Angola y Cuba: una amistad que perdura en el tiempo

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Más de 36 años después, el piloto cubano y coronel retirado Humberto Trujillo, y el teniente general angoleño Fernando Amândio Mateus se fundieron en un abrazo en Cuito Cuanavale, el mismo lugar de tanta historia construida juntos.

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Ninguno de los dos podía ocultar su emoción por el reencuentro en esta localidad de la provincia angoleña de Cuando Cubango, que se convirtió en protagonista de la historia al acoger una batalla (15 de noviembre de 1987-23 de marzo de 1988) que cambió el curso del África Austral, abriendo paso a la independencia de Namibia y el fin del régimen del apartheid en Sudáfrica.

Trujillo, con 84 años, viajó a Angola como parte de una delegación que participó en la inauguración del hospital general de Cuanza Sur, denominado Comandante Raúl Díaz Argüelles en homenaje al primer jefe de la misión militar cubana en el país y a todos los combatientes de la epopeya.

Amândio Mateus estuvo entre los combatientes angoleños y oficiales de las Fuerzas Armadas que acompañaron la víspera a la comitiva de la isla a Cuito Cuanavale y, aunque los dos viajaron en el mismo avión desde Luanda, solo en el lugar donde hicieron tanta historia juntos fue que se percataron de la presencia del otro.

“Siempre hablo de él en las conferencias e intercambios sobre la Batalla”, dijo el teniente general angoleño. Nuestra artillería no tenía alcance para proteger a nuestras tropas y la aviación se convirtió en nuestra artillería; cumplieron un papel destacado, pero Trujillo y otro piloto angoleño brillaron por su entrega, apuntó.

Añadió que cumplieron numerosas misiones durante meses, desde enero a marzo de 1988, sin importar la hora o el desafío.

A Trujillo la emoción del reencuentro le humedeció los ojos, se trata de un abrazo entre hermanos forjados en la dura experiencia de la guerra y volver al lugar donde lo vivieron tiene un significado especial.

La prensa local quiso entrevistarlo, tomarse fotografías con “el piloto” y él accedió con una modestia que se siente en cada palabra y gesto.

Su memoria volvió al 3 de enero de 1988, cuando con 47 años llegó a estos lares y asumió misiones de exploración aérea desde Menongue hasta el desierto de Namibe, volando en ocasiones a alturas increíblemente bajas, de entre 10 y 15 metros, en algunas de las acciones en las que tomó parte.

Recordó a uno de sus compañeros caídos, un artillero de 27 años que no logró sobrevivir a una eyección de emergencia luego de ser alcanzado el avión por un cohete Stinger lanzado por los sudafricanos.

Así fueron entrelazándose las memorias de lo ocurrido, en la medida que avanzaba el recorrido.

Todo fue una evocación, el armamento diverso empleado en el combate, un antiguo puesto de mando y el nuevo puente sobre el río Cuito, pues el viejo resultó muchas veces volado por los enemigos, y reconstruido por la voluntad de angoleños y cubanos.

Sobre esas peripecias contó el jefe del 71 Grupo Táctico, coronel Venancio Ávila, quien estuvo al frente de los de la isla desde el inicio de su participación en Cuito Cuanavale hasta el final.

Si en el memorial recordó a las cinco compañeras que en los primeros días del mes de enero de 1988 llegaron a trabajar en el puesto médico, y quienes junto a los dos cirujanos realizaron de inmediato 84 operaciones; sobre el río parecía que estaban de nuevo en las fases de reparación del puente.

Ávila comentó que la compañía ingeniera zapadora FAPLA, brazo armado del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), y la cubana lograron ir reparando el puente por fases, la primera de ellas posibilitó el traslado de los medios y unidades blindados y de transporte.

Como la estructura continuaba deteriorándose, hicieron una pasadera con tablas de cajas de proyectiles y por ahí cruzaron cerca de cuatro mil o cinco mil combatientes, explicó, y agregó que incluso crearon un paso en el río Cuito para la navegación de los medios de la compañía.

“Al oeste y en la cabeza del puente de Cuito se creó una seguridad combativa de la 25 brigada, y el 14 de febrero de 1988 se produce uno de los combates más importantes en Cuito Cuanavale, cuando los sudafricanos y la Unita penetraron en la Brigada 59 y fue necesario enviar un contraataque de los cubanos”, relató.

Subrayó que en esa acción 14 cubanos murieron y 21 combatientes angoleños, pero todos los tanques fueron aniquilados.

El posicionamiento de un destacamento con diez tanques con el objetivo de proteger el flanco derecho; el movimiento del Grupo Táctico a 17 kilómetros del río, y la ubicación en la primera línea de combate de 38 tanques, los cuales fueron empleados como piezas de artillería en la ribera del Cuito, siguieron como ráfaga en la narración.

Sufrimos el hostigamiento permanente de unos 85 mil proyectiles de diferente calibre y una gran parte de ello ocurrió al este del puente de Cuito Cuanavale y en la línea donde se encontraban el puesto de mando avanzado de la Sexta Región Militar y más en profundidad el puesto de mando de la Sexta Región y el cubano, apuntó.

“Veintitrés compañeros nuestros abonaron con su sangre esta tierra y cientos de combatientes angoleños, que mano a mano combatimos juntos, comimos juntos, dormimos juntos y pasamos todas las vicisitudes en este histórico lugar”, sostuvo Ávila sobre una amistad que perdura en el tiempo.

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