El 21 de octubre el gobierno indio anunció un acuerdo con China para retirar las tropas de dos puntos en disputa en el este de Ladakh, en la frontera común del Himalaya, y patrullas de seguimiento.
Dos días después Xi Jinping y Narendra Modi se reunieron para mantener sus primeras conversaciones formales en cinco años al margen de la cumbre de los Brics en la ciudad rusa de Kazán.
Tanto China como India reconocieron los esfuerzos mediadores de Putin, lo cual dice mucho de que la influencia del Kremlin va en aumento. Su consecuencia más inmediata fue que la cumbre de los Brics se abrió con una noticia espectacular: el acercamiento entre India y China, los dos países más poblados del mundo. Ambos han suavizado décadas de guerras y escaramuzas en el techo del mundo.
Es un cambio decisivo. India ha abandonado la política antichina promovida por Estados Unidos que siempre ha caracterizado su política exterior.
Durante años India consideró el sur de Asia y el Océano Índico como su esfera tradicional de influencia, pero después de convertirse en aliado de Estados Unidos, ninguno de sus países vecinos permanece dentro de su esfera.
Estados Unidos ha alimentado el sentimiento antiindio en los países vecinos y, de manera encubierta, ha contribuido a la destitución de gobiernos proindios en Sri Lanka, Nepal y las Maldivas, a los que hay que añadir la reciente desestabilización que Estados Unidos ha llevado a cabo contra el gobierno de Bangladesh.
India considera que Estados Unidos no admite su “autonomía estratégica”, ni sus pretensiones de tener una esfera de influencia propia en el sur de Asia.
Después de cuatro años de experimentación en política exterior, el gobierno de Modi entendió que la cooperación con China es esencial para el desarrollo económico de India. El asesor económico del primer ministro argumentó que China probablemente se abstendría de interferir en los asuntos fronterizos de India debido a su dependencia de ese país, sumada a la perspectiva de una mayor inversión china.
El primer y segundo mandato del gobierno de Modi marcaron una de las peores décadas de la historia de India en términos de relaciones internacionales. El tercer mandato promete otra línea. Que India se comprometa con China y evite a Estados Unidos es un enorme viraje.
Este cambio en las relaciones tendrá consecuencias de tan largo alcance como el reciente restablecimiento de las relaciones entre Arabia saudí e Irán.
Es un desastre para la política estadounidense de pivotar hacia Asia, inaugurada en tiempos de Obama. Buena prueba de ello es que los medios de intoxicación occidentales han guardado un escrupuloso silencio.
—https://asiatimes.com/2024/10/why-modis-shifting-away-from-us-toward-china/
De India hay que fiarse tanto como de Turquía o Brasil, es decir nada. El próximo gobierno puede tirar a la basura todo lo acordado por éste.