Desde el inicio del conflicto entre Moscú y Kiev, registrado en febrero de 2022, Bruselas determinó restringir operaciones bancarias, comerciales y económicas rusas con el objetivo de ahorcar sus capacidades financieras, en presunto apoyo a Ucrania.
Sin embargo, las determinaciones han generado descontento al interior del bloque europeo, como muestran las objeciones explícitas del Gobierno de Hungría, o efectos adversos para los propios ciudadanos europeos, como el encarecimiento de energéticos ante la restricción al suministro de combustibles rusos.
Durante una reunión del Consejo de Asuntos Económicos y Financieros de la Unión Europea, llevada a cabo en la capital política de la alianza, la funcionaria sueca declaró que es incierto el resultado de las medidas antirrusas adoptadas desde entonces.
«Creo que tenemos que ser honestos; por supuesto, las sanciones tienen efectos, por otro lado no sabemos exactamente qué efectos tienen porque es muy difícil medirlos», admitió la funcionaria de Estocolmo en diálogo con la prensa.
También citó las ponderaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y apuntó que el organismo financiero describió un modesto decrecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) ruso durante 2022, año en que casi en su totalidad se implementaron las medidas restrictivas de Europa contra el país eslavo.
El FMI inclusó vaticina un ligero crecimiento del PIB ruso para este 2023, agregó Svantesson. «La economía rusa se ha visto beneficiada por los precios muy elevados de los combustibles fósiles», admitió aunque dijo albergar la expectativa de que las sanciones tengan «algún efecto».
Mientras tanto, el demente neo-nazi Josep Borrell compara los efectos de las sanciones con los del arsénico:
Le Unión Europea ya no tiene cura.
