Leonel Nodal.— A pocas horas de la elección presidencial de Donald Trump en Estados Unidos, líderes árabes e islámicos de más de 50 naciones reunidos este lunes en Arabia Saudita exigieron el fin de la guerra genocida israelí en Gaza y Líbano.
La decisión del rico reino petrolero del golfo arábigo-pérsico de volcar el poder de influencia de sus relaciones políticas, económicas y diplomáticas tradicionalmente estrechas con Washington, así como muy estrechas con China, Rusia e, incluso, Irán, generan expectación en la convulsionada región.
Tanto así que aunque el presidente iraní, Masoud Pezeshkian, no asistió a esta Cumbre conjunta de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica -como se apresuraron a subrayar medios occidentales- una conversación telefónica con el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman -hecha pública el domingo- aclaró el interés de ambas partes por «promover aún más» las relaciones bilaterales.
Según se informó, el líder saudita se reunirá con el vicepresidente iraní Mohammed Reza Aref, quien asistiría a la cumbre.
En su discurso de apertura de la Cumbre Árabe-Islámica, el príncipe bin Salman enfatizó que «el Reino reafirma su condena y rechazo absoluto del genocidio perpetrado por Israel contra el pueblo palestino, que ha resultado en más de 150 000 mártires, heridos y desaparecidos, la mayoría de ellos mujeres y niños».
Bin Salman subrayó la necesidad de continuar los esfuerzos para establecer un Estado palestino independiente en las tierras de 1967 con Jerusalén Oriental como su capital y también condenó los intentos israelíes de impedir que la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) entregue ayuda a Gaza.
Asimismo, el príncipe heredero dijo que su país rechaza cualquier amenaza a la seguridad y soberanía del Líbano, según el texto del discurso proporcionado por la Agencia de Prensa Saudita (SPA).
«Condenamos enérgicamente las operaciones militares israelíes dirigidas contra territorios libaneses y rechazamos cualquier amenaza a la seguridad y estabilidad del Líbano, las violaciones de su integridad territorial y el desplazamiento de sus ciudadanos», afirmó.
En el marco de la Cumbre se resaltó que la cifra oficial de muertos en la Franja supera los 43 600 y que Israel ha asesinado a 17 385 niños.
«Nuestros países han condenado conjuntamente la agresión israelí y afirmado la centralidad de la causa palestina», señaló Bin Salman.
Al respecto el presidente palestino, Mahmud Abbas, pidió que se suspenda la membresía de Israel en las Naciones Unidas, «a menos que se adhiera al derecho internacional» y, además, la «normalización» de las relaciones con el Estado sionista.
Abbas dijo que «la comunidad internacional no logró detener la agresión israelí contra la Franja de Gaza» y destacó que «los ataques israelíes y la guerra de exterminio en Gaza continúan con el apoyo brindado por los Estados Unidos».
Por su parte, el Movimiento de Resistencia Palestina Hamás hizo un llamamiento a «los reyes, presidentes y dirigentes» reunidos en la Cumbre para que «formen una alianza internacional árabe-islámica que presione a la ocupación y a quienes la apoyan, para que pongan fin a la guerra de genocidio en la Franja de Gaza y Líbano».
Hamás también solicitó a los participantes en la cumbre que «trabajen para romper el asedio a Gaza, se retiren de los territorios ocupados, permitan al pueblo palestino ejercer su derecho a la autodeterminación, establezcan un Estado palestino plenamente soberano e independiente con Jerusalén como capital, y devuelvan a los refugiados palestinos a sus ciudades y pueblos de los que fueron desplazados».
En una declaración previa al inicio de la Cumbre, el Ministerio de Asuntos Exteriores saudí mencionó que la reunión busca unificar posiciones y definir estrategias para detener los ataques en Gaza y el Líbano, en el nuevo escenario creado por el cambio político en Estados Unidos, principal aliado y proveedor de asistencia militar, política y diplomática de Israel.