 billones de euros (es decir dos veces el PIB de España) y el segundo en términos relativos (solo superado por Grecia) llegando a rebasar el 150% del PIB…, en las principales potencias se dispara el endeudamiento y lo hará más aún en el próximo futuro por efecto de la inflación desbocada de la que hablaremos luego y la necesidad de financiar los ambiciosos planes de ayuda puestos en marcha para intentar evitar el colapso económico como consecuencia de la pandemia.
Si tenemos en cuenta la suma de la deuda pública y privada de las naciones la suma es verdaderamente abrumadora. El diario La Vanguardia publicaba a finales de septiembre: “Es cuestión de tiempo que los conservadores fiscales de Estados Unidos y de Europa empiecen a exigir austeridad tras los multibillonarios estímulos adoptados durante la pandemia. Ya en niveles récord antes de la crisis sanitaria, el volumen de deuda –privada y pública– a escala planetaria roza ahora la cifra mareante de 300 billones de dólares, 3,5 veces más que el PIB mundial. En las economías avanzadas, la deuda pública media ha subido del 110% al 130% del PIB en un año, con un aumento explosivo en Estados Unidos y Europa: hasta el 126% del PIB en la primera economía mundial y hasta el 128% en la zona euro”…La deuda pública de las economías avanzadas ha crecido 20 puntos en un año, hasta el 130%…la mitad del aumento de la deuda global en los últimos años corresponde al sector empresarial chino, cuya deuda representa el 150% del PIB, frente al 65% del PIB correspondiente a su deuda pública.
La situación es tan dura que a finales de septiembre los diarios informaban que el techo de deuda en EEUU podría impedir al Tesoro yanqui emitir más bonos y letras, provocando un default (suspensión de pagos) y la correspondiente crisis de deuda. El diario digital El Economista se refería entonces al temor de Janet Yellen, Secretaria del Tesoro yanqui, quien advertía en una carta al Congreso de que: «Un retraso que ponga en duda la capacidad del gobierno federal para cumplir con todas sus obligaciones probablemente causaría un daño irreparable a la economía estadounidense y los mercados financieros globales».
El mismo diario indicaba que Goldman Sachs *(1) estima que el Tesoro tendría que recortar un 40% de los desembolsos que realiza en la actualidad (en aplicación de los planes de recuperación), incluidos algunos a hogares estadounidenses, si el límite máximo no se eleva o se suspende ese límite temporalmente. Esto ocurre justo ahora, cuando EEUU está desplegando unas políticas fiscales muy ambiciosas que necesitan de financiación constante. Es difícil esperar mucho alivio cuando el gigante yanqui debe gastar enormes sumas para mantener su status de primera potencia imperialista y desembolsar 3,5 billones de dólares adicionales para financiar el ambicioso programa de ayudas sociales puesto en marcha por Biden a principios de año, para evitar tensiones sociales. En definitiva, las grandes economías imperialistas llevan meses caminando al borde del abismo sobre el filo de una crisis de dimensiones desconocidas.
El diario La Vanguardia publicaba a finales de septiembre: “Es cuestión de tiempo que los conservadores fiscales de Estados Unidos y de Europa empiecen a exigir austeridad tras los multibillonarios estímulos adoptados durante la pandemia. Ya en niveles récord antes de la crisis sanitaria, el volumen de deuda –privada y pública– a escala planetaria roza ahora la cifra mareante de 300 billones de dólares, 3,5 veces más que el PIB mundial. En las economías avanzadas, la deuda pública media ha subido del 110% al 130% del PIB en un año, con un aumento explosivo en Estados Unidos y Europa: hasta el 126% del PIB en la primera economía mundial y hasta el 128% en la zona euro”…La deuda pública de las economías avanzadas ha crecido 20 puntos en un año, hasta el 130%…La mitad del aumento de la deuda global en los últimos años corresponde al sector empresarial chino, cuya deuda representa el 150% del PIB, frente al 65% del PIB correspondiente a la deuda pública
Inflación.- La “máquina de hacer dinero” a la que han recurrido los estados capitalistas para paliar la crisis, ha traído como consecuencia un aumento de la inflación. A ello debemos sumar el brusco y brutal encarecimiento de la energía que lleva la factura eléctrica de hogares, industrias y empresas a cotas desconocidas, (en España el precio del Megavatio hora a mediados de octubre era un 350% más caro que hace un año);*(2) por otra parte el proceso de reconversión capitalista hacia una producción “limpia” no basada en los combustibles fósiles amenaza con subidas aún mayores a corto plazo de la energía y los combustibles por la vía de incremento de su fiscalidad. Y debemos tener en cuenta que el aumento del precio de la energía encarece la producción, transporte y distribución de los bienes y la prestación de los servicios, por lo que es de esperar un mayor repunte de la inflación a límites que no se veían desde hace decenios, lo que a su vez incrementará el coste de los servicios públicos y de la financiación de la deuda. De ahí el gran dilema del Banco Central Europeo y otros bancos centrales: seguir con los estímulos para seguir apoyando la recuperación o retirarlos para tratar de contener la inflación y no sobrecalentar la economía.
Respecto al incremento de la especulación, como señalábamos en el informe de marzo, puede servir de referencia la profusión de criptomonedas que son uno de los principales refugios del capital especulativo y, entre ellas, el bitcoin, cuya volatilidad alcanza cotas de verdadera locura. Esta volatilidad hizo que a finales de septiembre el Banco Central de China prohibiera todas las transacciones con criptomonedas en ese país alegando que pueden “alterar el orden económico y financiero». (esa decisión hizo caer de golpe el 9% el valor del Bitcoin y un 10% el del Ethereum, otra de las criptomonedas).
Por su parte, China realiza ya pruebas de su propia moneda digital, el conocido como cyber yuan, que pretende lanzar próximamente y cuyo valor estaría avalado por el Banco Central del país. El nacimiento de esta moneda digital cuyo uso no es anónimo como el de otras criptomonedas y cuyo valor está respaldado como decimos por el Banco central chino, forma parte de la enconada pelea entre China y EEUU por el control del campo imperialista. De hecho, como señalan muchos analistas, lo que más preocupa a EEUU es que la moneda china suponga una oferta atractiva para otros países y acabe desbancando el papel hegemónico que tiene el dólar en la economía globalizada.
Tras la pandemia la recuperación de la actividad económica ha provocado paradójicamente la creación de techos en la producción (en muchas ocasiones ocasionados por la falta de trabajadores especializados) y cuellos de botella en los suministros de componentes imprescindibles en las cadenas de producción industrial.
Los bruscos cambios producidos por la aplicación de las medidas para la rápida reconversión capitalista hacia una economía “verde” han traído como consecuencia que incluso en China, la primera potencia manufacturera de la economía imperialista, estén sufriendo por el encarecimiento de los precios de la energía y, de hecho, hayan tenido que parar la producción de algunas fábricas. La subida de los precios del carbón y el uranio ha hecho que se encarezcan mucho los costes de producción y por falta de suministros energéticos en 21 de sus 31 provincias han tenido que aplicar algún tipo de restricción en el suministro eléctrico, lo que ha producido también parones en la producción de grandes industrias. Lo mismo ocurre en España, donde grandes empresas como Seat u Opel han cerrado sus cadenas de producción por la falta de componentes y otras como Sidenor han informado de su intención de realizar parones intermitentes por el coste de la energía eléctrica.
Así resumía la situación el Diario El País en su sección de Economía y trabajo, el domingo 3 de octubre 2021: El gas natural y el carbón, en máximos históricos… China, la fábrica del mundo, sumida en una ola de apagones que amenazan con causar estragos en su industria arrastrada por el gas y la subida de precio de los derechos de emisión de CO2 la factura eléctrica erosionando la capacidad de compra de muchos hogares justo después de un periodo de sufrimiento económico…“La verdad, no recuerdo precedentes de algo así”, enfatiza por teléfono Francisco Blanch, jefe de materias primas del Bank of América…A diferencia de otros momentos críticos del pasado, hoy la escalada no afecta a una única fuente de energía primaria sino a todas…Claro que hay que hacer una transición energética, pero hay que gobernarla mejor”.
Y en otro artículo de la misma sección, con el sugestivo título de Atlas de perdedores y ganadores del reto energético, añadía: “La energía es un factor insoslayable en los equilibrios de poder internacionales desde la revolución industrial…ahora un acentuado calentamiento del mercado determinado por múltiples factores); y por una profunda transformación estructural (la transición ecológica). El cuadro actual representa un significativo beneficio para grandes productores y exportadores, como Rusia, y un momento de seria dificultad para importadores como China o la Unión Europea…quedan claros grandes rasgos: el impacto será trascendental, modificando las relaciones internacionales; pondrá en dificultad a los exportadores de combustibles fósiles y otorgará mayor autonomía a otros países ahora muy dependientes; colocará el acento en la tecnología más que en los recursos primarios; en mercados regionales (de energía eléctrica) más que en globales (de petróleo o de gas natural licuado, GNL)…los desafíos se transformarán, pero no necesariamente se simplificarán. Habrá menos dependencia de hidrocarburos, pero más de otros materiales necesarios para las nuevas tecnologías…
Como vemos, realmente se suman muchas crisis y tendencias que marcan en su conjunto un panorama muy preocupante para la economía imperialista. Y a estos se unen otros de índole política que hacen aumentar la fluidez y la tensión política entre las grandes potencias imperialistas y en el interior de los Estados
Con la victoria de Biden en las presidenciales de EEUU la mayoría de analistas anunciaban el fin de la política reaccionaria y proteccionista de su predecesor Trump. Se ha necesitado sin embargo muy poco tiempo para comprobar que se mantienen las grandes líneas políticas del “trumpismo”, por cuanto la política de los gobiernos yanquis, más allá de algunas concesiones simbólicas en aspecto secundarios y formales, tiene el único objetivo de defender los intereses de los agresivos monopolios frente a la competencia.
Pero, quizá el mejor símbolo del continuismo de la administración Biden, sea el vergonzoso abandono de los ejércitos imperialistas de Afganistán. Una decisión ya prevista por el ejecutivo yanqui desde hace meses, tomada tras 20 años de ocupación y guerra contra un enemigo cuya gestación corrió a cargo en los años setenta de la propia administración yanqui, alimentado política y militarmente por sus reaccionarios aliados en la zona (principalmente las monarquías reaccionarias del golfo tan queridas por el dos veces borbón); tras 20 años de apoyo a un régimen corrupto y cobarde que se desmoronó en horas ante la presión de los fanáticos muyaidines. Todo un símbolo, como señalaba el comunicado de la CIPOML, de lo que cabe esperar del imperialismo.
En Afganistán se ha abierto un nuevo foco de pelea interimperialista por cuanto dos de las potencias (Rusia y China) que disputan con EEUU la hegemonía del campo imperialista han aprovechado la retirada de las fuerzas del bloque occidental para, aduciendo razones de índole humanitaria y estabilidad regional, acercar posiciones respecto al gobierno de fanáticos talibanes. Esto señalaba el diario La Vanguardia en su edición del 21 de octubre pasado: “Los talibanes son un movimiento declarado terrorista y prohibido en Rusia. Pero eso no ha impedido que los nuevos señores de Afganistán luzcan este miércoles sus turbantes por los exclusivos salones del hotel President de Moscú. El Kremlin, al que le interesa influir en el Gobierno de Kabul para dar estabilidad a sus aliados de Asia Central, acogió la primera cumbre internacional de los talibanes desde su llegada al poder. En ella participaron una decena de países, como China, Pakistán, India, Irán y las exrepúblicas soviéticas de Asia Central. Estados Unidos también estaba invitado, pero se descolgó en el último momento”. (Los subrayados son nuestros).
En materia de política internacional el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha venido aplicando, como decimos, la misma política de Trump: el apoyo al criminal sionismo que continúa su criminal acoso al pueblo palestino, y a las monarquías del golfo, han ido de la mano de decisiones abiertamente contrarias al derecho internacional y a los acuerdos de las instituciones internacionales, como el reconocimiento unilateral del Sáhara como parte del territorio de Marruecos, que contraviene las decisiones de la ONU que garantizan el derecho a la autodeterminación del pueblo saharahui. La implicación directa o indirecta del imperio yanqui en las atrocidades cometidas en sus colonias (desde la brutal represión de las protestas populares en Colombia y Chile, hasta el asesinato del presidente de Haiti) han sido consentidas o ignoradas por el “demócrata” Biden. Las falsas expectativas creadas por los analistas progres sobre un cambio en la política de la administración de EEUU con la llegada del nuevo presidente han quedado, como siempre, defraudadas en apenas medio año.
Y que nadie espere que algo va a cambiar en el futuro inmediato: las políticas de inmigración, el proteccionismo agresivo de su economía, la soberbia de su política militar, todos y cada uno de los elementos que conforman la política del Estado norteamericano, siguen en lo esencial siendo los que cabe esperar de una potencia imperialista en horas bajas que disputa la hegemonía de la “economía de mercado” con otro imperio capitalista ascendente como China, lo que exacerba su agresividad.
La firma del AUKUS entre EEUU, Gran Bretaña y Australia, un pacto frente a China firmado a espaldas del resto de sus aliados y suscrito por una potencia, Gran Bretaña, cuyos intereses en la zona son limitados y que recientemente ha creado una grave crisis interna al abandonar de forma abrupta la UE, es una buena prueba del grado de fluidez que están adquiriendo las relaciones entre las potencias imperialistas. La llamada a consultas hecha por el gobierno francés a sus embajadores en EEUU y Australia (bien es verdad que detrás estaba también la pérdida de un jugoso contrato para la construcción de submarinos para la armada australiana) es un hecho verdaderamente insólito, inimaginable hace apenas unos meses entre aliados.
En lo tocante a China, sorprende que fuerzas autodenominadas comunistas ignoren la agresividad de su economía de capitalismo de estado, el carácter imperialista de su política queda de continuo en evidencia. La crisis de la economía imperialista, se cierne también sobre el gigante asiático. La prensa se ha hecho eco las últimas semanas del declive de la principal inmobiliaria del país, EVERGRANDE. Esto publicaba el pasado 10 de octubre El Confidencial: “Las imágenes son más chocantes porque rara vez nos llegan noticias de protestas desde el país, y porque según los analistas internacionales que llevan años anticipando el colapso de la burbuja inmobiliaria china, este parecería ser por fin el punto de inflexión hacia una crisis”. Días después se anunciaba la quiebra de otra inmobiliaria china, Fantasía Holding.
Paso a paso crece la confrontación entre las grandes potencias y particularmente China y EEUU y aumenta también la fluidez de las alianzas y las contradicciones entre ellas. En Europa, por ejemplo, aún abierta la herida del Brexit (el Gobierno británico amenaza continuamente con romper los acuerdos con la UE para regular forma coordinada la ruptura entre ambas potencias, crecen los problemas internos, ahora con Polonia, cuyo Tribunal Constitucional, acaba de dictar la prevalencia de la legislación interna sobre las decisiones de los tribunales Europeos desatando bruscamente una intensa batalla; Alemania, incrementa sus acuerdos con Rusia para la construcción de un nuevo gaseoducto entre ambos países que evite el territorio ucraniano; tras el fiasco en Afganistán, la UE debate la creación de una Fuerza de Intervención Rápida de hasta 5000 militares, el reaccionario jefe de la diplomacia imperialista europea, Josep Borrell, señalaba:“Afganistán ha puesto en evidencia nuestras deficiencias. Tenemos que establecer nuevas herramientas militares…Si no queremos depender de los otros, tenemos que desarrollar nuestras propias capacidades, lo tenemos que conseguir. Tenemos los ejércitos, tenemos los recursos, el problema es tener la coordinación y la voluntad de movilizarlos».
Es decir, las distintas potencias imperialistas, entre cantos a la solidaridad, la amistad entre los pueblos y amor a la naturaleza, actúan implacables en la guerra económica que les enfrenta entre sí y a sus propios pueblos, y se preparan activamente para la guerra estableciendo nuevas alianzas, mejorando la coordinación y el armamento de sus ejércitos, etc. Entre tanto las tensiones y luchas crecen en todos los países, las oleadas de inmigrantes que arriesgan su vida por miles para huir de estados que colapsan en medio de esta situación convulsa no paran de crecer. Ayer fueron cientos, hoy son miles los que desde Afganistán, Siria, Marruecos, África subsahariana, Haití y tantos otros estados controlados por gobiernos títere al servicio de tal o cual potencia, en colapso económico y social abandonan todo para llegar al “paraíso” y se encuentran con alambradas, militares y la misma miseria que dejaron atrás, enfrentados por los fascistas con sus hermanos de clase a los que se les presenta como competidores en la lucha por el favor de patrones cada vez más implacables.
SITUACIÓN INTERNA
Tras unos meses de constantes tiranteces, el bloque “constitucionalista” que forman PP y PSOE ha recuperado una cierta estabilidad institucional al menos aparente, pero el fascismo de Vox se ha encarnado en el PP abriendo una batalla interna entre la Presidenta de la Comunidad de Madrid y el Secretario General del PP Casado. Cualquiera que sea el resultado final de ésta lo cierto es que la derecha fascista de Vox ha tomado cuerpo político en el PP, partido del que provienen la mayoría de sus dirigentes. Ciudadanos prácticamente ha desaparecido de modo que la disputa en el campo de la derecha se da entre dos formaciones que cada vez con menos pudor defiende abiertamente postulados propios del terrorismo fascista. En definitiva, la reaccionaria derecha “pepera” se escora día a día hacia el fascismo sin complejos y, con la excusa de disputar su influencia, cada vez recoge más claramente las ultramontanas posiciones franquistas de esa formación que sigue dando apoyo a sus gobiernos en Madrid y Andalucía y con la que ya ha manifestado que, en caso de necesidad formará gobierno de coalición.
En el seno del PSOE las aguas han estado muy revueltas, la formación del gobierno de coalición y el apoyo para ello de las fuerzas nacionalistas han ido enardeciendo paulatinamente la virulencia verbal de algunos de sus ex dirigentes, particularmente quienes encabezaron los gobiernos ultraliberales durante el mandato del siniestro y reaccionario Felipe González (A. Guerra, Rodríguez Ibarra, J. Leguina, J.L. Corcuera, entre otros). El 40º Congreso parece haber servido para cerrar heridas, a cambio de un enfriamiento entre Sánchez y sus socios de gobierno que puede terminar rompiendo su alianza.
Cuando se inicia la etapa final del mandato del gobierno de coalición se acelera la adopción o el anuncio de normas y acuerdos que aparentemente vienen a completar los compromisos suscritos en su constitución, medidas la mayoría aún a la espera de concretarse en aspectos trascendentales cuando escribimos este informe: pensiones, Reforma Laboral, Ley de Vivienda, etc.
Es cierto que los oportunistas en el gobierno han impulsado iniciativas de corte democrático las más de las veces sobre cuestiones no prioritarias en un momento en el que los trabajadores sufren en sus condiciones de vida una situación insostenible; alguna de estas iniciativas es verdaderamente innecesaria, hasta el punto de provocar un rechazo abierto en sectores populares particularmente afectados por la política del capital (es el caso, por ejemplo, de la Ley de Protección Animal en trámite parlamentario).
Otras probablemente se topen a la hora de ejecutarse con el muro de un poder judicial controlado por la derecha más reaccionaria cuando no abiertamente fascista. Esto puede pasar con la Ley de Memoria Democrática como ocurrió en Madrid cuyo anterior Ayuntamiento en el que los ciudadanistas tenían la mayoría aprobó el cambio de aquellas calles con nombres de criminales franquistas por otros de personajes democráticos, decisión que fue rechazada recientemente por el reaccionario Tribunal Superior de Justicia de esa comunidad.
Pero en aquellas cuestiones que afectan directamente al conflicto de clase, aquellas que enfrentan a la mayoría trabajadora con el capital y atañen a los intereses contrapuestos del proletariado con la oligarquía, el balance es pobre en extremo. Ni la reforma laboral, ni la reforma de las pensiones aprobadas tanto por los gobiernos del PP como del PSOE, han sido derogadas tal y como se comprometieron a hacer los suscriptores del acuerdo de constitución del gobierno de coalición.
La promesa de hacerlo sigue renovándose periódicamente cada vez con menos entusiasmo, pero los principales aspectos regresivos de estas leyes aún no se han tocado. Es el caso de la edad de jubilación, o la eliminación del “factor de sostenibilidad” incluido en la reforma de 2.011 (es la fórmula que ha servido para recortar las pensiones utilizando como excusa la necesidad de adaptar la jubilación a las arcas del Estado y la evolución demográfica del país, para asegurar la sostenibilidad de las pensiones públicas) cuya derogación siguen prometiendo los socios de gobierno, al tiempo que proponen su sustitución por un “mecanismo de solidaridad intergeneracional” que debería estar aprobado en noviembre y vendría a ser lo mismo con otras palabras.
La Reforma laboral, cuya derogación es otro de los compromisos del Gobierno de Coalición, todo apunta que va a ser objeto de cambios menores en aspectos secundarios que dejen en pie los principales recortes de las reformas anteriores de PP y PSOE. Conviene leer el “Manifiesto por la derogación de las reformas laborales”, suscrito por un amplio grupo de abogados laboralistas, en el que se recogen reivindicaciones fundamentales como: la indemnización de 45 días por año, los salarios de tramitación y el derecho de opción entre readmisión e indemnización en caso de despido improcedente, la nulidad de los despidos sin causa justificada a los trabajadores en situación de incapacidad temporal, la autorización preceptiva por parte de la autoridad laboral en los ERES y ERTES previo informe de la Inspección de Trabajo, la recuperación de la ultraactividad de los convenios o eliminar la posibilidad de descuelgue patronal de los convenios colectivos, entre otros, todos ellos derechos que se han perdido en las sucesivas reformas aún no derogadas.
O la Ley de Vivienda que se ha vendido como una profunda reforma del mercado inmobiliario que permitirá un respiro a los sectores populares y a los miles de jóvenes que no pueden acceder a ella para emanciparse, pero que, como señalaba la radio derechista onda cero se ha quedado a medio camino entre la exigencia de Podemos de limitar los precios del alquiler y la negativa inicial del PSOE a intervenirlos y finalmente opta por medidas como una ayuda económica a los jóvenes para el alquiler, o aplicar bonificaciones fiscales que pueden llegar al 90 % sobre las rentas que los propietarios obtengan en caso de bajar el precio respecto al contrato anterior en las zonas tensionadas, que intentan alterar desde fuera el coste del arrendamiento de viviendas, pero eluden la intervención de éste estableciendo un sistema público de alquiler utilizando el parque de viviendas de la Sareb, o fijar los precios máximos, por lo que, como han probado otros casos parecidos pueden terminar provocando una subida del precio que acabe trasladando gran parte de esa ayuda del inquilino al arrendador.
Entender la vivienda como un bien sujeto estrictamente a la ley de la oferta y la demanda y concebir la intervención del estado como algo externo a esa ley, mediante el pago de subsidios a los inquilinos, etc. no soluciona el problema fundamental; el acceso a la vivienda lejos de ser un derecho real, seguirá siendo una más de las vías de enriquecimiento de especuladores y fondos de inversión capitalistas a costa de las necesidades más perentorias de las masas y otra prueba de que los derechos declarativos de la constitución monárquica en aquello que atañe al interés de los ciudadanos son letra muerta. *(3)
Lo mismo cabe decir de otra de las medidas estrella del gobierno de coalición, la subida del Salario Mínimo InterprofesionaI que finalmente ha sido de un montante ridículo (15 euros mensuales) y que en un marco de auténtica impunidad del empresario como el que existe en nuestro país, sin asegurar el control de la actividad de los patronos, lo más probable es que termine produciendo, como aseguraban cínicamente los portavoces de la CEOE y de la derecha política que defienden a capa y espada la impunidad total de los sectores más depredadores y especuladores de la economía española, una reducción de la contratación y un aumento de la economía sumergida, máxime si tenemos en cuenta las graves carencias de los órganos de control y tribunales de la jurisdicción laboral y el carácter ultraliberal y reaccionario de los principales reguladores de la economía y en particular del Banco de España.
En materia de política exterior, más allá de alguna reciente decisión de orden estrictamente humanitario como la atención a Brahim Gali, lider del Frente Polisario en un hospital español para atenderle de una infección por coronavirus, el gobierno de coalición mantiene también una política idéntica, en las grandes cuestiones, a la de los gobiernos que le precedieron, incluido el abandono de sus obligaciones en asegurar el cumplimiento del acuerdo de la ONU sobre la autodeterminación del pueblo Saharaui, adquiridas como potencia colonial que fue de ese territorio.
El sistemático incumplimiento del acuerdo de alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario firmado en 1991 ante la ONU, llevó a esta organización saharaui a romperlo en octubre del año pasado. La agresividad del régimen del sátrapa Mohamed VI, en la zona, y particularmente en lo tocante a la antigua colonia española abandonada en 1975, ha crecido con el reconocimiento yanqui del territorio del Sáhara Occidental como parte de Marruecos. Todo ello ha provocado el cierre por Argelia (país que, a lo largo de 2021, cubrió el 47% de las importaciones españolas de gas) del gaseoducto que transportaba 6.000 de los 15.000 millones de metros cúbicos de gas argelino a través de territorio controlado por Marruecos. Esto ha supuesto un nuevo problema para la economía española, por cuanto ese gas deberá ser transportado hacia España por medio de buques metaneros, lo que encarecerá su coste en plena crisis energética.
Otro ejemplo de lo que decimos es la próxima celebración, en junio de 2022 en Madrid, de la cumbre de la OTAN, una organización en la que nuestro país entró tras un referéndum amañado con el apoyo de personajes como José María Calviño (padre de la ultra liberal ministra Nadia Calviño), entonces director de RTVE, entidad utilizada para manipular la información relativa a la consulta. Ninguno de los compromisos adquiridos entonces por Felipe González, el reaccionario presidente del Gobierno y Secretario General del PSOE, principal responsable de las primeras agresiones a los derechos democráticos conquistados por la mayoría trabajadora en lucha con el franquismo, para involucrarnos en ese bloque militar imperialista ha sido cumplido.
No es nueva esa situación. Y, como se ha podido comprobar, en el pacto de renovación de los órganos constitucionales tras casi tres años de parón (Defensor del Pueblo, Tribunal de Cuentas, etc.), en las grandes decisiones que afectan a la estructura de poderes del Estado y las instituciones que finalmente controlan las grandes decisiones de éste, el acuerdo entre socioliberales y PP se mantiene intacto más allá de contradicciones puntuales. Frente a la decisión unilateral de su socio de gobierno de pactar con el PP la renovación de aquellos órganos (al tiempo de escribir este informe queda aún pendiente la del Consejo General del Poder Judicial) Unidas Podemos, pidió una revisión urgente del pacto de gobierno, pero semejante reacción no es más que una inútil pataleta de impotencia.
La expulsión del Parlamento del diputado de Podemos Alberto Rodríguez en aplicación de una sentencia judicial que no conllevaba la separación del escaño a instancias de la denuncia por agresión a un policía de ideología fascista, ha sido otro escollo en la relación entre los socios de Podemos y PSOE; pero lo que ha creado más tensión entre ellos ha sido el apoyo abierto de Sánchez y su grupo a la Vicepresidenta 1ª del Gobierno, la ultraliberal Nadia Calviño en la negociación de la Reforma Laboral. La reunión entre los socios de gobierno celebrada el pasado 25 de octubre para intentar una postura común terminó sin acuerdo. Queda por ver qué hace Unidas Podemos, ahora que va quedando en evidencia la intención del PSOE de forzar su rendición o cambiar de alianzas y en qué queda el talante negociador de la líder oportunista.
La evidencia de que el trabajo político basado en el liderazgo, sin estructuras colectivas que sustenten la lucha por los derechos y la alianza en un gobierno de coalición sin cambiar ninguno de los fundamentos reales de un régimen para el que las conquistas arrancadas en la lucha por nuestra clase es únicamente un ejercicio de impotencia, repercute en unas capas populares hoy pasivas que esperan que alguien solucione su angustia frente a la inestabilidad cada vez más profunda que viven.
La despolitización a la que le ha llevado populismo solo deja como alternativa, a los más avanzados, organizarse para problemas concretos, separándolos de la lucha general y de cualquier alternativa política. De este modo, el campo popular está cada vez mas desunido, desorganizado y estancado en el trabajo parcial y desagregado de los “movimientos sociales”, que no tienen ninguna perspectiva ni alternativa para solucionar los problemas, y basan su trabajo en la vía administrativa y judicial, esperando que el Estado y las administraciones de turno den algunas migajas con las que paliar sus problemas.
En definitiva, con la perspectiva de estos dos años de gobierno de coalición entre el social liberalismo y el oportunismo, comprobamos como día a día crece la desafección de amplios sectores de las masas hacia la izquierda, lo que favorece la acción política de la derecha más reaccionaria y filofascista. El camarada Dimitrov, dirigente de la III Internacional, señalaba en 1935: “El fascismo pudo llegar al poder ante todo, porque la clase obrera, gracias a la política de colaboración con la burguesía practicada por los jefes de la socialdemocracia, se hallaba escindida, política y orgánicamente desarmada frente a la burguesía que despliega su ofensiva y los partidos comunistas no eran lo suficientemente fuertes como para poner en pie a las masas y conducirlas a la lucha decisiva contra el fascismo, sin la democracia y en contra de ella…”
Unidas Podemos, la coalición entre revisionistas y oportunistas, hace aguas, aunque lógicamente mantiene un cierto nivel de apoyo electoral porque el miedo al fascismo empuja a los sectores de izquierda a agrupar el voto. Con todo ya son varios los avisos de que esta situación puede cambiar a corto plazo. En las elecciones gallegas de junio de 2020 las corrientes oportunistas divididas meses antes, perdieron los 14 escaños que tenían en el Parlamento de esa nacionalidad; en las de Cataluña celebradas en febrero de este año, a pesar de mantener el mismo número de escaños, perdieron más del 30% de los votos; en las de Madrid del 4 de mayo, fueron ampliamente superados por la escisión Más Madrid a pesar de implicar a su máximo dirigente, Pablo Iglesias Turrión, quien abandonó la política, al menos temporalmente, tras el fiasco electoral.
La coalición entre Podemos e IU-PCE no es ni la sombra de lo que era hace apenas unos meses. Para intentar relanzarla, en la rueda de prensa en la que anunció su renuncia a todos los cargos políticos y parlamentarios, PIT nombraba como sucesora a Yolanda Díaz. La figura emergente de ésta resume a la perfección el estado de confusión que domina en el campo oportunista y revisionista. Dirigente política con cierta experiencia ha sido a lo largo de su actividad política campeona de la ambigüedad y el oportunismo políticos: como dirigente de IU en Galicia encabezó la tarea de aislar y reprimir toda oposición consecuente tanto en Izquierda Unida de Galicia como en el PCG; hábil en las formas, su posición es cada vez más cercana a la de sus socios social liberales; en un momento de confusión y división particularmente evidente en el campo oportunista y revisionista, se hace querer por unos y otros como líder capaz de encabezar la remontada sin enseñar sus cartas.
Acaba de poner en marcha un nuevo proyecto que presenta como un espacio de unidad a la izquierda del PSOE. Ella, cuyo ego es parte consustancial de su naturaleza política, presentaba este proyecto afirmando «No es un proyecto de Yolanda Díaz, no va de nombres, la protagonista es la sociedad. Pero no le pongo yo el nombre…No creo que se trate de una suma de partidos ni una suma de egos, no creo en individualidades…estoy rodeada de egos, si existe ruido es probable que me vaya”.
La idea de constituir un espacio a la izquierda del PSOE no parece descabellada. Otra cuestión es lo que pretenda Yolanda Díaz que cuida mucho de dar detalles de sus intenciones pero sí va dejando clara cuál es su orientación ideológica. Su ambigüedad es tal que, los silencios muestran claramente sus objetivos. Recientemente manifestaba: “insisto en la necesidad de posiciones nuevas sin esquemas ideológicos precocinados:…Subir el SMI no es de derechas ni de izquierdas, la Sanidad es de todo el mundo y hay que cuidarla. La gente nos ha salvado en pandemia, ahora hay que devolvérselo». Semejante exposición no augura nada bueno respecto a la meta del viaje que propone.
Los ditirambos que han dedicado a su figura algunos de los viejos dirigentes más conocidos del revisionismo desnudan el vacio al que han llegado las corrientes revisionistas en su largo camino hacia la nada.
En cualquier caso, la historia ha probado en otras ocasiones hasta qué punto el error de participar en un gobierno burgués, renunciando para ello a los objetivos revolucionarios, termina favoreciendo las fuerzas más negras de la reacción y desmoralizando a muchos de los elementos avanzados del campo popular. Esto señalaba el camarada Dimitrov en circunstancias parecidas a las actuales sobre la práctica oportunista de derechas de un “gobierno obrero”, el que constituyeron en 1923 los comunistas de Sajonia en coalición con los socialdemócratas de izquierda: “… los comunistas, al participar en el gobierno, tenían que haberse aprovechado de sus posiciones, ante todo para “armar al proletariado”, y no lo hicieron. Ni siquiera confiscaron una sola de las casas de los ricos a pesar de que la escasez de viviendas obreras era tan grande que muchos obreros no tenían donde cobijarse. Tampoco emprendieron nada para organizar el movimiento revolucionario de masas de los obreros. Procedieron en todo como los “habituales” ministros parlamentarios dentro del “marco de de la democracia burguesa”.
El reciente Congreso Confederal de CCOO ha sido un cónclave aislado de la afiliación en el que han participado exclusivamente el aparato del sindicato. La disputa entre las grandes federaciones la han capitalizado el aparato de la federación de industria y el de servicios (básicamente los cuadros de banca). El PCE se ha implicado abiertamente en la lucha interna enfrentándose abiertamente a muchos de sus cuadros más consecuentes para lograr apartar al Sector Crítico (el único que de forma organizada representaba una oposición de clase) argumentando que el “hilo rojo” ya estaba garantizado con la actual dirección y había llegado el momento se disolver el SC en la mayoría.
Lejos de ello, la oposición existe en el interior del sindicato, a pesar de los intentos de liquidar cualquier atisbo de crítica, son muchos los cuadros que ven con preocupación la inactividad, cuando no complacencia de las direcciones sindicales frente al más que posible incumplimiento del compromiso de derogación de la ley de pensiones y las reformas laborales; cuadros que exigen que el sindicato tenga una actitud más firme y decidida en la defensa de los derechos laborales continuamente ignorados o pisoteados por la patronal, en lugar de limitarse a negociar a la defensiva los EREs en grandes empresas y asegurar la defensa jurídica de los afiliados; cuadros que entienden el sindicato como una organización que debe intervenir en el conflicto de clase, agrupando el interés del conjunto de los trabajadores y batallando en la calle por el desarrollo de acuerdos que permitan proteger a quienes están más al descubierto frente a la patronal.
El Congreso ha cerrado en falso las heridas internas y no tardará en verse de nuevo abierta la lucha. A finales de año deberían estar cerradas la reforma de las pensiones y la reforma laboral. Las perspectivas, como venimos diciendo no son nada buenas: los problemas para millones de trabajadores no van a dejar de crecer. Y necesariamente una organización como CCOO deberá hacer frente a su responsabilidad. Los comunistas no podemos permanecer ajenos a la batalla sindical, escudándonos en que el aparato está dominado por bonzos y limitándonos a una crítica desde fuera. Debemos hasta el último camarada implicarnos en la pelea por recuperar el sindicalismo de clase.
Los grandes sindicatos siguen siendo las principales organizaciones que agrupan al grueso de nuestra clase comprometido activamente en la defensa de los derechos laborales, sociales y políticos de la mayoría trabajadora. Que su aparato esté copado por la aristocracia obrera y su dirección por bonzos sindicales profesionales, no es justificación para ignorarlos y abandonar la lucha, sino, bien al contrario, una razón más para implicarnos en ella.
Y sigue existiendo una visión utilitaria del sindicato al que se percibe como un instrumento al que acudir cuando se tiene un problema laboral, o para pedir consejo sobre cuestiones del trabajo. También entre camaradas del partido. Y eso debe terminar. Los comunistas no podemos permanecer al margen de la batalla por hacer del sindicato un instrumento de acción para nuestra clase. Claro que existen cuadros dispuestos a la lucha para lograrlo a los que debemos conocer y con los que debemos tomar contacto para trabajar dentro del sindicato; pero sobre todo hay miles de trabajadores que no valoran la necesidad de reforzar uno de sus principales instrumentos de acción, porque también en esto se les mantiene al margen de la política, al margen de la batalla por reforzar sus propias organizaciones.
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Notas:
*(1).- Y de crisis sabe mucho GoldmanSachs, en su momento una banca de inversión directamente implicada en la crisis de las hipotecas subprime de 2008.
*(2).-El precio de la energía sube en la OCDE a su mayor ritmo desde septiembre de 2008. Los consumidores de los 38 países del club pagan de media un 18,6% más. Y no debemos ignorar que ya en 2019, antes de la pandemia, el 7% de la población europea no podía permitirse mantener su hogar caldeado en invierno, según datos Eurostat.
*(3).- Y entre los oligarcas del sector inmobiliario, uno de los principales es la Iglesia Católica, que aprovechando un decreto del Gobierno Aznar que recuperaba un privilegio franquista con esta confesión que goza de un trato privilegiado amparado en un Concordato preconstitucional, ha inmatriculado irregularmente al menos 34.961 bienes de los que 20.014 son «templos de la iglesia católica o dependencias complementarias» algunos de ellos monumentos culturales cuya conservación y rehabilitación corre a cargo del Estado, pero su aprovechamiento lo obtiene íntegramente la Iglesia, mientras que 14.947 inmatriculaciones «no se relacionan con estos usos», como «solares, viviendas, locales, etc.» (Tomado de ElDiario.es, 16 de Febrero 2021).