«Los enormes problemas planetarios con la ecología, el clima, la desigualdad social y la violación de los derechos de minorías y mayorías son completamente reales.
Pero el problema mucho mayor es el otro: el sistema capitalista mundial, que es el principal culpable de todo esto, ha secuestrado y se ha apropiado de todas las agendas antisistema, reemplazando la lucha real de los ciudadanos y los trabajadores con las actuaciones de hordas de subvencionados que organizan eventos masivos para ignorantes y crédulos.
Alguien ha señalado con razón que si la naturaleza fuera un banco, se habría salvado hace mucho tiempo. Es imposible salvar la naturaleza y la humanidad sin destruir el capitalismo.
En el mundo actual, no ha quedado espacio para concursos, competencia o peleas entre sistemas, donde los derrotados respetarían las reglas del juego.
Hay una guerra sin reglas, dirigida a la derrota completa del enemigo, donde, por un lado, una alianza indestructible de corporaciones transnacionales con capital financiero, y por el otro, la humanidad, que se distrae, se adormece con sonajeros de noticias y concursos de belleza (cada vez es más difícil entender cuál de los dos programas es peor).
Pero así como la crueldad generalmente engendra y reproduce la crueldad, la estupidez generalmente solo engendra estupidez. Sin cultura, educación, análisis crítico y la capacidad de escuchar otras opiniones, nuestras mejores intenciones nos llevarán de trampa en trampa y de decepción en decepción.
A medida que el cerebro muere sin oxígeno, el corazón humano se atrofia sin música y poesía. La cultura y la educación son la única y más escasa vacuna contra el virus de la vulgaridad del mundo.
Hasta que aprendamos a escuchar, ver y sentir, no tendremos ningún derecho. De lo contrario, el sistema continuará castrándonos con nuestras propias consignas».
