Según el organismo, las niñas y niños desplazados representan más de la mitad de las 600.000 personas que se han visto obligadas a huir de sus hogares por la violencia, sobre todo en la capital, Puerto Príncipe, controlada en gran parte por pandillas.
«Se estima que el número de niños desplazados internamente en Haití ha aumentado en un 60% desde marzo –el equivalente a un niño cada minuto– como resultado de la violencia constante causada por grupos armados», indica el documento.
Haití enfrenta una combinación explosiva de violencia, crisis política y pobreza extrema, que lo tiene en una crisis sin precedentes.
Las pandillas armadas controlan el 80% de la capital, Puerto Príncipe, y han sumido al país en una ola de violencia y delincuencia.
«Los niños en Haití siguen soportando una avalancha de peligros múltiples, incluida una violencia terrible y niveles críticos de desplazamiento», dijo la directora ejecutiva de Unicef, Catherine Russell.
«La catástrofe humanitaria que se está desatando ante nuestros ojos está teniendo consecuencias devastadoras para los niños. Los niños desplazados necesitan desesperadamente un entorno seguro y protector, así como un mayor apoyo de financiamiento por parte de la comunidad internacional», añadió.
A lo anterior se suma una terrible situación, pues cada vez más jóvenes se suman a los grupos armados, según Unicef.
La última espiral de la crisis haitiana comenzó el 29 de febrero de este año, cuando algunas de las principales pandillas del país se aliaron con el presunto propósito de sacar del poder al ex primer ministro, Ariel Henry, e impedir el despliegue de una fuerza multinacional auspiciada por la ONU para combatir a las bandas armadas.
A finales de mayo, el doctor y diplomático Garry Conille fue elegido este 28 de mayo como nuevo primer ministro.