José Díaz Ramos: la levadura de un partido que sí luchó por el pan

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«No basta con el entusiasmo y la voluntad; es necesario organizar, organizar siempre, y que las fuerzas organizadas marchen siempre en filas compactas hacia la consecución del objetivo propuesto. El genio de la revolución mundial, Lenin, dijo “que la revolución no se hace, sino que se organiza”. Y esto mismo os decimos nosotros, os dice el Partido Comunista: que a la represión de este Gobierno, a los propósitos claros de hundirnos en el infierno fascista del hacha y del patíbulo, nosotros tenemos que oponer y oponemos ya la lucha organizada” (Pepe Díaz, junio de 1935)

 

José Díaz Ramos nació en mayo de 1895 en el obrero barrio de la Macarena de Sevilla. Desde temprana edad (entre los once y los doce años), hijo como era de un obrero panadero y una cigarrera de la Real Fábrica de Tabacos, se vio en la necesidad de dejar los estudios escolares para comenzar a trabajar como aprendiz de panadero. Esto marcará su ampliamente corroborado carácter sencillo, humilde y abnegado, que con tanta cercanía era percibido por la clase a la que defendió. Terminada su formación a los diecisiete años, trabajaría en distintas panaderías hasta el año 1932, cuando el PCE lo liberaría de sus obligaciones laborales.

Inicios en la lucha. La CNT como marco sindical

En 1917, Pepe, como le conocían sus compañeros, ya estaba afiliado a La Aurora, la sociedad de obreros panaderos que operaba en Sevilla y que formaba parte de la CNT. El valor estratégico del control de un producto de primera necesidad y las pésimas condiciones laborales (nocturnidad, falta de higiene, calor y larguísimas jornadas) de los obreros panaderos, ayudarían a que La Aurora se destacara como una de las sociedades más combativas e importantes en el movimiento obrero de la ciudad. Esta combatividad estuvo marcada no solo por las luchas por las mejoras propias del gremio, sino por la solidaridad con el resto de trabajadores, cuando, por ejemplo, exigían entre sus reivindicaciones la no elaboración de pan falto de peso, lo que da idea de una importante extensión de la conciencia de clase.

Probablemente, y según camaradas coetáneos a Díaz como Manuel Delicado, la sindicación en la CNT se produjo más por motivos de combatividad que por adscripción ideológica. Ante una UGT más moderada y subordinada a los intereses del PSOE, Pepe Díaz y sus compañeros de la famosa Casa Cornelio[1]optaron por militar en la CNT.

Trienio bolchevique[2], dictadura y cárcel. Primeros contactos con el comunismo

Pepe Díaz se mostró partidario de la acción “terrorista” no solo como método de lucha revolucionaria (propio del movimiento anarquista de la época), sino como arma para intervenir en las relaciones laborales ante unas autoridades claramente posicionadas con la oligarquía. Es así que, en el período del Trienio Bolchevique, Díaz ya participa en diversas acciones violentas, como él mismo reconoce en sus notas biográficas. Fue, no obstante, en el año 1923 y en el marco de la recién iniciada dictadura de Primo de Rivera que a Pepe se le encomendó una misión que hubiera sido de gran impacto histórico: el asesinato del rey Alfonso XIII.

Con esa misión, parte a Madrid junto a un compañero cenetista, pero ambos son detenidos al poco de llegar y encarcelados. Después de diez meses son puestos en libertad por falta de pruebas. Sin embargo, fue esa estancia en la cárcel la que le permite entrar en contacto con el Socorro Rojo Internacional y adentrarse en el comunismo.

A su vuelta a Sevilla, pasa a militar en el PCE junto con otros compañeros ya mencionados y se le encomienda la reorganización del partido en Andalucía, donde se distingue definitivamente como líder y organizador obrero.

República, Frente Popular y Guerra

En 1932, Pepe Díaz es nombrado secretario general del partido, iniciando con el tiempo una nueva etapa que daría un giro al sectarismo de la táctica de “clase contra clase” defendido por la anterior dirección. En su lugar, el dirigente comunista inició una táctica de trabajo amplio entre las masas, para lo que se organizaron o reforzaron diversas entidades tales como la Unión de Estudiantes Comunistas, El Socorro Rojo, la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios o la Asociación de Amigos de la Unión Soviética, que contó con miembros como Valle-Inclán, Victoria Kent o Pío Baroja.

En este sentido, su labor más destacada fue sin duda la progresiva lucha por la creación de un frente amplio antifascista, fascismo del que la Internacional Comunista lanzaba serias advertencias. Esta comprensión de la situación histórica llevó a la aplicación de una línea política que, a pesar de que hoy pudiera verse “de perogrullo”, no era favorecida por la realidad de las relaciones políticas en el seno del bando republicano (como se vio antes y durante la guerra). El partido participó activamente en la creación del Frente Popular y, liderado por Díaz, fue el primero en comprender la necesidad de la organización militar de todo el pueblo para enfrentar el golpe de Estado: así se plasmó la creación del V Regimiento.

Exilio y muerte

Después de jugar un papel protagónico en la defensa republicana, cuyo desarrollo detallado escapa a las pretensiones de estas líneas, Pepe Díaz se vio obligado al exilio, muriendo en Tiblisi en 1942 tras una larga y dolorosa enfermedad que le acompañó probablemente desde muy joven y de la que no pudo soportar más el sufrimiento. En su sacrificio militante, su perspicacia política y su saber estar entre la gente, nos miramos los que aspiramos a ser dignos herederos de su memoria, dignos de ser llamados comunistas.

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[1] En esta taberna se reunían anarcosindicalistas como el propio Manuel Delicado, Saturnino Barneto, Antonio Mije o Manuel Adame. Todos ellos formaron parte del trasvase de sindicalistas desde la CNT al PCE a mediados de los años veinte, participando decisivamente de la reorganización de un desmadejado PCE durante la dictadura de Primo de Rivera. Como consecuencia de esa herencia sindical, Sevilla sería entonces un núcleo de gran influencia comunista en el seno del movimiento obrero, dentro del escaso impacto general del partido en la España de finales de los veinte. La Casa Cornelio sería literalmente fusilada al poco de proclamarse la II República en el año 1931, por considerarse sede de los movimientos comunistas y anarcosindicalistas revolucionarios que habían sido el germen de la huelga general conocida como la Semana Sangrienta.

[2] Se conoce como Trienio bolchevique al convulso periodo que va de 1918 a 1920 debido a la crisis económica producida por la Gran Guerra, con la revolución soviética como telón de fondo.

Publicado en la revista Red Roja nº13, Noviembre 2017

 

Fuente: redroja.net

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