PC del P: Balance 2021 y Perspectivas

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Manuel Guerra.— El 2021, bicentenario de fundada la república, encontró al Perú encallado en un pantano, sin horizonte claro, con una economía atrasada, con instituciones carcomidas por el patrimonialismo, el pillaje y la corrupción, con la gran mayoría de sus habitantes postrados en la exclusión, sin acceso al bienestar, a una educación y salud de calidad, víctimas de la criminalidad y la violencia, ganados por la incertidumbre y, en grado creciente, por la desesperanza y el pesimismo.

200 años de frustraciones. La república, entendida por los próceres, como la mancomunidad de ciudadanos libres, sigue siendo la promesa incumplida, de la que habló Basadre. Evidencia la incapacidad histórica de las clases dominantes, su naturaleza apátrida, rentista, patriarcal y racista, para quienes no existe otra forma de existencia que no sea servir de intermediarias del capital foráneo, ser cómplices del saqueo de los recursos naturales.

El modelo neoliberal que empezó a aplicarse con el primer gobierno de Alberto Fujimori, ha agravado esta situación. A través del golpe de Estado y del fraude se promulgó la Constitución de 1993 con el objetivo de allanar la rapiña de los recursos del país y la sobre explotación de los trabajadores, transformando el Estado en apéndice o subsidiario del mercado. La ideología y cultura neoliberales dispararon el desenfreno de la corrupción, cuyo destape mostró la metástasis del Estado y la sociedad construidos bajo sus parámetros, fuente de la crisis y de la inestabilidad política por la que atraviesa el Perú en la actualidad.

El triunfo electoral de Perú libre que llevó a Pedro Castillo a la presidencia de la república es la expresión del profundo descontento encarnado en los sectores populares, en especial de las regiones del interior del país, su aspiración a cambios de verdad, su exigencia a que se resuelvan los graves problemas que los preocupan: Salud y educación públicas de calidad; empleo digno; alimentación; seguridad; lucha frontal contra la corrupción y regeneración moral.

La elección de Pedro Castillo fue posible gracias al respaldo del movimiento popular, del conjunto de la izquierda, el progresismo y sectores liberales que cerraron el paso a la amenaza de Keiko Fujimori. Se trató de una victoria ajustada, evidencia de la polarización política de la sociedad peruana. El resultado ha sido un gobierno de centroizquierda con una mayoría opositora en el Congreso.

Keiko Fujimori durante la campaña contó con el respaldo de la derecha política y empresarial, del poder mediático, sectores de las fuerzas armadas y policiales, todos unidos en la defensa del modelo neoliberal y su libro sagrado, la espuria Constitución de 1993. Los sectores más ultras de este conglomerado nunca aceptaron los resultados electorales y una vez proclamado Castillo, han trabajado sin desmayo por su vacancia, echando a andar acciones sediciosas y golpistas. Paralelamente, la derecha viene ejerciendo una dura presión para hacer retroceder al gobierno, arrinconarlo, obligarlo a hacer concesiones, intentar domesticarlo o cooptarlo, como lo hizo con Ollanta Humala.

Desde el principio quedó en evidencia que Pedro Castillo y Perú Libre no estaban preparados para gobernar, pues entre sus cálculos ni siquiera imaginaron con ganar la elección. No encarnar los cambios que las mases exigen y que la patria demanda con una visión de proyecto, es la fuente de la improvisación del gobierno, de la ausencia de un equipo solvente, de la visión de corto plazo que lo domina, del encasillamiento presidencial en compromisos sindicales y políticos particulares, de la presencia en su entorno de logreros y vividores que ya han empezado a dar muestras de manejos corruptos.

Estas debilidades y los permanentes errores que comete el gobierno facilitan la estrategia reaccionaria, la que, asimismo, no es ajena a los planes del Departamento de Estado norteamericano, preocupado en mantener sus posiciones en un contexto en que la izquierda y el progresismo de América Latina ganan terreno y obtienen importantes triunfos electorales.

Con el Parlamento dominado por la oposición reaccionaria, la misma que cuenta con el respaldo de los grandes empresarios, del poder mediático, de operadores enclavados en el Tribunal Constitucional, en el Poder Judicial, en las cúpulas de las fuerzas armadas y policiales, las clases dominantes cuentan con la correlación de fuerzas a su favor y, de no modificarse drásticamente esta tendencia, tendremos más temprano que tarde a un gobierno derrotado, ya sea por la vía sediciosa o golpista, o bien por la cooptación, por el retroceso y concesiones a una derecha insaciable.

El objetivo estratégico de las clases dominantes no se reduce a hacer fracasar a Pedro Castillo; su objetivo mayor es golpear al conjunto de la izquierda y el movimiento popular, ganar la mente de ese importante sector que exige cambios de verdad. Si lo logra habrá secado la pecera, propinando a la izquierda una derrota estratégica, de la cual no podrá recuperarse en un corto o mediano plazo. Esto es lo que no ven Pedro Castillo, Perú Libre y su entorno, obnubilados como están en obtener de ventajas de corto plazo.

Lo más deseable sería que se quiten la venda de los ojos y actúen en coherencia con los grandes objetivos, es decir con una mirada estratégica de los problemas a resolver; que se convenzan que la única manera de neutralizar y revertir la correlación desfavorable es apelando al pueblo, movilizándolo y organizándolo para la lucha; trabajando de manera responsable por la más amplia unidad de la izquierda, el progresismo y el conjunto de sectores que aspiran a abrir un nuevo rumbo a nuestra patria.

La lucha por una nueva Constitución para una nueva república se convertirá en la madre de las batallas con la derecha neoliberal y para ganarla hay que entablarla en la calle, en cada pueblo, en cada sector popular, a lo largo y ancho del país. Esta gran tarea no va a provenir del Parlamento o el Ejecutivo: vendrá del torrente popular, amplio, profundo y diverso; tal ha sido siempre la característica de los cambios históricos.

Tomando en cuenta que la contradicción principal en el Perú actual se da entre el cambio democrático y patriótico versus el continuismo neoliberal, el 2021 los comunistas de Patria Roja fuimos partícipes del triunfo de Perú Libre y Pedro Castillo en segunda vuelta. Sin embargo, determinadas contradicciones con estos últimos nos han llevado a adoptar la táctica de unidad de acción y lucha, independencia, diferenciación e iniciativa. No somos parte del gobierno, saludamos las cosas positivas y luchamos contra lo que consideramos que es incorrecto; defendemos la independencia, unidad y autonomía de las organizaciones populares.

Ingresamos a un año bastante difícil para el país y los sectores populares, en el que continuarán la turbulencia, la inestabilidad, la incertidumbre; se harán presentes riesgos y amenazas, entre ellas que se desboque la bestia fascista que enseña impunemente las garras y colmillos; pero, también se hará presente, como un faro en la tormenta, la gran oportunidad que proviene de la aspiración al cambio de nuestro pueblo, de su voluntad y capacidad de lucha. Allí estaremos los comunistas de Patria Roja, ocupando nuestro lugar en este combate, siempre junto al pueblo, por la patria y el socialismo.

¡Otro Perú es posible, unidos podemos lograrlo!

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