La ministra Yolanda Díaz es una suerte de elegida por su hermano mayor para que le traiga votos. Sánchez y su partido tienen claro que sin sus votos no hay paraíso y sus terminales mediáticas tratan a la dirigente con mesura, cariño y elogios que merece por su moderación propia de una izquierda responsable, etc. Ella responde con sonrisa, buenos modales, maquillaje y vestidos acorde. Toda una boda de conveniencia socialdemócrata para mayor gloria de sus títeres opinólogos.
Mientras, la dirección de Podemos, la ha descartado como una de las suyas porque ella no cuenta con los morados para su nuevo proyecto sumatorio- Sus asesores consideran que incluso la palabra Podemos está amortizada, agotada y ya en el rincón de la historia. Y en ese guion de culebrón turco, aparece incluso los inefables Errejón y Colau (con una ambición absoluta de seguir viviendo de la cosa), que para vengarse de Pablo, abrazan a Yolanda. Y así van cayendo los episodios uno tras otro. Admitamos que la izquierda, entendida ésta como una herramienta para erradicar el capitalismo y poner en práctica el cada vez más esclarecedor «socialismo o barbarie», está muy pero que muy lejos de estas cuitas con personajes de reparto (de pequeños botines).