Pedro Rioseco.— Con los mismos ideales de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, el pueblo cubano, a 70 años de esa gesta heroica, sigue firme en la defensa de sus conquistas, independencia y soberanía.
Porque como dijo entonces el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en su alegato de autodefensa en el Hospital Civil de Santiago de Cuba, rodeado de bayonetas caladas para intentar amedrentarlo: «cuando los pueblos alcanzan las conquistas que han estado anhelando durante varias generaciones, no hay fuerza en el mundo capaz de arrebatárselas».
En esa defensa, que pasó a la posteridad como La historia me absolverá, Fidel denunció los crímenes de la tiranía y la acusó de pretender juzgar el derecho de los hombres a ser libres, e intentar resquebrajar las bases mismas de la existencia de Cuba como nación civilizada y democrática.
Es cierto que el llamado Programa del Moncada, expuesto en ese momento, se cumplió cabalmente en los primeros años posteriores al triunfo de la Revolución, el 1ro. de enero de 1959. Pero también lo es que el hostigamiento de Estados Unidos durante más de seis décadas de bloqueo económico, comercial y financiero ha obstaculizado el desarrollo económico y social del país, en un empeño genocida por asfixiar a su pueblo y culpar de ello al Gobierno, para intentar la subversión interna.
Los seis puntos planteados por Fidel hace 70 años, como la brújula hacia cuya solución se dirigirían los esfuerzos de la Revolución si hubiera logrado triunfar entonces, se mantienen totalmente vigentes, y su continuidad y consolidación en función del bienestar del pueblo siguen siendo un objetivo principal.
«El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo. He ahí concretados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos, junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política», proclamó entonces el Comandante en Jefe.
La primera Ley de Reforma Agraria se firmó el 17 de mayo de 1959, en La Plata, Sierra Maestra, para liquidar el latifundio, la aparcería, y redistribuir las tierras a unos 100 000
campesinos que vivían y morían trabajando tierra ajena.
La Revolución benefició a unos 400 000 obreros industriales que vivían en infernales cuarterías, con salarios que pasaban de manos del patrón al garrotero, y cuyo futuro eran la rebaja y el despido. Desarrolló la industrialización para ir, gradualmente, dejando de ser un reservorio de materias primas e importador de productos terminados. Aun cuando todavía no hemos alcanzado la necesaria eficiencia, tanto en la industria como en la agricultura, seguimos luchando por ella.
Frente a 600 000 cubanos que estaban sin trabajo en 1953, Cuba cerró 2020 con una población en edad laboral de 7 096 000 personas, activas 4,7 millones, para un 66,4 %, de ellas 1,4 millones en el sector no estatal, y una tasa de desocupación de 1,7 %, según fuentes oficiales.
Entre las primeras medidas de 1959 estuvieron la creación del Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados, para restituir al país el patrimonio robado por gobiernos de la seudorrepública; la intervención de las compañías extranjeras, y la mejoría de las condiciones de labor, estabilidad y salariales de los trabajadores.
Prioridades del Programa del Moncada fueron la educación y la salud, reflejadas por Fidel en su alegato, cuando calificó de inconcebible que hubiera niños que murieran sin asistencia médica, que el 30 % de los campesinos no supiera firmar y el 99 % no conozca la historia de Cuba. Surgieron así, tras el triunfo revolucionario, el programa integral de salud pública y la reforma educacional, convirtiendo cuarteles en escuelas, construyendo aulas, formando miles de maestros, y creando la Campaña Nacional de Alfabetización durante todo el tercer año de Revolución.
El 22 de diciembre de 1961, al declarar al país Territorio Libre de Analfabetismo, Fidel informó que habían sido alfabetizados 707 000 cubanos, y el índice de analfabetismo quedó reducido al 3,9 % de su población total, ubicándola como un ejemplo en el mundo, gracias al esfuerzo de más de 300 000 participantes en la Campaña, la mayoría luego convertidos en profesionales.
Impresionantes también han sido los logros obtenidos en la salud pública universal y gratuita, con la erradicación de enfermedades endémicas, gracias a la vacunación masiva de la población, y la disminución sostenida de la tasa de mortalidad infantil.
La Revolución creó un sistema nacional de Salud con 11 550 consultorios, 451 policlínicos, 507 servicios estomatológicos, 152 hospitales, 142 hogares maternos, 233 casas de abuelos, 144 hogares de ancianos y 13 institutos de investigación, todo lo cual contribuyó a que tengamos una esperanza de vida, al cierre de 2020, de 75,33 años para los hombres y 80,15 para las mujeres.
Cuba se ha posicionado en estas seis décadas como un país de hombres de ciencia, demostrado en la reciente pandemia de la covid-19, con sus vacunas propias; consolida su posición como destino turístico preferido en muchas naciones, por su tranquilidad ciudadana, y muestra un gran desarrollo en la cultura y en el deporte.
Aunque muchos desafíos se mantienen y otros nuevos han surgido, como el envejecimiento progresivo de la población, jamás el pueblo cubano renunciará a las conquistas obtenidas, otorgándole particular prioridad a la defensa de su soberanía, para continuar perfeccionando nuestro socialismo.
#CubaSiBloqueoNo..
Mi Solidaridad con el Pueblo Hermano de CUBA por su plena SOBERANÍA..
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