Yarisley Urrutia (Sputnik).— Concluye la visita oficial de Pedro Sánchez a China. De tres días de duración, ha estado plagada de encuentros al máximo nivel con los líderes del país asiático e importantes representantes de su mundo empresarial.
Pedro Sánchez ya visitó China en 2023, con motivo del 50.º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas. Pero, en esta ocasión, el volumen de reuniones y acuerdos suscritos es muy superior. Si el objetivo del viaje a Pekín, Shanghái y Kunshan era incentivar las inversiones chinas en España y allanar el terreno para las españolas en China, el esfuerzo ha sido fructífero. Además, una atmósfera de entendimiento mutuo y de búsqueda del diálogo ha parecido reinar en todos los contactos.
Pese a su membresía en la OTAN y la UE, en China valoran a España como un país amable en cuanto a su proyección en Asia, de ahí el interés de avanzar en la relación. «El potencial para la cooperación entre China y España es prometedor. Esperamos que España mantenga una independencia estratégica y no se alinee con los halcones de la UE críticos con China», declaró a Global Times Zhao Junjie, investigador del Instituto de Estudios Europeos de la Academia China de Ciencias Sociales.
Pese al escaso margen de maniobra que le deja el marco de la UE y aun con todas las contradicciones derivadas de las posiciones de Bruselas, Pedro Sánchez ha personificado en China una imagen positiva del país ibérico. «En lo político, España suscita buenas vibraciones en China. Madrid siempre ha sido visto como un apaciguador de tensiones», escribe Xulio Ríos, asesor emérito del Observatorio de la Política China (OPCh), en un análisis de este centro.
«Lo que ha transmitido Pedro Sánchez es que la opción de España es el diálogo y no la guerra comercial», explica Ríos a Sputnik.
Hay que hacer notar que el encuentro de Sánchez con Xi y Li discurrió casi a la par con la reunión del primer ministro noruego, Jonas Gahr Store, con ambos mandatarios chinos, el mismo día y con apenas unas horas de diferencia. Noruega no pertenece a la UE, pero sí a la OTAN, y cabe preguntarse si esta aparente sincronía responde a un interés compartido por mejorar las relaciones con China y por buscar su liderazgo en la búsqueda de soluciones pacíficas a los principales conflictos del mundo. Como España, Noruega también reconoció en mayo al Estado palestino.
«Ambos encuentros explicitan que hay espacio para el diálogo como mecanismo para tratar y resolver las diferencias. La confrontación tiene alternativa y no es inevitable. Es el mensaje principal que China ha tratado de transmitir desde hace tiempo a los líderes europeos», sostiene al respecto Xulio Ríos.
Perspectivas de un diálogo suave
El presidente español se entrevistó el día 9 con el presidente Xi Jinping, a quien trasladó su deseo de seguir profundizando en la relación bilateral mediante el reconocimiento recíproco. Ambos líderes coincidieron en la necesidad de poner a fin a los conflictos en Ucrania y Palestina, a fin de alcanzar una paz «global, justa y duradera», para lo que Sánchez reconoció la influencia «fundamental» de China como país comprometido con la paz.
«Debemos trabajar juntos para resolver las diferencias a través de la negociación con espíritu de diálogo y de colaboración y dentro de los marcos multilaterales», expresó Sánchez a Xi en referencia a un contexto geopolítico y económico donde cabe hallar «soluciones que sean beneficiosas para todas las partes».
En la misma jornada, el presidente español también conversó con el primer ministro chino, Li Qiang. «Queremos tender puentes para defender juntos un orden comercial justo que permita crecer a nuestras economías y beneficiar a nuestras industrias y ciudadanos», dijo a Qiang antes de proceder a la firma de siete acuerdos de colaboración en materia de desarrollo verde, comercio e inversiones, así como iniciativas de promoción cultural, educativa y de investigación científica.
Menos tensiones: inversiones frente a aranceles
El día 10, acompañado de su comitiva, en la que también destacaba el ministro de Exteriores José Manuel Albares, Sánchez inauguró en Shanghai una nueva sede del Instituto Cervantes y el Encuentro Empresarial España-China, en cuyo marco sostuvo reuniones con empresas punteras del sector automotriz y de las energías renovables.
Sánchez visitó las instalaciones de la compañía Envision, que sigue dando impulso a sus proyectos en España y próximamente construirá una fábrica de baterías para autos eléctricos en la provincia española de Cáceres, y suscribió un memorando de entendimiento para la construcción en 2026 de una planta de electrolizadores, presumiblemente en la zona de Levante, para así dar desarrollo a un parque industrial de producción de hidrógeno verde. La inversión se cifra en 1.000 millones de euros.
«No solo estáis contribuyendo a nuestra economía. Nos estáis ayudando a construir el futuro, a construir un futuro mejor», declaró Pedro Sánchez en presencia de Lei Zhang, presidente de Envision, escenificando así una confluencia de intereses entre España y China, pues ambos países apuestan por la descarbonización de sus economías.
La reunión con los directores de Chery, SAIC Motor y Hunan Yuneng, gigantes chinos de la producción de vehículos eléctricos e interesados en desarrollar inversiones en España, arrojó conclusiones prometedoras. En el caso de Chery, sus planes para emplazar una fábrica en la zona franca de Barcelona, precisamente en el espacio abandonado por la japonesa Nissan, donde fabricará autos de las marcas Omoda y Jaecoo, ya están en marcha. No obstante, la compañía ha anunciado que el comienzo de la producción se retrasará unos meses. Tal vez esta decisión entrañe un acto estratégico de cara a las subsiguientes negociaciones.
Porque la contradicción de partida de la parte española consiste en que, a nivel político, su voz sonó muy alta en la UE en favor de una investigación para determinar la oportunidad de imponer aranceles a la importación de vehículos eléctricos chinos, sobre los que recae la sospecha de recibir subvenciones estatales. ¿Busca ahora España modular su postura y diferenciarse de Bruselas?
La situación es «complicada», dada la dimensión de la industria automovilística en España y el «temor por su futuro ante la competencia china», explica Ríos, que recuerda que España es el segundo mayor exportador de vehículos eléctricos de Europa y noveno mayor fabricante de automóviles del mundo.
«Sin embargo, incluso las empresas del sector se han mostrado contrarias a los aranceles. China también ha realizado gestos de inversión en España a modo de compromiso, para encontrar un equilibrio. Es ahí donde el diálogo puede dar sus frutos», afirma este analista.
Las conversaciones con SAIC Motor, que es la matriz de la marca MG, se centraron en la posibilidad de que esta compañía instale su primera fábrica de automóviles eléctricos en Europa, precisamente en España. Pese a que Hungría y República Checa son rivales de Madrid en este aspecto (al ofrecer una mano de obra ligeramente más barata), la empresa china valora la ventaja geográfica y logística española, dado el tejido energético renovable y de proveedores ya existentes, así como los puertos marítimos que ofrecen una ruta rápida hacia las islas británicas.
Negociación sí, guerra comercial no
El interés de las empresas chinas en producir en España cabe entenderlo en el contexto marcado por la pretensión de la UE de imponer aranceles adicionales a la importación de autos eléctricos de fabricación china.
Actualmente, ya pagan un 10%. La cifra variará y, precisamente para MG, a principios de año se manejaban provisionalmente porcentajes más altos: casi un 38%. Pero su fabricación local esquivaría estas tasas.
En cualquier caso, las negociaciones en torno a estos aranceles incluyen la viabilidad de la medida de respuesta de China: la imposición de aranceles a la importación de carne de porcino europea. Dado que España quedaría especialmente afectada, pues es el mayor exportador de la UE de productos porcinos al país asiático, el futuro de la imposición arancelaria tanto a vehículos como la carne está entrelazado y se negocia conjuntamente.
«Creo que todos nosotros necesitamos reconsiderar nuestra posición», manifestó Sánchez en Shanghái, donde subrayó que no hay necesidad de embarcarse en una «guerra comercial», luego de expresar su «sorpresa» por la posibilidad de que las sanciones alcancen el porcino español a cuenta de las tensiones derivadas en torno a los vehículos eléctricos.
Xi Jinping pidió a Sánchez «un entorno empresarial justo, equitativo, seguro y no discriminatorio para que las empresas chinas inviertan y hagan negocios en el país».
En la política de gestos, es reseñable que Sánchez reconociera la influencia «fundamental» de China para mediar en los conflictos de Ucrania y Oriente Próximo. En su exposición ante Xi Jinping, el presidente español aludió al «contexto geopolítico» como el motivo para solicitar tal influencia, tal vez con vistas a auspiciar unas verdaderas negociaciones de paz.
«La tradición de España en el compromiso por la paz goza de crédito en China y sin duda es una carta de presentación que puede facilitar la implicación en el impulso a los procesos de pacificación en conflictos como Ucrania o Gaza. España podría tener un papel, favorecido también por la buena sintonía con Brasil. Pero mi impresión es que la situación no está madura, por el momento», concluye Xulio Ríos.
China, líder mundial… Comportamiento exquisito, sabiduría estratégica de alto nivel, diplomacia activa, ferviente… el siglo XXI en acción! Que más se puede esperar?
¡Qué bajada de pantalones de Sánchez!
Y ahora a decirle a Pústuila von der Foyen que de aranceles a China, nasti monasti, que no nos compran cerdos españoles.