Una historia de pies negros

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El Lince.— China ya tiene su tercer portaaviones. La cosa está así: EEUU tiene 11, China 3, Gran Bretaña 2, Italia 2, India 2, Rusia 1, Francia 1 y Tailandia 1. Australia y España tienen cada uno otro buque que tiene capacidad para más helicópteros que aviones. Técnicamente, lo llaman portaaviones ligero.

 

¿Por qué es importante este tercer portaaviones chino? porque es el más avanzado del mundo en estos momentos aunque hay quien dice que EEUU tiene uno, de esos once, que le supera. Pero esa superioridad va a durar nada y menos porque China ya ha anunciado que comienza a construir su cuarto portaaviones que superará al que acaba de botar y en este ha tardado solo cinco años. Por eso la botadura del portaaviones chino ha supuesto un «choque cultural» (sic) para EEUU, que se creía invencible en este aspecto. Fijaos que no se habla de «choque militar» sino cultural. Que los chinos hayan dominado una tecnologia en la que EEUU se creía muy superior es lo que los pone los pelos de punta, al tiempo que indica por dónde corren los aires del nuevo mundo que vivimos.

Esta es la historia de un pueblo indoblegable, con miles de años a sus espaldas y con una determinación desconocida en Occidente. Y por eso la OTAN va a incluir a China como «amenaza» en su próxima reunión de Madrid. Un dato de que esto va a ser así: Japón y Corea del Sur van a participar en la misma, al igual que Ucrania. Seguro que China ha tenido en cuenta esta reunión de la OTAN de la semana que viene y por ello ha decidido botar su tercer portaaviones haciéndolo coincidir con una fecha señalada en el país: la primera prueba exitosa de explosión de una bomba de hidrógeno.

¿Alguien escucha en Occidente? Por supuesto que no. Occidente es el ombligo del mundo y se resiste a aceptar la realidad, que su hegemonía desaparece con la velocidad del azúcar en una taza de café. Para Occidente todo lo que hay fuera de él o no importa o es desconocido. Lleva el colonialismo en su ADN.

Hay un refrán castellano, epítome del conformismo, que dice que «más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer», y es por eso que lo desconocido asusta en Occidente, y es desconocido por la prepotencia, arrogancia y neocolonialismo occidental que nunca, jamás, acaso, ni, que junto con el no son todas las formas de negación en castellano, ha mostrado el menor interés en entender a otros pueblos, solo ponerlos bajo sus botas. Y cuando esos pueblos se rebelan ante esas botas, no se intenta conocer las causas sino que son considerados una amenaza. Por eso cuando ve algo que rompe su imaginario neocolonial, ese en el que Occidente civiliza a los bárbaros, en el que muestra su superioridad ante los inferiores, habla del «choque cultural» o la «amenaza».

Esta es la historia del gran logro chino, adaptada por mí de lo que he recogido de medios chinos. Sea así o no, se haya endulzado o escrito a propósito para los chinos (que ya me estoy imaginando los comentarios, y ya se sabe que en Occidente lo que prima es la verdad absoluta, como está quedando acreditado con lo que se dice de Ucrania), es algo que merece la pena.

Érase una vez un país que en 1970 comenzó a pensar en la idea de un portaaviones, aunque a nivel teórico porque ni tenía medios ni recursos. Había roto con la URSS, por lo que no tenía acceso a su tecnología, y aún andaba con muchos problemas a nivel interno. Tanto que, se dice, los propios chinos lo dicen, había muchos pueblos en China en los que era un lujo comprar zapatos, sobre todo en el sur, por lo que los campesinos eran denominados «los pies negros».

Si hay algo que caracteriza a este pueblo es su fe en el futuro. Y esperó. En 1982 Australia retiró su portaaviones del servicio, lo comenzó a desguazar y lo vendió como chatarra. Los chinos compraron esa chatarra. Miraron pieza por pieza y copiaron lo que pudieron. Lo que para Occidente eran desechos, para China era esencial. Ya tenían algo para comenzar. Y lo hicieron.

Para no despertar muchas sospechas, China se dirigió a España (que estaba con aquello de «OTAN, de entrada no») para comprar documentación de diseño de los productos de portaaviones ligeros españoles y, sobre todo, del que estaba construyendo para Tailandia. No cuajó, pero sí se aceptó formar a ingenieros chinos en ello. Esto duró desde finales de la década de 1980 hasta 1995. China no era ninguna «amenaza» para Occidente. Para estos neocolonialistas, seguía siendo un pueblo atrasado lleno de «pies negros».

Pero China miraba y miraba. En 1995 Rusia se deshizo de un viejo portaaviones soviético. China lo compró y lo desmenuzó para estudiarlo pieza por pieza. Un año más tarde intentó hacer algo parecido con Francia, que también jubiló un viejo portaaviones, pero Francia se negó. Pero a China ya le dio igual porque tenía información suficiente. Y entonces llegó Ucrania. Tenía un portaaviones soviético en relativo buen estado, el «Varyag», pero lo que no tenía era dinero. China sí. Bueno, China aquí jugó al despiste porque quien lo compró como chatarra fue una empresa de Macao. Pero resultó que los ucranianos se preocuparon más del dinero que de la chatarra. Y en esa chatarra había un tesoro: casi 40 toneladas de documentos de todo tipo, incluyendo planos del portaaviones y de algunos de los aviones que portaba.

Occidente se dio cuenta de lo que pasaba, que China estaba detrás, y entró en acción. A través de la OTAN, se intentó hacer todo lo posible porque ese barco, útil en un 68%, no llegase a China. Así, Turquía, miembro de la OTAN, impidió durante un año que el barco atravesase el estrecho del Bósforo (recuerdo que estaba en un puerto ucraniano). Pero entonces todavía no existía eso de «orden basado en reglas», por lo que aboga ahora Occidente (o sea, su orden y sus reglas), y China apeló al derecho internacional y el barco pasó.

¿Prueba superada? Pues no. Por presiones occidentales Egipto impidió que el barco pasase por el canal de Suez, por lo que tuvo que rodear toda África hasta llegar a China. Os recuerdo que era un barco que sólo era útil en un 68%, por lo que el riesgo de hundimiento en un viaje tan largo era algo probable en caso de alguna tormenta fuerte. Pero hubo suerte y no se encontró con ninguna, teniendo que entrar en algún puerto de vez en cuando.

Por fin, seis años después de la compra, el «Varyag» llegó a China. Era el año 2002. El tesoro estaba a salvo. Ese tesoro fue estudiado durante tres años con la minuciosidad con que hacen todo los chinos. En 2005 comenzó el programa oficial chino de construcción de un portaaviones. Siete años más tarde, en 2012, el «Varyag» había sido reparado y cambiado de nombre, «Liaoning». A finales de ese año, el primer avión despegó y aterrizó en el mismo.

El «Liaoning» es una escuela, y lo sigue siendo. Para marinos, pilotos, ingenieros, inventores, innovadores, … Un año más tarde, en 2013, China inició la construcción de su segundo portaaviones pero tomando como modelo el «Liaoning». Era una copia casi al cien por cien. Casi. Ese casi ha sido determinante para este tercero.

A ese segundo portaaviones le llamaron «Shandong» y mejoró el sistema de despegue de los aviones. En 2017 se procedió a la botadura con un «casi» significativo: si el «Liaoning» tiene capacidad para transportar 24 aviones y 12 helicópteros, el «Shandong» lleva los mismos helicópteros pero 8 aviones más.

Y ahora, en 2022, China pone en funcionamiento el «Fujian», el más moderno y avanzado del mundo (o el segundo, si se quiere). Un portaaviones cada cinco años. Nadie puede seguir este ritmo. La diferencia con los otros es que puede llevan más aviones y helicópteros, además de aviones de alerta temprana (los famosos AWACS en terminología de EEUU). China no ha indicado aún el número de unos y otros, pero al ser un portaaviones más grande que los anteriores la cuestión está clara y el número de aviones que portará estará por encima de los 50 y cerca de 20 helicópteros.

Por lo tanto, ahora vamos a contemplar el siguiente paso que será, con toda probabilidad, un portaaviones atómico, más pesado y más grande. Y ello acompañado con los buques que escoltan a estos barcos, en los que China ya supera (en número y modernidad) a EEUU. Al mismo tiempo, China iguala el número de portaaviones de EEUU en Asia, por lo que los estadounidenses van a tener que retirar portaaviones de otras zonas del mundo para mantener la superioridad en la zona y seguir molestando a China. Al retirar de sus aguas tal amenaza, algunos pueblos del mundo le deberán una, otra, a China por ello.

Los campesinos «pies negros» estuvieron listos para soportar privaciones y la revolución siguió adelante. Con zig-zags, usando, apoyándose y criticando al capitalismo (como ocurre ahora; aunque se da una mezcla de planificación centralizada e “iniciativa privada”, hasta ahora sensacionalmente eficiente), pero manteniendo el rumbo.

La botadura del nuevo portaaviones chino ha ido acompañada de la siguiente cita: «Desde el barco rojo (donde se fundó el Partido Comunista de China) hasta el súper portaaviones rojo, el camino de nuestros cien años de lucha sin duda ha verificado esta frase del compañero Mao: ¡Que tiemblen ante nosotros esos reaccionarios internos y externos! Que digan que no podemos hacer esto o aquello. ¡Los incansables esfuerzos del pueblo chino seguramente lograrán sus objetivos de manera constante». 

La historia es irreversible. Por mucho que EEUU y su mastín OTAN ladren sobre la «amenaza china». Aunque, a lo mejor, es por esto.

El Lince

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