Lanzado formalmente el 4 de febrero de 2004, el futuro imperio de Mark Zuckerberg comenzó como un modesto «directorio de información para estudiantes universitarios». La plataforma inicial fue montada por el futuro multimillonario estadounidense y varios de sus compañeros de Harvard solo en unas dos semanas.
La empresa tardó solo cuatro años en superar a su rival Myspace para convertirse en la plataforma de medios sociales número uno del mundo. Veinte años después de su fundación, Meta, la empresa matriz de Facebook, ha llegado a ser un gigante tecnológico, con más de 3.000 millones de usuarios activos mensuales en su servicio estrella y un valor de mercado superior al billón de dólares.
A medida que se acercaba el 20 aniversario de la fundación de la empresa, los medios empezaron a publicar una serie de informes elogiosos sobre el pasado de Facebook, los buenos momentos y sus ambiciosos planes inspirados en la ciencia ficción, incluida la creación de inteligencia artificial general.
Sin embargo, bajo la superficie de todas estas impresionantes historias se esconde una realidad más oscura de manipulación y programación social, censura y francos intentos de controlar la narrativa por parte de los gobiernos occidentales, las grandes empresas y las agencias de inteligencia.
A medida que estadounidenses, europeos y otros ciudadanos del mundo se registraban, se conectaban y ofrecían voluntariamente información privada por la que las empresas y las agencias de inteligencia habrían pagado una fortuna hace tan solo unas décadas, varias fuerzas poderosas se dieron cuenta rápidamente de la importancia de recopilar y manipular esta nueva forma de interacción humana.
«Está claro que las agencias de inteligencia de todo el mundo, no solo las de EEUU, pueden utilizar Facebook en su beneficio», declaró a Sputnik Ryan Hartwig, antes contratista de Facebook, ahora su denunciante y coautor de Behind the Mask of Facebook: A Whistleblower’s Shocking Story of Big Tech Bias and Censorship.
«El Gobierno blanquea su censura a través de varias ONG e instituciones en nombre del Gobierno estadounidense», indicó Hartwig, señalando, en concreto, un informe de 2021 del Observatorio de Internet de Stanford Combating Information Manipulation: A Playbook for Elections and Beyond, en el que se describen claramente las herramientas que utiliza la empresa para «eliminar la difusión de información maligna» en las redes sociales.
El autoproclamado Ministerio de la Verdad
En su libro, escrito junto con el abogado Kent Heckenlivy, Hartwig relata cómo, mientras trabajaba como moderador de contenidos en Facebook en la década de 2010, fue testigo de la inquietante transformación de la plataforma. Según él, después de las elecciones de 2016 Facebook se estaba convirtiendo en una herramienta para suprimir sistemáticamente las opiniones conservadoras y elevar las liberales, así como para suprimir algunas formas de supuesta incitación al odio mientras se amplificaban otras.
Igualmente, la censura del gigante de las redes sociales no solo afecta a los conservadores, sino también a los grupos de izquierda no liberales que critican al complejo militar-industrial estadounidense, al imperio farmacéutico y a otras fuerzas de élite.
Entre los casos documentados de censura por parte de Facebook figuran la supresión de críticas a la política de inmigración estadounidense y europea, las políticas climáticas, las vacunas y los mandatos de vacunación, las críticas a la propia Facebook y las peculiaridades de la política exterior de EEUU. Las publicaciones sobre estas cuestiones en ocasiones se eliminan directamente, pero con mayor frecuencia se ocultan o se suprimen sin que los usuarios sean informados mediante el complejo algoritmo de la plataforma, que no es de código abierto.
En 2021, el medio The Intercept obtuvo una amplia lista secreta de 100 páginas Personas y organizaciones peligrosas de Facebook que, aunque estaba diseñada para atacar a extremistas, criminales y terroristas, resultó incluir a una serie de grupos profundamente implicados en la lucha contra los yihadistas en Oriente Medio, como Hizbulá, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) y los hutíes de Yemen.
Cientos de grupos de milicias armadas con sede en Estados Unidos (cuyas actividades están protegidas por la Constitución de Estados Unidos) también estaban en el punto de mira, al igual que una serie de grupos partidarios de Trump mezclados con los de neonazis.
En 2022, Facebook introdujo una serie de excepciones a sus normas contra la incitación al odio para permitir a los usuarios publicar mensajes explícitamente rusófobos, amenazar de muerte a funcionarios rusos, utilizar un lenguaje deshumanizador para referirse a las tropas rusas e incluso elogiar al regimiento neonazi Azov, a pesar de que el gigante de las redes sociales prohíbe los contenidos de ideología nazi y neonazi.
«Facebook manipula la opinión pública suprimiendo opiniones impopulares o permitiendo excepciones noticiables para la gente que les gusta», explicó Hartwig, señalando que esto se extiende no solo a cuestiones de gran renombre, sino incluso a detalles extremadamente minúsculos que rozan la psicopatía.
«Por ejemplo, crearon una norma específica para proteger a Greta Thunberg de ser atacada o llamada Gretarded», recordó el exmoderador de contenidos, refiriéndose a la activista climática.
«Normalmente, se permite llamar retrasados a personajes públicos, incluso a personas jóvenes como Greta. Facebook hizo una excepción para protegerla», declaró Hartwig.
«Esto es realmente una guerra de quinta dimensión y, utilizando Facebook, las agencias de espionaje pueden influir en la opinión pública mucho más fácilmente que nunca», cree el denunciante.
Herramienta de manipulación electoral
En 2020, preocupado por lo que consideraba una flagrante interferencia en las próximas elecciones federales de EEUU, Hartwig se puso en contacto con Project Veritas con imágenes de cámara oculta y otra información que documentaba las sesgadas directivas de moderación de contenidos de Facebook.
Así, intentó revelar exactamente cómo se podían eliminar o manipular publicaciones relacionadas con un candidato y sus partidarios, en violación directa de la política de la empresa sobre la protección de la expresión política. Las observaciones de Hartwig han sido corroboradas por otros denunciantes y filtraciones de información a lo largo de la última década.
En concreto, en 2018 fue revelado que la consultora política Cambridge Analytica, con sede en el Reino Unido, se dedicó a recopilar decenas de millones de perfiles de Facebook en 2014 para posteriormente dirigirles anuncios políticos personalizados, incluso durante la campaña presidencial estadounidense de 2016. Informes posteriores comunicaron que la empresa participó en operaciones similares de recopilación y manipulación de votos en países de todo el mundo, desde Kenia y Nigeria hasta Argentina, Venezuela, la India, el Reino Unido y República Checa.
En una entrevista con Joe Rogan en 2022, Mark Zuckerberg admitió explícitamente que Facebook había suprimido una de las noticias más importantes del ciclo electoral de 2020. El medio The New York Post publicó, en vísperas de la votación de noviembre, el artículo sobre archivos en el ordenador portátil de Hunter Biden que contenían pruebas de una trama de corrupción de pago por parte de la familia Biden. Según el multimillonario estadounidense, el FBI ordenó a Facebook que lo censurara.
«Básicamente, los antecedentes son que el FBI vino a nosotros, a algunos miembros de nuestro equipo, y nos dijo: ‘Oíd, para que lo sepáis, deberíais estar en alerta máxima, pensamos que hubo mucha propaganda rusa en las elecciones de 2016, y estamos sobre aviso de que básicamente está a punto de haber algún tipo de vertido similar a ese. Así que estén atentos'», recordó Zuckerberg.
«Si se nos informa de algo que puede ser desinformación, desinformación importante, también tenemos un programa de verificación de hechos de terceros, porque no queremos decidir qué es verdad y qué es mentira. Y durante los, creo que fueron cinco o siete días, en los que básicamente se determinó si era falso, la distribución en Facebook se redujo. Básicamente el ranking y el newsfeed fue un poco menor, por lo que menos gente lo vio de lo que lo habría visto de otro modo», añadió.
Hartwig señala un «ejemplo atroz» utilizado contra Venezuela, donde «se hizo un llamamiento a las armas para ayudar a defender [al presidente] Nicolás Maduro y Facebook eliminó la publicación porque [la consideró] un ‘llamamiento a la violencia’. Nicolás Maduro era el presidente en ejercicio y Facebook no permitió que la gente utilizara las redes sociales para defender a su propio país».
Un práctico asistente en materia de golpes de Estado
Junto con la manipulación electoral, Facebook y otros recursos de las redes sociales han sido vistos desde hace tiempo por los servicios de inteligencia como una herramienta ideal para fomentar el malestar social o incluso para derrocar Gobiernos. Aprendiendo de las experiencias de violencia de la Primavera Árabe de 2011, las agencias de inteligencia se dieron cuenta rápidamente del potencial de la nueva tecnología para hacer avanzar los objetivos geopolíticos de sus naciones en el extranjero.
En 2013, fue un post en Facebook de un periodista de la televisión liberal ucraniana, enfadado por la decisión del Gobierno del expresidente ucraniano Víctor Yanukóvich (2010-2014) de desechar los planes de Kiev de firmar un acuerdo de asociación con la UE. Esto acabó desencadenando los disturbios del Euromaidán, que culminaron con el derrocamiento de las autoridades democráticamente elegidas de Ucrania en febrero de 2014.
Los servicios de inteligencia occidentales intentaron repetir el proceso en Irán a finales de 2022, cuando las violentas protestas desencadenadas por la muerte de una joven iraní en circunstancias sospechosas fueron orquestadas por un iraní-estadounidense. El empleado de Voice of America y presunto agente de la CIA utilizó Facebook, Twitter e Instagram* para organizar y radicalizar a los manifestantes.
En los inicios de la manipulación fisiológica
Los intentos de control y manipulación de Facebook van más allá de la censura y la interferencia electoral. En 2012, la compañía llevó a cabo un experimento secreto de manipulación del estado de ánimo con el que intentó alterar el estado emocional de unos 700.000 usuarios a través de sus noticias.
El proyecto, cuya existencia no fue revelada hasta 2014 tras la publicación de un artículo científico en Proceedings of the National Academy of Sciences, descubrió que, al modificar las noticias de los usuarios, Facebook podía influir en el contenido que publicaban, llevarles a publicar respuestas y mensajes de estado más negativos, etc.
El controvertido estudio descubrió en última instancia «que los estados emocionales pueden transferirse a otros por contagio emocional, llevando a las personas a experimentar las mismas emociones sin que sean conscientes de ello».