LUCAS BRETT. Informe Draghi: Europa y su incapacidad para salvarse a sí misma

Mario Draghi, el ex presidente del Banco Central Europeo, ha elaborado un informe sobre el «Futuro de la competitividad europea»¹, presentado el pasado mes de septiembre, el cual es un reflejo de la crisis estructural que atraviesa el capitalismo en Europa. En este contexto, el documento no es más que un intento de salvar al capital privado a expensas de la clase trabajadora. Esencialmente, las soluciones que propone se basan en políticas monetarias y fiscales que perpetúan el ciclo de explotación y la dependencia del capital. Pero, además, este informe revela un fenómeno mucho más profundo: la incapacidad de la Unión Europea (UE) para seguir exportando su crisis a la periferia global, lo que ha convertido la crisis en un boomerang que ahora golpea con fuerza en su propio centro².

Históricamente, las potencias capitalistas occidentales, incluida la UE, han utilizado la periferia, el Tercer Mundo, como un amortiguador para sus crisis económicas. Durante décadas, los capitalistas exportaron la recesión a través de mecanismos de deuda externa, exacción de recursos y dominación financiera, permitiendo que las crisis quedaran contenidas en los países más pobres. Sin embargo, esta estrategia ha dejado de ser efectiva. La crisis que una vez se externalizaba hacia el Sur global, ha regresado al corazón del capitalismo europeo, y esta vez con una fuerza que ya no se puede contener. La UE, antaño con margen de maniobra para utilizar a la periferia como colchón, ya no tiene los mismos recursos para seguir exportando sus crisis económicas sin sufrir las consecuencias.

Ante este retorno de la crisis al centro del sistema, las respuestas de la UE han sido claras: más austeridad, más límites a la deuda y más explotación de la clase trabajadora. Las reglas fiscales impuestas a nivel europeo, como los límites al déficit y la deuda pública, se han intensificado en un intento por contener una crisis que ya no puede ser externalizada.

Así pues, como muestra de la crisis interna que sufre la UE, Mario Draghi fue encargado de elaborar a petición de la Comisión Europea un informe sobre la salud de la economía europea, y proponer posibles tratamientos.

Los síntomas que detecta se podrían resumir en estos puntos:

1. Creciente brecha en productividad: La productividad en Europa ha crecido mucho más lentamente que en EE. UU., siendo un factor clave en la ampliación de la brecha de ingresos per cápita entre ambas regiones​.

2. Retraso en innovación tecnológica: Europa ha quedado rezagada en el sector tecnológico, con solo 4 de las 50 principales empresas tecnológicas del mundo​.

3. Alta volatilidad de precios energéticos: La energía es más cara y volátil en Europa, afectando la competitividad de las industrias, especialmente las intensivas en energía​.

4. Dependencia de materias primas y energía: Europa depende en gran medida de las importaciones de materias primas críticas y energía, lo que la hace vulnerable a choques externos​.

5. Fragmentación en el mercado: Las políticas industriales y de financiación están dispersas entre los Estados miembros, lo que impide que Europa escale sus inversiones en sectores clave​.

Como soluciones, el informe de Draghi propone una serie de medidas que, disfrazándolo bajo el mantra de la competitividad, no hacen más que priorizar la salvación del capital europeo:

1. Aumentar la inversión en innovación: Draghi propone cerrar la brecha de innovación con EE. UU. y China, especialmente en tecnologías avanzadas, mediante más financiación y apoyo a nuevas empresas tecnológicas.

2. Descarbonización competitiva: La UE debe coordinar sus políticas para garantizar que la transición energética también beneficie su competitividad, evitando una dependencia excesiva de China en sectores como vehículos eléctricos y energías limpias​.

3. Reducir la dependencia externa: Se propone una política económica exterior para diversificar proveedores de materias primas y tecnologías críticas, como los semiconductores​.

4. Reforzar la defensa y la seguridad: Draghi subraya la necesidad de aumentar la capacidad industrial de defensa y reducir la fragmentación para mejorar la seguridad de Europa​.

5. Financiación conjunta: Propone una mayor coordinación y financiación conjunta entre los países de la UE para proyectos estratégicos en innovación, infraestructuras y defensa​.

En este último punto es donde hay que prestar especial atención, puesto que Draghi sugiere que Europa debe reducir el coste del crédito y proporcionar incentivos fiscales para «alentar» la inversión privada. Sin embargo, alcanzar una inversión privada del 4% del PIB, como propone Draghi, solo sería posible con una reducción de 250 puntos básicos en los tipos de interés, algo que puede resultar poco factible hoy en día aun cuando parece que la inflación se está minorando. Además, también sería necesario que los gobiernos intervengan con más incentivos fiscales y gasto público para desbloquear la inversión privada.

Sin embargo, este enfoque choca con las políticas fiscales de austeridad imperantes en muchos países de la UE. Draghi insta a un «endeudamiento común», es decir, a que la UE emita más deuda respaldada por todos los Estados miembros para financiar proyectos de inversión. Pero aquí entra en conflicto con los intereses de países como Alemania y los Países Bajos, que se niegan a respaldar a los Estados más endeudados. El ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, rechazó rotundamente en X la propuesta de Draghi poco después de su presentación, alegando que «Al asumir una deuda conjunta de la UE, no resolveremos ningún problema estructural: a las empresas no les faltan subsidios. Están atados por la burocracia y la economía planificada. Y tienen dificultades para acceder al capital privado. Tenemos que trabajar en eso.”³ Esta negativa refleja la creciente fragmentación dentro de la UE, donde los intereses nacionales están por encima de cualquier intento de cohesión regional. Además, los límites al gasto público y la obsesión por equilibrar los presupuestos se han convertido en barreras insalvables para cualquier intento de inversión que pudiera atender las demandas del antiguo presidente del BCE.

En última instancia, el informe de Draghi no propone una solución real para la crisis existencial que enfrenta Europa. Más bien, perpetúan un sistema que, al verse incapaz de exportar sus crisis, ha optado por intensificar la explotación interna y profundizar las medidas de austeridad. Las clases dominantes europeas, atrapadas en las contradicciones entre el proyecto supranacional de la UE y los intereses particulares de los Estados, continúan protegiendo al capital a expensas de la clase trabajadora.

El informe de Draghi, lejos de ofrecer una salida real a la crisis, es una confirmación más de la profunda decadencia del capitalismo europeo. Las soluciones que propone -abaratamiento del crédito, incentivos fiscales y más endeudamiento- son intentos desesperados por mantener a flote un sistema que ya no puede externalizar sus crisis hacia la periferia. La crisis ha vuelto al centro, y con ella, la explotación y la austeridad.