F.J. Ferrer (Unidad y Lucha).— Podríamos decir que la referencia a la necesidad de que la clase obrera se una para enfrentar a la dictadura del capital, es algo que aparece desde el primer momento en el movimiento obrero, hace más de dos siglos. Esta necesidad de unidad es hoy día más necesaria y urgente que nunca.
La burguesía ejerce su dominación sobre la clase obrera y demás sectores populares por varias vías, todas ellas interconectadas, predominando unas u otras según el momento o la situación. No vamos a descubrir ningún secreto si decimos que la divulgación de la ideología burguesa abarca a todos los aspectos de la vida de las personas: el super-individualismo, la falsa creencia en la neutralidad del estado o del gobierno, la progresiva mercantilización de todo lo habido y por haber, entre otras, impregnan la totalidad de la vida de la clase obrera, a la que inocula en su ADN estos elementos distorsionadores de la realidad con el claro objetivo de mantenerla lo más dividida posible, lo que garantiza y facilita su parasitación.
Esto, unido a la debilidad actual de las organizaciones revolucionarias por una parte, la venta al enemigo de clase en otras, o el papel que desempeñan y la responsabilidad (o irresponsabilidad) de las centrales sindicales mayoritarias, ocasionan una creciente falta de ideología y cultura proletaria, lo que dificulta enormemente que se obtenga esa necesaria unidad de la clase obrera y que el movimiento sindical se encuentre disperso y atomizado a lo largo y ancho del estado español. A esto se le añade el papel de los oportunistas, disfrazados de “amigos del pueblo” o el de la socialdemocracia, que sirven para apuntalar a un sistema agónico que no hace más que exprimir y reprimir a una clase obrera que no cesa de recibir varapalos después de tantos años de crisis sistémica capitalista.
Quizás deberíamos fijar nuestra atención en cómo la burguesía forma un sólido bloque cuando se trata de mantener sus privilegios. Esta burguesía, que entre ellos y ellas mismas se devoran sin rastro de misericordia, se levanta como un solo ser cuando la clase obrera pone en cuestión su derecho a explotar o cuestiona su sacrosanta propiedad privada. Y no es que la clase obrera tenga que copiar el modelo de “unidad” burgués, pues a la clase obrera no le sirve nada que provenga de esa clase parásita. La unidad de la clase obrera tiene su base y fundamento en la solidaridad entre todos los explotados y explotadas, entre todos los oprimidos y oprimidas. Nada que ver con el individualismo burgués.
Pues bien, sin esta unidad de clase, que además conlleva necesariamente la independencia ideológica respecto de su enemigo de clase, no existe camino posible para que la clase obrera tome el poder, única forma posible de hacer avanzar a la Humanidad hacia un futuro socialista-comunista que barra de la faz de la tierra a esa odiosa burguesía junto a sus lacayos.
Articular el Frente Obrero y Popular por el Socialismo (FOPS) se sitúa como una de las tareas prioritarias que deben abordar los y las comunistas. Tareas que consisten en trabajar sin descanso en los más amplios frentes unitarios de clase, desde los que difundir la ideología y cultura proletaria; trabajar por la consecución de un verdadero sindicalismo de clase, que se aleje de la actual atomización; trabajar para recuperar la lucha de clases en lugar de la confraternización entre clases, sustituir la “paz social” por la lucha obrera, combatir con todas las armas ideológicas y organizativas al oportunismo servil que solo facilita la dictadura del capital.
Avanzando en la política de alianzas obrera y popular del FOPS, confluyendo en un puño que golpee contra los intereses de la patronal y avanzado en el reforzamiento de la verdadera herramienta que tiene la clase obrera para derribar a un sistema capitalista que nos lleva a la barbarie absoluta, el Partido Comunista.
Imposible no estar de acuerdo. Sin embargo hace falta una salvedad: a esta altura del desarrollo capitalista y sus recursos para la dominación, esa unidad debemos intentarla de arranque a nivel internacional: no hay posibilidades para procesos anticapitalistas que intenten desarrollarse puertas adentro de los estados nacionales para alcanzar luego, en etapas, un desarrolo y capacidad de confrontación adecuados a la escala que abarca el sistema, es decir, a escala planetaria.