El instante del asesinato de mi tío el bebé, Braulio González García, la noche del 24 de diciembre de 1936, cuando los falangistas entraron en nuestra casa buscando a mi abuelo y le destrozaron la cabeza arrojándolo violentamente contra la pared, lo recoge el director, Carlos Reyes Lima, de forma impecable en su documental, “La memoria interior, los fusilados de San Lorenzo”. El testimonio de mi padre, testigo directo del horrendo crimen junto a sus hermanos, mi abuela y mi tía abuela eriza la piel. Calla bocas negacionistas herederas directas del fascismo aunque sean lobos con piel de cordero.
¿Cuánto dolor de más nos van a producir ejerciendo el encubrimiento de este asesinato? Negándole su existencia en la historia del genocidio canario.
Gracias a creadores comprometidos y sin miedo queda reflejada la verdad incómoda para los esbirros de Falange, el recuerdo imborrable de un niño de cuatro meses que merecía seguir viviendo poco antes del brutal fusilamiento de mi abuelo.