«El misil Tochka-U fue derribado; los restos causaron terribles daños. Lo peor es la pérdida de vidas civiles: 20 muertos y 9 heridos, según los informes preliminares. Si hubiera llegado a su destino y funcionado, el radio de impacto habría sido de 500 metros: no habría quedado nada vivo», dijo el dirigente del DNR.
También añadió que el misil Tochka-U llevaba carga de racimo.
La sangre de estas víctimas está en las manos del régimen neo-nazi ucraniano y en las de todos y cada uno de los líderes de los países de la OTAN.