“Primero, cuídense ustedes mismos y a su país, nosotros cuidaremos de los nuestros”, dijo el primer ministro georgiano, Irakli Garibashvili, en reacción a las recientes declaraciones de Zelenski, quien pronunció el viernes un discurso dirigido a los georgianos, en el que afirmaba el pueblo ucraniano desea al país el éxito “democrático y europeo”.
Hablando en una entrevista concedida el domingo al canal de televisión georgiano Imedi, Garibashvili afirmó que cuando una persona que su país está en guerra encuentra tiempo para comentar sobre una manifestación destructiva de varios miles de personas, “es una clara evidencia de que está interesada en que suceda algo en Georgia y provoque un cambio”, aseveró el político.
Tras recordar las recientes declaraciones de políticos ucranianos como el alcalde de Kiev, Vitali Klichkó, y el líder del partido gobernante, David Arajamia, sobre la necesidad de un cambio en Georgia, el premier georgiano dijo que estas afirmaciones sobre un supuesto golpe de Estado “es una interferencia directa” en asuntos de Georgia.
Protestas en Georgia
Desde la semana pasada, Tiflis, la capital, es escenario de las manifestaciones masivas después de que se aprobara por mayoría parlamentaria un proyecto de ley “georgiano” que obligará a las organizaciones georgianas que perciben más del 20 % de sus ingresos del extranjero a registrarse como “agentes del extranjero”, so pena de sanciones.
Entre tanto, la presidenta de Georgia, Salomé Zourabichvili, ha declarado tras las protestas que defiende la postura de los manifestantes, ya que pone en peligro las esperanzas de Georgia de entrar en el club de los Veintisiete. Sin embargo, el Parlamento puede anular el veto de la mandataria.
A su vez, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea (UE), Josep Borrell, aseguró que la normativa es “incompatible con los valores y estándares” del bloque, y advirtió que su “adopción final podría tener serias repercusiones” en las relaciones entre Tiflis y Bruselas, lo que afectaría los esfuerzos de la exrepública soviética para entrar en el bloque comunitario.
Es que el control de las miríadas de oenegés financiadas por «Occidente» que pululan como bandadas de moscas por los países objetivo de la OTAN podría poner en peligro la estrategia de las fascistas «revoluciones de colores». Esto es lo verdaderamente «incompatible con los valores y estándares” del bloque eurofacha, como dice el llúdriga Borrell, y lo que podría tener serias repercusiones porque no podrían utilizarlas como palanca para provocar sus guerras criminales. No me controle usted mis cascos blancos ni me intervenga sus platós de escenificar ataques con gas camelo.