José Luis Díaz-Granados (Voz).— La lucha revolucionaria española con todos sus heroísmos y atributos tiene un símbolo precioso que se llama Dolores Ibárruri, más conocida como “La Pasionaria”, valiente y carismática mujer nacida en Gallarta en 1895 y quien desde muy joven se convirtió en figura cardinal del socialismo mundial del siglo XX.
Comunista y republicana
Dolores fue vicepresidente de las Cortes Republicanas de España en los años 30; miembro del Secretariado de la Internacional Comunista, bajo la dirección de George Dimitrov; secretaria general del Partido Comunista Español a la muerte del líder José Díaz en 1942 y hasta 1960; presidenta del Partido y Diputada de las Nuevas Cortes Democráticas en 1977, tras la muerte del dictador fascista Francisco Franco.
“La Pasionaria” fue amiga personal del Comandante en Jefe Fidel Castro, a quien admiró como un líder excepcional. También conoció y trató muy de cerca a Palmiro Togliatti, el legendario revolucionario italiano; a José Stalin, Mao Tse-tung, Maurice Thorez, Nikita Jruschov, Jozip Broz “Tito” y a Ho Chi-minh, entre otros.
Su hijo, Rubén Ruiz Ibárruri, otorgó su joven vida combatiendo a las jaurías nazis en las nieves legendarias de Stalingrado.
Con los poetas siempre
La relación de Dolores con los poetas fue constante y profunda. De Miguel Hernández ─el poeta-soldado del V Regimiento─, expresó alguna vez: “Le conocí en los frentes, entre los soldados, luchando, era miliciano de la cultura, y recitándoles sus versos de sabor a surcos, a trigales, a flores”.
De Pablo Neruda dijo en 1973, luego del golpe traidor del innombrable bruto: “Cayó herido de muerte ante el terrible dolor de su pueblo, al que vio roto, pisoteado, desangrado por una manada de bestias uniformadas, amaestradas por el imperialismo para romper a dentelladas la libertad y la soberanía de su patria chilena y hacer de su Chile, el Chile de Recabarren y de Elías Lafferte, de Salvador Allende y de Luis Corvalán, un país mediatizado, que estos hombres heroicos querían soberano, independiente y democrático”.
De manera emocionada y afectuosa se refirió también a Federico García Lorca, de quien contó lo siguiente:
“Una tarde, hace tantos años, en Madrid, tomábamos café un grupo de diputados con García Lorca y otros amigos. Federico me miraba atentamente como estudiándome. Yo estaba hablando, contaba alguna cosa… Y de pronto me dijo: ─Dolores, tú eres una mujer de tristeza, de dolor. Te voy a hacer un poema. Días después, Federico marchó a Granada. Y no lo volvimos a ver. No pudo hacer el poema sobre mi tristeza… Una mano asesina segó en plena flor de la vida a uno de los genios de la literatura española. ¿Acaso era posible dormir?”.
Regreso de amor y vida
Cuando regresó a su amada España, después de largos años de exilio, fue diputada a las Cortes Democráticas. El 22 de julio de 1977 quedó impreso para la historia como un día maravillosamente histórico: el notable poeta español, comunista militante, Rafael Alberti, del brazo de “La Pasionaria”, hicieron su entrada triunfal al Parlamento español, como una luz deslumbrante y bicéfala que dejaba en las tinieblas la amarga noche del franquismo que anegó de sangre a la España buena, entrañable, heroica y prodigiosa.
Fallecida a los 94 años, el nombre de Dolores Ibárruri se confunde con los más altos valores del ser humano como son: el amor, la amistad, la poesía, la solidaridad con los pueblos y la alegría de vivir.