«Vivimos tiempos altamente peligrosos pero también altamente ilustrativos, ya que lo que se mantenía detrás del manto de la grandeza autoproclamada del occidente respecto a sus logros civilizatorios, hoy ha quedado al descubierto como una horrible mascara de muerte. […] [L]a bestialidad de occidente ha quedado al desnudo en su abierto desdén hacia tantas vidas aniquiladas. Una bestialidad que testifica el desdén hacia la vida que se proyecta en la figura del ‘otro’, el palestino, el bárbaro, el salvaje, el terrorista, el árabe, el animal humano. Esto puede expresarse en la idea que la vida palestina no tiene el mismo valor que la vida israelí, un ucraniano o un europeo». Sascha Cornejo Puschner «La bestialidad de occidente, Gaza y la deshumanización del otro», Rebelión, octubre 15 de 2024.
Europa, la península asiática, llegó a dominar el mundo mediante la conquista sangrienta, el expolio colonial, el militarismo feroz, el racismo, las masacres y el genocidio. Desde hace cinco siglos dio muestras de un desprecio total hacia los pueblos que sometió y a los que siempre consideró inferiores. Sus herederos principales, los EEUU, prosiguieron con esa senda de racismo y expolio de los pueblos no blancos, como resultado de lo cual ha realizado pavorosas masacres, que se reeditan en este momento con el genocidio de los palestinos por parte de los asesinos sionistas de Israel.
El eurocentrismo puede considerarse como la aplicación al resto del mundo de una mentalidad que presume de ser superior y, a nombre de la cual, se aplasta a aquellos pueblos que son vistos como inferiores. El colonialismo es una característica de Europa desde hace cinco siglos y hoy, afortunadamente, está llegando a su lacónico final, aunque a un precio humano y ambiental muy elevado para los pueblos subordinados.
En este ensayo se analizan tres asuntos que muestran en forma fehaciente la decadencia definitiva de Europa, pese a que sus ideólogos, políticos dominantes y plumíferos que fungen de intelectuales supongan que los tiempos no han cambiado y que pueden seguir dominando al resto del mundo. El primer asunto es el de la justificación «filosófica» del genocidio de los palestinos que realiza el estado sionista de Israel. El segundo asunto versa sobre el festival musical de Eurovisión. Y el tercer asunto analiza los juegos olímpicos de Paris en 2024, como el intento de lavarle la cara a los genocidas de Israel por parte de los dirigentes del país que dice encarnar la defensa de los DDHH, la libertad y la fraternidad.
LA BANCARROTA FILOSÓFICA
«La acusación de eurocentrismo que se lanza sistemáticamente contra la concepción del mundo de los filósofos europeos no se basa simplemente en un defecto epistémico de su pensamiento. Es un signo constante de depravación moral. [Existe un] racismo incurable en el corazón del pensamiento filosófico europeo y actualmente de sus representantes más célebres. Esta depravación moral no es sólo un paso en falso político o un punto ciego ideológico. Está profundamente inscrita en su imaginario filosófico, que continúa siendo incurablemente tribal».
Hamid Dabashi, «Gracias a Gaza, la filosofía europea ha evidenciado su falta de ética», CTXT Contexto y acción, No. 304, enero de 2024. Disponible en: https://ctxt.es/es/20240101/Firmas/45328/gaza-europa-filosofos-habermas-hipocresia-deshumanizacion-israel-sionismo-hamid-dabashi.htm
Desde hace décadas el genocidio de los palestinos está en marcha, pero se aceleró desde el 7 de octubre de 2023. Durante el tiempo de existencia de Israel, en Europa occidental han existido voces que lo han defendido abiertamente, aunque también había críticos acérrimos a la política criminal del estado sionista. Desde este punto de vista no existiría nada nuevo en el apoyo que brindan a Israel numerosos «intelectuales», si es que este término puede seguirse usando. La novedad estriba en que, dado que el genocidio se transmite en vivo y en directo, resultaría más difícil intentar justificarlo por parte de Israel y sería mucho más complicado que dicha justificación corriera por cuenta de los pensadores más «brillantes» de la «civilizada» Europa. Sin embargo, esto es lo que ha hecho Jürgen Habermas, al que algunos liberales consideran como el filósofo vivo más importante del mundo y uno de los bastiones del pensamiento en el siglo XX. Pocas semanas después de que se agudizó la fase actual del genocidio, Habermas publicó una breve carta en que brinda su apoyo incondicional a Israel, cuestiona a sus críticos, y duda de que sea posible concebir un genocidio contra los palestinos. Junto al filósofo firman la la carta Nicole Deitelhoff, catedrática de Teoría Política y Relaciones Internacionales del Instituto Max Planck, Rainer Forst, catedrático de la Universidad de Gotinga, teórico de la justicia global y el pluralismo político y Klaus Günther, catedrático de Ciencias Políticas y Derecho Constitucional de la Universidad de Fráncfort[1]. Aunque es una misiva colectiva, la carta adquirió connotación porque allí aparece el nombre del filósofo alemán, heredero de la Escuela de Fráncfort. Esta comunicación comienza afirmando que
«La situación actual creada por la atrocidad extrema de Hamás y la respuesta de Israel a la misma ha dado lugar a una cascada de declaraciones y protestas morales y políticas. Creemos que, en medio de todas las opiniones encontradas que se están expresando, hay algunos principios que no deberían discutirse. Son la base de una solidaridad bien entendida con Israel y los judíos en Alemania».
Que un filósofo que se pretende universal, como el teórico de la Acción Comunicativa, diga esta estupidez es realmente pasmoso. Claro, con el perdón de los doctores de Filosofía habermasiana, es una estupidez que desconoce la historia real de Palestina, porque el genocidio no es resultado de la acción de Hamas y no empezó el 7 de octubre de 2023, comenzó incluso desde antes de la creación del Estado artificial de Israel en 1948.
Sorprende que un filósofo que exalta la discusión y el dialogo como principios fundamentales de sus concepciones filosóficas ahora nos diga que hay cuestiones que «no deberían discutirse». ¿Cómo así? ¿Es que acaso, desde la época de los griegos, no se nos ha dicho que la filosofía debe discutir todo lo que concierne a los seres humanos? ¿De cuándo acá al hablar de Israel hay cosas indiscutibles, casi axiomas matemáticos intocables?
Además, se agrega con una cruel arrogancia eurocéntrica que esas premisas incuestionables son la base en la cual se sustenta el apoyo de Alemania a Israel. No lo dice de forma explícita, pero es elemental que se refiere a la pretensión de que el Estado sionista es un ente legitimo porque representa a todos los judíos, que el Holocausto justifica la existencia de ese Estado y que los alemanes, europeos directamente responsables del genocidio de la Segunda Guerra Mundial, tienen un deber moral incuestionable de apoyar a los genocidas de Israel de todas las formas posibles, incluyendo el suministro de armas.
Más adelante agrega: «En particular, las acciones de Israel no justifican en modo alguno las reacciones antisemitas, especialmente en Alemania. Es intolerable que los judíos de Alemania vuelvan a estar expuestos a amenazas contra su vida y su integridad física y tengan que temer la violencia física en las calles».
Decir que las acciones de Israel, un eufemismo para no hablar de sus abominables crímenes, no justifican las reacciones antisemitas es suponer que cualquier crítica o mención que se haga al genocidio en curso es caer en el odio a los judíos y en particular a los de Alemania y, peor aún, que eso pone en riesgo su vida y pueden ser atacados en las calles. Con este criterio tan ramplón, que confunde antisemitismo con antisionismo, porque recordemos que los palestinos son semitas, un pensador tan exaltado en el mundo académico incurre en una abierta apología del genocidio, el que debe tolerarse porque lo realiza Israel, que es una entidad incuestionable a la que no puede criticarse. Al parecer, ¡Habermas dio el salto de la Teoría de la Acción Comunicativa a la Teoría de la Acción Genocida!
La parte más venenosa de la carta es aquella en la que sostienen que a la brutalidad de Israel (con un lenguaje eufemístico la denominan «acciones de Israel») no se les pueda endilgar el carácter de un genocidio, porque «los estándares de juicio caen completamente cuando se atribuyen intenciones genocidas a las acciones de Israel». Era claro que ya había un genocidio en marcha en el momento en que se publica la carta en noviembre de 2023 y los hechos posteriores sí que lo han confirmado. Durante el tiempo transcurrido desde la publicación de la carta no ha existido una rectificación por parte de sus autores, lo cual quiere decir que avalan el genocidio de Israel y se niegan a calificarlo como tal.
La lamentable carta termina con este invocación que es, a la vez, una velada amenaza:
«El ethos democrático de la República Federal de Alemania, orientado hacia la obligación de respetar la dignidad humana, está vinculado a una cultura política para la que la vida judía y el derecho de Israel a existir son elementos centrales dignos de especial protección a la luz de los crímenes masivos de la época nazi. El compromiso con esto es fundamental para nuestra vida política. Los derechos elementales a la libertad y a la integridad física, así como a la protección frente a la difamación racista, son indivisibles y se aplican a todos por igual. Todos aquellos que en nuestro país han cultivado sentimientos y convicciones antisemitas tras todo tipo de pretextos y que ahora ven una grata oportunidad para expresarlos sin inhibiciones, también deben atenerse a esto».
Cuando la dignidad humana se les atribuye de forma unilateral a los habitantes de un solo país (Israel) se está negando cualquier universalismo, del que tanto pregonan los filósofos europeos al estilo de Habermas. La dignidad humana solo es aquella que tienen los europeos o sus descendientes. Los otros, los pueblos subyugados y colonizados, como hoy acontece con los palestinos, no tienen dignidad humana y pueden ser eliminados. Esto no está muy lejos del comportamiento de los genocidas nazis y de sus herederos directos, los sionistas de Israel, de no reconocer como seres humanos a aquellos que han pretendido exterminar, a los que catalogan de animales.
Este es un postulado vulgarmente eurocéntrico y de un carácter tan restringido que muestra que gran parte de los europeos se siguen considerando el ombligo del mundo, y ven al resto de los habitantes del sur global como subhumanos, sin dignidad humana y sin derecho a existir. Habermas emerge como un sionista puro y duro y de ahí su desprecio por la vida de los palestinos, que no tienen el estatuto de «europeos», carecen de dignidad humana y pueden ser exterminados, como lo afirman Netanyahu y los genocidas de Israel. En últimas, Habermas es el vocero más esclarecido que justifica la participación directa de Alemania en el genocidio de los palestinos. Pareciera ser que los alemanes, representados filosóficamente por Habermas, no sienten culpa del Holocausto «sino nostalgia del genocidio, ya que, durante el último siglo (no sólo en los últimos 100 días), ha consentido indirectamente la matanza de palestinos por parte de Israel»[2].
Habermas repite como un papagayo la falacia de que «Israel tiene derecho a existir», como si eso fuera una verdad incuestionable y no una imposición geopolítica de los europeos y de EEUU. El «derecho a existir» se gana y se sustenta en la práctica con respeto, tolerancia, integración con los vecinos y eso nunca lo ha hecho el Estado de Israel ni sus colonos sionistas, quienes, por el contrario, han expulsado a los habitantes originarios de la Palestina histórica, los torturan, persiguen y masacran, les roban sus tierras, destruyen sus cultivos, se apropian de sus fuentes de agua, bombardean sus ciudades, matan indiscriminadamente a niños y mujeres…. y mil crímenes por el estilo. ¿Esto le confiere alguna legitimidad a Israel como para que Habermas, ?i?ek y compañía digan que «Israel tiene derecho a existir»? ¿A nombre de qué y por qué?
Habermas cuestiona el racismo, lo cual en principio estaría muy bien, el problema estriba en que lo reduce al antisemitismo sin mencionar el racismo sionista de Israel contra los palestinos y tampoco habla del racismo antimusulmán erigido en Europa y que genera una vulgar islamofobia, la misma que pregona a los cuatro vientos el Estado de Israel, que se proclama como el representante de la civilizada Europa y considera a los árabes, palestinos y persas como bárbaros a los que hay que exterminar.
En síntesis, el argumento de Habermas en esencia plantea que el objetivo de Hamas, con su ataque del 7 de octubre de 2023, era eliminar «la vida judía» y por ello criticar la «respuesta» de Israel supone incurrir en un craso antisemitismo. Por ello, Alemania debe apoyar a Israel, puesto que al atacar a ese país se está atacando a los judíos del mundo entero.
Hay algunos elementos adicionales de la carta que deben ser mencionados. No sobra recordar que, durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis no solamente persiguieron a los judíos, sino también a los gitanos, a los eslavos, a los comunistas, a los homosexuales… Si todos estos sectores no se les incluye en el relato del Holocausto se está desconociendo la historia y se reduce la esfera moral a un solo grupo humano (los judíos) y se excluye en forma consciente a los demás. No nos extraña, porque al fin y al cabo esa ha sido una característica permanente del pensamiento eurocéntrico. Como bien lo afirma Hamid Dabashi:
«Los que estamos fuera de la esfera de la imaginación moral europea no tenemos cabida en su universo filosófico. Árabes, iraníes y musulmanes; o los pueblos de Asia, África y América Latina: para los filósofos europeos carecemos de realidad ontológica, excepto como una amenaza metafísica que debe ser conquistada y acallada.
Empezando por Immanuel Kant y Georg Wilhelm Friedrich Hegel, y continuando con Emmanuel Levinas y Slavoj ?i?ek, somos rarezas, cosas, objetos conocibles que los orientalistas se encargaron de descifrar. Como tales, el asesinato de decenas de miles de nosotros a manos de Israel, o de EEUU y sus aliados europeos, no provoca la más mínima tregua en las mentes de los filósofos europeos»[3].
Un hecho que no puede pasar desapercibido en la postura de Habermas está referido a que nos trae a la mente la consigna que tanto se agitó después del fin de la Segunda Guerra Mundial y fue una de las ideas básicas de pensadores de la Escuela de Frankfort como Theodor Adorno. Esa consigna es «Nunca más» [Nie wieder], que planteaba la necesidad de evitar otro genocidio como el perpetrado por el nazismo. Al respecto, el filósofo italiano Bifo afirma con sarcasmo:
«Cuando los intelectuales alemanes dijeron las palabras: Nie wieder, entendí (ingenuamente por supuesto) que querían decir: nunca más limpieza étnica, nunca más deportaciones masivas, nunca más discriminación racial, nunca más campos de exterminio, nunca más nazismo.
Pero ahora -leyendo las palabras del destacado filósofo, y leyendo las palabras de los miembros de la élite política europea, y sobre todo escuchando el silencio de los demás- entiendo que esas dos palabras tenían un significado diferente. Entiendo que desde el punto de vista alemán esas palabras (nie wieder) deben interpretarse de esta manera: después de matar a seis millones de judíos, dos millones de romaníes, trescientos mil comunistas y veinte millones de soviéticos, nosotros, los alemanes, en toda circunstancia protegeremos a Israel, porque ya no son enemigos de nuestra raza superior, de modo que se les ha concedido el privilegio que ya tenemos desde hace quinientos años: el privilegio de los colonizadores, de los explotadores, de los exterminadores.
Los israelíes han sido cooptados en el Club Supremacista, por lo que ahora se les permite hacer lo que hicimos con los pueblos indígenas del sur y del norte de América, y con los aborígenes de Australia, y así sucesivamente.
Nosotros, la raza blanca, hemos decidido que nuestro nuevo aliado pueda construir en la costa del Mar Mediterráneo un campo de exterminio: llamémoslo Auschwitz en la playa»[4].
La postura favorable al genocidio de los palestinos por parte de Israel que respalda Habermas es un reflejo de lo que acontece en los círculos «intelectuales» que dominan en Europa, y particularmente en Alemania. En este país no existe ningún debate sobre los crímenes de Israel y quienes se atrevan a criticar al estado sionista son despedidos de sus puestos de trabajo, son censurados e incluso algunos se les acusa y procesa por, supuestamente, ser antisemitas. En ese sentido, las propuestas filosóficas sobre la esfera pública, el dialogo racional, la democracia deliberativa… han quedado hechos añicos en el propio país de donde es Habermas. Esto tiene implicaciones en el Sur Global, porque «la falta de moralidad de la declaración de Habermas sobre Palestina marca un punto de inflexión en la relación colonial entre la filosofía europea y el resto del mundo. El mundo ha despertado del falso letargo de la etnofilosofía europea. Hoy debemos esta liberación al sufrimiento global de pueblos como los palestinos, cuyo heroísmo y sacrificios prolongados e históricos han desarbolado finalmente la barbarie descarada en la que se basa la «civilización occidental»[5].
Jürgen Habermas, por supuesto, no es el único que justifica el genocidio que perpetra Israel, sino que está acompañado por otras figuras mediáticas, en las que sobresale Slavoj ?i?ek, quien plantea que Israel tiene un derecho absoluto: el de defenderse de Hamas. Y agrega que los ataques del 7 de octubre le dieron a Israel el «pleno derecho de destruir» a Hamas y, sin embargo, en forma ambigua afirma que él no apoya las acciones del Estado de Israel ni respalda a la administración Netanyahu. Como quien dice respalda el derecho de Israel a defenderse y más abajo dice que no lo apoya. Él lo dice sin atenuantes en esta cantinflesca afirmación: «Así que sí, apoyo incondicionalmente el derecho de Israel a defenderse contra esos ataques terroristas, pero al mismo tiempo simpatizo incondicionalmente con el destino desesperado y cada vez más desesperanzado de los palestinos en los territorios ocupados. Aquellos que piensan que hay una «contradicción» en esta postura mía son los que efectivamente representan una amenaza a nuestra dignidad y libertad»[6].
Sobre lo que sucede en Palestina y comparado con la guerra de Ucrania, ?i?ek afirma:
«En mi opinión, la única postura correcta es la de resistir armadamente a Rusia en Ucrania, pero mantener la paz y las negociaciones en la guerra de Gaza. ¿Por qué? ¿No es esta postura incoherente? No, porque aunque Israel es un ocupante en Cisjordania y Gaza, el paralelismo entre Israel y Rusia no es perfecto. En Oriente Medio nos encontramos ante una situación trágica en la que una guerra total sería destructiva para ambas partes, mientras que Ucrania es un claro ejemplo de un Estado soberano brutalmente atacado por un Estado vecino».
Vaya galimatías histórico y político, porque al mismo tiempo se apoya la resistencia armada de Ucrania -que financia la OTAN y EEUU y la Unión Europea y puede conducir a un enfrentamiento nuclear- pero se les niega el derecho a los palestinos a enfrentarse con las armas al Estado de Israel. Es decir, los palestinos tienen que aceptar el genocidio que soportan y no hacer nada para enfrentarlo y deben dejarse llevar como ovejas al matadero en forma resignada.
Como parte del galimatías se califica el genocidio como una guerra y se agrega que el problema radica en que una guerra total sería destructiva en Oriente Medio, pero no en Ucrania, como si el genocidio que se está presentado en tierras palestinas ya no fuera suficientemente destructivo y como si el agresor, Israel, no estuviera atacando y masacrando al pueblo invadido. En un caso, en el de Ucrania, si existe el derecho a defenderse y a recibir armas de las potencias occidentales, no en el caso de Palestina que no tiene ninguno de los dos derechos, ni a defenderse ni a que le suministren armas. Un claro ejemplo de lo que es el doble rasero de los filósofos europeos, y de su latente eurocentrismo, en que la vida de un ucraniano, porque es blanquito y de ojos claros, si vale la pena, pero nunca la vida de un «moreno» de Palestina. Y eso porque sencillamente Israel encarna los valores del occidente imperial, que son los del progreso, la civilización, la prosperidad o, para decirlos con las palabras del mediocre Josep Borrell, los del «jardín europeo».
La postura europea, planteada filosóficamente por ?i?ek es profundamente hipócrita, porque le dan a Ucrania e Israel el «derecho a defenderse», pero se lo niegan a los palestinos que están sometidos a la limpieza étnica, el exterminio, el apartheid, el racismo… Al respecto puede decirse que: «Como filósofo, ?i?ek es el último gemido de ese estallido llamado «Occidente» que había asustado al mundo y le había quitado la confianza necesaria para generar cualquier idea que nunca soñaron en sus filosofías, porque para ellos todo lo que decimos es «grotesco», sea lo que sea»[7].
EUROSIONISMO GENOCIDA CON BARNIZ MUSICAL
«Israel está utilizando descaradamente Eurovisión como parte de su estrategia oficial Marca Israel, que presenta la cara más bonita de Israel para encubrir y distraer la atención de sus crímenes de guerra contra el pueblo palestino». (Citado en https://www.bbc.com/mundo/noticias-48316759)
«Hay misiles y muertos que son política y otros que no lo son. Es la conclusión a la que uno llega después de que la Unión Europea de Radiodifusión haya rechazado vetar a Israel en Eurovisión tras echar a Rusia desde 2022». https://www.publico.es/tremending/2024/01/31
De la excelsa filosofía europea que desde el elevado jardín mira con desprecio a los «bárbaros» de Palestina y aprueba su exterminio por parte de Israel, descendemos a un mundo más prosaico. En esta segunda parte mencionamos el apoyo al estado sionista por Europa, como se expresa con el respaldo a la participación de los genocidas en el Festival de Música de Eurovisión, que se realizó en la ciudad sueca de Malmö en mayo de 2024.
El doble rasero «apolítico cultural»
El festival de Eurovisión es un escenario que permite comprender el doble rasero de Europa con respecto a la guerra y su falsa moralidad, si recordamos que Rusia fue excluida desde 2022.
Cuando en febrero de ese año Rusia invadió a Ucrania en todas las instancias de Europa (políticas, culturales, deportivas, informativas, universitarias…) se generó una rusofobia que cada día tiende a ser más virulenta. Esto dio paso a una política de la cancelación de todo lo referido a Rusia, con actos grotescos que si no fueran tan detestables producirían risa. Entre otros, se prohibió la lectura de Dostoievski, Tolstoi, Chejov, Pushkin y escuchar la música de Chaikovski, a los cuadros de pintores rusos les cambiaran el nombre y los bautizaron con apelativos que aluden a Ucrania, a los deportistas de origen ruso no se les permitió participar en certámenes en Europa, salvo si renunciaban a su nacionalidad y criticaban a Vladimir Putin, se censuró a los canales de televisión RT y Sputnik…
Como parte de esa censura y esa política selectiva de la cancelación, Rusia fue expulsada de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) y se le prohibió participar en el festival de Eurovisión desde 2022. Lo sorprendente es la celeridad de la decisión, porque sin ningún reparo, los organizadores expulsaron a Rusia menos de 48 horas después del ingreso de sus tropas a Ucrania. Esta decisión fue de índole política, como lo dijo oficialmente la UER: «a la luz de la crisis sin precedentes en Ucrania, la inclusión de una entrada rusa en el concurso de este año desprestigiaría el certamen«. Como quien dice, se impide la participación de cantantes de Rusia porque su presencia mancillaría la imagen de Eurovisión.
La decisión se tomó y no hubo ninguna oposición ni rechazo y, como para darse cuenta del contenido político de esta determinación, los ganadores del festival en 2022 fueron los representantes de Ucrania.
Desde el mismo momento en que se radicalizó el genocidio sionista en Palestina diversos sectores sociales en Europa pidieron que no se permitiera la participación de Israel y que este país fuera expulsado de la UER. Rápidamente, con la misma celeridad mostrada en contra de Rusia, los organizadores se encargaron de manifestar su apoyo al estado genocida de Israel, arguyendo que no lo podían expulsar porque Eurovisión es un festival «apolítico». Así lo señalaron en diciembre de 2023: «Comprendemos las preocupaciones y las profundas convicciones sobre el actual conflicto en Oriente Medio, pero estamos comprometidos a asegurar que el Festival de Eurovisión siga siendo un evento apolítico, en el que compiten artistas y cadenas de difusión, no gobiernos». Agregaba el comunicado que la televisión pública de Israel, KAN, «cumple todas las normas de competición» y podía participar «como lo ha hecho en los últimos 50 años»[8].
En perspectiva histórica no sorprende que Eurovisión sea un escenario antirruso y prosionista, porque en los origines de ese festival, en 1956, estuvo la OTAN, hasta el punto de que en principio se había propuesto llamarlo Festival del Atlántico Norte [lo que a la larga terminó siendo]. Así, vaya coincidencia otanista, en 2022 fue declarado ganador Ucrania y en 2023 Finlandia y Suecia las últimas incorporaciones a la OTAN. En forma bastante «neutral» y «apolítica» se premia con el título del Micrófono de Cristal a los nuevos miembros de la Alianza Atlántica, como forma de rubricar su ingreso en el club de los primeros guerreristas y agresores militares del mundo. Esto demuestra que Eurovisión condena a los enemigos de la OTAN y premia a sus miembros y socios.
Siempre la geopolítica ha sido la constante en la historia de Eurovisión y por eso es un mal chiste afirmar que es un certamen «apolítico», cuando se ha convertido en el «brazo pop de la OTAN», lo cual quiere decir que en la actualidad es cómplice y coparticipe en el genocidio «apolítico» de los palestinos.
En conclusión, la máscara seudo-cultural de Eurovisión protege al estado genocida de Israel que, tras bambalinas, mueve los hilos de lo «apolítico» para intentar legitimar sus horrorosos crímenes y presentarse ante el público europeo como un dechado de virtudes musicales y culturales.
Lavadero de la imagen de los genocidas de Israel
Israel, un país no europeo, participa en un festival de la canción de ese continente por razones claramente políticas. Lo viene haciendo desde 1973, ha triunfado en cuatro ocasiones Eurovisión y ha sido la sede escogida luego de ganar. Israel es admitido en Eurovisión y en todos los certámenes de índole cultural y deportiva que se realizan en Europa, sencillamente porque allí lo acogen como uno de los suyos para evitar que países de Asía lo boicoteen si participase en los eventos de ese continente. Lo siguen protegiendo a pesar de los crímenes del Estado sionista, por la acción de los poderosos lobbies prosionistas y por la complicidad de los países más importantes de Europa, como Inglaterra, Francia y Alemania.
Para Israel Eurovisión no es un festival de música, sino un medio de propaganda para limpiar su cara de genocida. Por eso, proyecta en ese certamen una imagen de tolerancia, modernidad y apertura sexual y cultural. Para hacer referencia al lavado de imagen de Israel, en inglés se utilizan los términos Pinkwashin o artwashing, con el objetivo de recalcar que se pretende presentar una idea completamente distinta del rostro asesino del sionismo, y en esa lavada de imagen participan conjuntamente el propio Israel y sus adalides de la civilizada Europa.
En esa dirección, no extraña que en 1998 ganara la cantante transexual de Israel Dana Internacional, con el claro objetivo de dejar en la retina del público europeo la sensación de que en el medio oriente existe un país tolerante e incluyente, con un alto grado de apertura sexual. Ese es el lado glamuroso del sionismo que Israel vende en todo el mundo y en el que Europa se presta como trampolín de lanzamiento.
Eso sirve para ocultar el genocidio, la limpieza étnica, el apartheid contra los palestinos, que se lleva a cabo al mismo tiempo que los cantantes sionistas se exhiben en Europa. Mientras en los escenarios de Europa, acondicionados con bellos y pulcros decorados, gritan los representantes de Israel, en Palestina el ruido que se escucha no es de música inclusiva, con la danza de fondo de los artistas trans, sino la de los pavorosos bombardeos contra niños y mujeres, que son estripados con las «armas inteligentes» hechas en EEUU y Europa.
El carácter «apolítico» del certamen queda evidenciado con el hecho de que el principal patrocinador económico es la empresa israelí de cosméticos Moroccanoil, que financia el evento desde 2021. Esto supone que el funcionamiento del espectáculo musical es directamente apoyado por los sionistas, que, desde luego, condicionan su patrocinio a que los representantes de Israel sean admitidos.
Israel es un país militarista, cuya población está inmersa en la guerra permanente y participa en el genocidio del pueblo palestino, y por ello los cantantes son vulgares propagandistas del régimen sionista e incluso algunos de ellos son criminales que participan en la limpieza étnica. Por ejemplo, el capitán de reserva Shauli Greenglick, actuó en la preselección que escogía al representante sionista para Eurovisión. Con todo el descaro del caso cantó un tema ataviado con el uniforme militar.
Ese cantante-militar fue llamado a filas en esta fase del genocidio y murió en Gaza, cuando participaba en la masacre de los palestinos. Es decir, paso de cantar en uniforme militar en los escenarios musicales a matar en Gaza ataviado con el mismo traje que lució orgulloso en un evento relacionado con Eurovisión. Un periódico de España registro este hecho de una forma que es reveladora de lo que Eurovisión es para Israel:
«Un reservista militar israelí ha sido asesinado [sic] en la Franja de Gaza pocas semanas después de presentarse con éxito a una audición en un programa de televisión que elige la propuesta del país para el Festival de Eurovisión.
haul Greenglick, de 26 años, actuó en «Israel’s Rising Star» el 3 de diciembre mientras estaba de permiso tras su movilización en la guerra contra Hamas. Vestido con uniforme militar y galones de teniente, cantó una balada popular y pasó a la siguiente ronda del proceso de selección.
Una de las juezas, Keren Peles, le dijo a Greenglick en el escenario: «Me alegra verte de uniforme, porque es tranquilizador que alguien como tú lleve uniforme. Me alegraría verte representando a Israel en Eurovisión».
Pero Peles, escribiendo después de que se publicara la muerte de Greenglick en los enfrentamientos del norte de Gaza el martes, dijo que había abandonado el programa debido a sus obligaciones en las reservas de infantería.
«Me imaginaba este año de otra manera, como un año de aspiraciones y de vivir mis sueños», dijo Greenglick en un post publicado el 14 de diciembre en Facebook, en el que figuraba su trabajo como asesor de salud en viajes.
«Ahora estoy viviendo un viejo sueño, el de luchar por el país …. Un sueño nuevo, diferente, tendrá que esperar un poco»[9].
Este es «un ejemplo de la utilización de lo que es el Festival de Eurovisión o la propia preselección en pro de la propaganda política. Al final no se desliga lo que es el conflicto entre Israel y Palestina de la propia preselección. Y la muerte de este participante se está utilizando para justificar ese conflicto entre Israel y Palestina»[10].
EXALTAR A LOS GENOCIDAS Y NEGAR A LOS PALESTINOS
El desarrollo del festival en Suecia se hizo con grandes medidas de seguridad para proteger a la representante del sionismo. Además, se prohibió cualquier denuncia del genocidio y la utilización de símbolos que aludieran a Palestina y a la masacre en curso. El lema del festival, «Unidos por la música», en el fondo significa que los europeos están unidos con un estado terrorista y criminal que en el momento en que sus cantantes aullaban en Suecia ya había masacrado a treinta mil palestinos, expulsado a más de un millón de personas de sus hogares, asediado por hambre a otros tantos… Y con estos asesinos Europa está estrechamente unida a través de la música. Claro, en Eurovisión se unen los genocidas y los patrocinadores del genocidio, y no precisamente con la música neutral y apolítica sino con la música fúnebre de los bombardeos que matan indiscriminadamente a niños, mujeres y hombres en la Palestina histórica, si recordamos que los países europeos suministran armas, bombas, tanques y cañones a los genocidas de Israel.
Mientras tanto, los palestinos no existen y se restringe toda manifestación a su favor. En 2016, Eurovisión prohibió oficialmente la exhibición de la bandera y cualquier símbolo alusivo a Palestina. No obstante, al comienzo del Festival de este año, el cantante de origen palestino Eric Saade, que representaba a Suecia, lució en su muñeca una kufiya (pañuelo palestino) durante la primera semifinal. De inmediato, los organizadores del evento impidieron la difusión de este acto de protesta en televisión y en las redes antisociales.
En la presentación de la cantante que representaba a Israel, Eden Golan, se desplegó un dispositivo de seguridad dentro y fuera de los escenarios, con presencia de miembros del Mosad y otros cuerpos asesinos de Israel. Pese a eso, no pudieron evitar los abucheos del público cuando la cantante sionista salió a escena.
La presencia sionista fue doble, porque la representante de Luxemburgo, Taly Golergant, es israelí de nacimiento y mantiene contactos con su país natal y ha hecho propaganda abierta a favor de Israel en su genocidio en marcha y, para completar, tiene un hermano que es uno de los matones sionistas en la Franja de Gaza.
El intento de negar la existencia de Palestina como estrategia de Eurovisión no es ni mucho menos nueva, porque en ocasiones anteriores se posibilitó que eso se realizara en tierras ocupadas, cuando en 2019 se llevó a cabo el certamen en Tel Aviv. Allí cantaban y bailaban los representantes de Europa y los de Israel, mientras a pocos kilómetros de distancia eran masacrados los palestinos. Al respecto, un joven hispano-palestino aseguraba: «la ciudad de Tel Aviv está construida en tierras de mi familia, entre otras que fueron expulsadas por la fuerza de Palestina y cuyas casas y propiedades fueron expulsadas». Además, agregó, «Israel como estado se ubica en Asia, por lo tanto no es europeo. Es un estado ocupante de las tierras palestinas y ejerce una política de todo tipo de atrocidades, además, se jacta de ser estado judío, donde no hay cabida a nadie que no lo sea».
En forma más tajante señala: «hoy se celebra Eurovisión sobre Al Manshiya, un pueblo que fue destruido a arrasado por los israelís en 1948. Había más de 13.000 habitantes antes del 15 de mayo. Hoy se celebra allí un acto que supuestamente ejemplifica la unidad de los pueblos, la cultura, la música y la libertad»[11].
En conclusión, en Eurovisión donde se proclama una ficticia unidad de los pueblos, los que están ligados son los representantes del sionismo y sus cómplices europeos, mientras que se niega la existencia de los palestinos, de los cuales ni siquiera se permite ondear su bandera, porque eso incomoda a los ocupantes sionistas. En ese sentido, Eurovisión es el frente europeo de tipo cultural de Israel en su limpieza étnica del pueblo palestino.
EL GENOCIDIO, NUEVO DEPORTE OLIMPICO EN PARIS
«Y mientras en la Dulce Francia se disfruta de la Paz pese a los conflictos políticos. En Palestina la británica BBC comenta: ‘Un infierno en la Tierra’: cómo la guerra y el bloqueo de Israel han dejado a Gaza viviendo entre aguas fecales y montañas de basura. ‘Condiciones espantosas’. ‘Hedor insoportable’. ‘Situación inhumana’. A las agencias de ayuda humanitaria se les acaban los epítetos para describir el estado en el que se encuentra Gaza tras nueve meses de guerra y bloqueo tras el ataque de Hamas a Israel en octubre». Emilio Días Miranda, «Luces y sombras en la Olimpiada de Francia y guerra en Palestina», julio 26 de 2024. Disponible en: https://www.eldiario.es/canariasahora/canarias-opina/luces-sombras-olimpiada-francia-guerra-palestina_132_11550541.html
Para finalizar con este ensayo consagrado a la bancarrota definitiva de Europa en términos morales analizamos lo acontecido durante los juegos olímpicos realizados en Paris a mediados de 2024. El objetivo es mostrar el cinismo del doble rasero europeo en el ámbito del deporte, que replica lo acontecido en el mundo de la canción, como lo vimos en el parágrafo anterior, y confirma los postulados de la provinciana filosofía europea que solo admite entre los suyos (los pretendidamente «civilizados») a aquellos que masacran a los «barbaros» de las provincias no europeas.
Los Juegos Olímpicos, otro lavadero de imagen de los genocidas
En febrero de 2022, a las pocas horas de que Rusia hubiera franqueado las fronteras de Ucrania el Comité Olímpico Internacional (COI) emitió una condena enérgica por la violación de la tregua olímpica por parte de Rusia al haber incursionado en territorio ucraniano mientras se celebraban los juegos olímpicos de invierno en Beijín. Posteriormente, se comunicó oficialmente la expulsión de los comités olímpicos de Rusia y Bielorrusia y se procedió a crear un comité que estaría encargado de determinar cuáles atletas de esos países podrían formar parte del equipo de Atletas Neutrales Individuales que participarían en los certámenes olímpicos de Paris 2024. Como condiciones para ser admitidos en esa delegación no debían pertenecer al ejército de sus países ni debían haber manifestado su apoyo a sus respectivos gobiernos.
Esta decisión constituía una continuación de la política olímpica de impedir la participación de Rusia en certámenes deportivos internacionales en diversas disciplinas, política excluyente que se había iniciado tiempo atrás. Ahora, se manifestaba de manera explícita que Rusia no podría participar en los juegos olímpicos y los deportistas que fueran admitidos de manera individual no podrían llevar distintivos nacionales, ni entonar sus himnos ni ondear sus banderas.
Este comportamiento claramente antirruso, que se pretendía justificar por la intervención en Ucrania y por el comienzo formal de una guerra entre dos países, rápidamente se demostró hipócrita y mentiroso. Así lo ha confirmado el hecho evidente para el mundo entero de que el estado genocida de Israel no ha soportado sanción de ninguna clase en alguna de las competencias deportivas en las que participa y se le abrieron de par en par las puertas de Paris durante los Juegos Olímpicos. Los funcionarios del COI manifestaban al respecto y sin ninguna duda que «No estamos en el negocio de la política, estamos aquí para cumplir nuestra misión de unir a los atletas»[12].
Esta afirmación fue ratificada por el presidente de Francia Enmanuel Macron, quien sostuvo: «Hay una situación muy diferente entre Rusia e Israel. Israel fue víctima de un ataque terrorista (…). Podemos estar en desacuerdo con Israel con la manera en que responde y se protege, pero no podemos decir que Israel es un agresor. Hay una clara diferencia. Por este motivo, la bandera israelí estará presente. Sus atletas también y espero que sean vectores de paz, ya que deberán competir con muchos participantes de la región»[13].
En el caso de Israel queda en evidencia la falsa moralidad de Europa, aunque sus dirigentes deportivos y políticos piensen que el mundo está formado por estúpidos que no entienden el doble rasero del indignometro pro-sionista. Porque, de paso, es difícil encontrar tantas mentiras en unas cuantas palabras, como las que aparecen en los dichos del presidente galo: Israel no es un agresor, sino una pobre victima agredida; sus atletas y todos sus ciudadanos son «vehículos de paz» y concordia (ahora sí, ¡cuéntennos una película de vaqueros!); Israel fue víctima de un ataque terrorista y nunca ha sido un estado terrorista ni genocida…
Pese a la magnitud de los crímenes del estado de Israel ese país fue recibido en los juegos olímpicos sin ningún veto ni restricción, como las que el COI les impuso a Rusia y a Bielorrusia.
Guardando las diferencias históricas, debe afirmarse que, así como Hitler organizó unos juegos olímpicos para lavar su imagen en 1936, en 2024 eso mismo se hizo en Paris con el propósito de limpiarle la cara a los genocidas de Israel. En esencia, no son cosas distintas, la diferencia estriba en que mientras que Hitler organizaba sus propios juegos, ahora son los europeos, encabezados por los franceses, quienes terminan siendo el lavadero deportivo de otros, de los genocidas del sionismo en la Palestina histórica.
Esto no es poca cosa, porque la sola presencia en unos Juegos Olímpicos es para cualquier país un espacio privilegiado para mostrar su «poder blando» con el fin de hacer gala ante el resto del mundo de su poderío, fuerza e influencia. Por eso, los países aprovecha al máximo la vitrina que les proporcionan los Juegos Olímpicos, y lo acaecido en París no fue la excepción. Fue un evento privilegiado para intentar maquillar el rostro genocida de Israel y presentarlo como una mansa paloma, amante de la paz y de la fraternidad. Una sola declaración lo comprueba. El futbolista de Israel Gal Vaknin, de 35 años, dijo: «Estoy muy emocionado de estar aquí, sobre todo por ser israelí en esta época y por demostrar al mundo que somos normales, que somos humanos«[14]. ¡Somos normales y somos humanos, aunque bestialicemos y matemos a los palestinos, a los que consideramos como bestias y animales no humanos, tan despreciables que deben ser aniquilados! Jürgen Habermas se debió sentir feliz por tal declaración, porque uno de los suyos, un europeo ocupante de Palestina, se proclama humano y normal, lo que prueba que sus postulados filosóficos de la superioridad europea y de la dignidad humana para ciertos grupos sociales tienen repercusiones en el bajo mundo del deporte.
Dado el desprestigio de Israel y su bien ganada impopularidad por ser un estado genocida, Francia se dio a la tarea de brindarle una protección sin igual. Gérald Darmanin, ministro del Interior francés, prometió que se proporcionaría a Israel «plena seguridad 24 horas al día, 7 días a la semana». Durante el tiempo que duraron los juegos se redobló la presencia de policías, militares y agentes secretos en toda la Ciudad Luz, con la obvia presencia de agentes del Mosad y de otros matones de Israel. Esto lo confirma una descripción relativa al equipo de futbol de Israel:
«Es poco probable que algún equipo haya llegado a unos Juegos Olímpicos de la forma en que la selección masculina de fútbol de Israel llegó al Parque de los Príncipes el miércoles por la noche.
Encabezaban la marcha furgonetas de policía, decenas de ellas repletas de escuadrones antidisturbios franceses y rodeadas por una serie de agentes en motocicletas. Los israelíes viajaron en un capullo de seguridad en el centro de la enorme caravana, metidos en un autobús urbano de servicio especial para los Juegos. Luego venían más furgonetas, más escoltas policiales, más sirenas: un impresionante despliegue de fuerzas con un único objetivo, el de proteger a los primeros participantes israelíes que entraron al terreno de juego en París»[15].
Durante el desarrollo de las olimpiadas, en todos los deportes y momentos en que salían competidores de Israel fueron abucheados, mientras se ondeaban banderas de Palestina. Indistintamente, quienes lo hacían era desalojados por los guardias de seguridad, una clara expresión de la manera como en el país que se reclama como faro de los DDHH, de la libertad y de la fraternidad… impedía que se expresaran libremente los repudios a los genocidas de Israel.
Varios deportistas se negaron a enfrentar a sus adversarios de Israel, en clara muestra de repudio al genocidio. Uno de esos fue el judoca argelino Messaoud Dris, quien presentó sobrepeso para no combatir con un rival de Israel. Es presumible que sea duramente sancionado por atreverse a denunciar en la práctica el genocidio, negándose a enfrentar a un deportista sionista que lo encarna.
Los intentos de limpiar por completo la imagen de los genocidas no fueron exitosos si se tiene en cuenta que tanto deportistas de Palestina como de otros países denunciaron de diversas maneras el genocidio en marcha. Así, por ejemplo, Waseem Abu Sal, abanderado de Palestina en los Juegos de París, desfiló con una camisa en la ceremonia inaugural en la que claramente se hacía alusión a los bombardeos sobre los niños en Gaza. Por su parte, el nadador palestino Yazan Al Bawwab mostró su puño en alto a la hora de salir a la piscina olímpica, al tiempo que lucía una bandera de su martirizado país en el pecho. Tanto en los escenarios deportivos como en las calles y plazas públicas de Paris no se pudo evitar que se hicieran denuncias del genocidio de Israel. En varios momentos se coreó el eslogan «el genocidio no es un deporte olímpico».
Limpieza étnica de tipo deportivo en Palestina
La limpieza étnica también se expresa en el plano deportivo al existir por parte de Israel una política sistemática y continuada de exterminar a los deportistas de Palestina, dejarlos inválidos y destruir las instalaciones donde se entrenan o se realizan las competiciones en varios deportes.
En el momento en que comenzaban los Juegos Olímpicos en pleno verano parisino, Israel había masacrado a por lo menos 400 deportistas de Palestina, principalmente a futbolistas. Entre ellos se encuentran Majed Abu Maraheel, primer abanderado olímpico en la historia de Palestina, muerto por desnutrición en el campo de refugiados de Al Nuseirat. También fueron asesinados el futbolista Imad Abu Tima, seleccionado nacional de 21 años y Ahmed Daraghmeh, de 23 años, masacrado por las fuerzas israelíes en Nablus, en Cisjordania.
Fadi Aldeeb, el único competidor por Palestina en los Juegos Paraolímpicos, que se realizan después de los Juegos Olímpicos, es un claro testimonio del genocidio deportivo, porque fue lisiado por la bala de un francotirador de Israel en 2001 y ha visto morir a más de quince miembros de su familia. Afirmó con convicción que él está presente en esos juegos para mostrarle al mundo que «Palestina sigue en pie». Agregó: «No estoy aquí solo para competir o hablar sobre mí y mi deporte. Tengo un mensaje de 11 millones de palestinos, dentro y fuera del país» y quiere «dar la voz a más de 40.000 personas en Gaza que han sido asesinadas, y más de 100.000 que han resultado heridas; para dar voz a aquellos que han quedado discapacitados en la guerra»[16].
Han sido asesinados entrenadores y funcionarios deportivos, como parte de la limpieza étnica del deporte palestino que lleva a cabo el estado sionista de Israel. El entrenador de futbol olímpico de Palestina Hani Al-Mossader, fue asesinado en un bombardeo de Israel en enero de 2024.Mediante sus bombardeos indiscriminados, pero con objetivos claros, Israel ha destruido el 90 por ciento de la infraestructura deportiva existente en la Franja de Gaza y sus tropas ocupantes usan los estadios como centros de tortura, muy al estilo de Augusto Pinochet en Chile en 1973. Así, en el estadio Yarmouk en Gaza, jóvenes de Palestina han sido desnudados y sometidos a torturas y vejámenes. ¡Un claro indicio de la manera como Israel respeta la carta olímpica de la paz y la concordia que hermana a los seres humanos!
Mientras los deportistas de Palestina han sido borrados del mapa, en Francia su presidente Enmanuel Macron recibe y abraza al genocida Isaac Herzog, presidente de Israel. Y al momento que se declaraba una tregua olímpica, a Israel eso le importaba cinco porque apenas inaugurados los Juegos Olímpicos fue bombardeada una escuela localizada en Deir al-Balah (Gaza), en donde se refugiaban centenares de personas, una masacre con un saldo de treinta muertos y un centenar de heridos. Recordemos que, por hechos menos sangrientos, Rusia fue expulsada del COI por haber roto la tregua de los Juegos Olímpicos de Invierno en febrero de 2022. Un botón del doble rasero del COI, quien no impone ninguna sanción a Israel, pese a que este país prosiga con su genocidio en Gaza, mientras que sus deportistas compiten en son de paz y concordia en Paris.
Y la complicidad por parte del COI, de los organizadores de los Juegos Olímpicos y de los gobiernos de Europa con los genocidas queda clara al constatar que una gran parte de los miembros de la delegación de Israel son miembros de las genocidas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Del total de deportistas de Israel que participaron en los juegos de Paris, 88, por lo menos 30 son miembros activos de las FDI y el resto brindan su abierto apoyo a esas fuerzas genocidas.
Eso es lo que se llama sportwashing, o como camuflar a los genocidas como pacíficos deportistas que compiten «sanamente» en los «neutrales» escenarios de Francia, donde nunca se mezcla la política con el deporte y, muchos menos, se confunden los militares con los pacíficos deportistas que solo quieren llegar más lejos, más alto y más rápido… en este caso para matar palestinos, en el nuevo deporte olímpico inaugurado en París: el genocidio televisado en vivo y en directo.
Un abanderado de la vida y la liberación nacional y otro abanderado de la muerte y el colonialismo genocida
El contraste entre lo que representa el deporte para los palestinos y los israelitas se pone de presente al hacer una comparación entre dos abanderados olímpicos de las dos delegaciones. Se trata de recalcar lo acontecido con el palestino Majed Abu Maraheel, primer abanderado de Palestina en toda su historia, que desfiló al frente de la representación de su país en los Juegos Olímpicos de 1996 en Atlanta, EEUU, y el del abanderado de Israel, el judoca Peter Paltchik , en los Juegos Olímpicos de Paris en 2024.
El atleta Majed Abu Maraheel fue el primer abanderado de Palestina en una gesta olímpica. En el verano de 1996, en Atlanta, en un estadio colmado por 80 mil personas desfiló enarbolando la bandera de su patria, en lo que se constituye en «un hito significativo para Palestina ya no en cuanto al deporte, sino a su reivindicación territorial y nacional como país, porque por primera vez sale en todas las televisiones: Palestina. Ese momento fue un símbolo del pueblo palestino en su lucha por el reconocimiento internacional»[17].
Este era un atleta nato que aprendió a correr en medio de las adversidades que les impone a los palestinos vivir en sus tierras ocupadas. Había nacido en 1963, en un campo de refugiados, en Nuseirat, en Gaza, sitio al cual habían llegado sus padres luego de huir de una ciudad ocupada por Israel.
Se desempeñó como obrero en Israel, trabajando en un invernadero de flores, y su entrenamiento consistía en recorrer diariamente al trote el trecho que existía entre su casa, situada en Gaza, y el puesto de control fronterizo en Erez, a 20 kilómetros de distancia al norte. Después de los Juegos Olímpicos de Atlanta fue designado miembro de la guardia personal de Yasser Arafat, entonces presidente de la Autoridad Palestina.
En junio de 2024, este atleta murió como resultado de las acciones criminales de las FDI. En efecto, «Abu Maraheel, que no tenía problemas de salud previos, desarrolló infecciones graves causadas por la desnutrición y el desplazamiento de su hogar en el campo de refugiados de al Nuseirat. Esto provocó una insuficiencia renal en un momento en que no había tratamiento médico disponible. Trágicamente, a pesar de una breve recuperación, su condición se deterioró y finalmente cayó en coma antes de fallecer»[18].
Ahora miremos el caso opuesto, el de un genocida que participó en la delegación deportiva de Israel, el del judoca Peter Paltchik, y que fue el abanderado del sionismo, quien es a su vez miembro activo de las FDI. Es un militar que actúa en la guerra contra los palestinos y, aparte de ser un soldado, presume de sus crímenes. No duda en publicar en sus redes antisociales la propaganda de odio en la que aparecen las cabezas de misiles que son lanzadas sobre la indefensa población palestina y en donde alardea con estos términos, propios de un genocida sionista: «De mi parte, para todos ustedes, con gusto», texto miserable que aparece junto a la fotografía de los misiles que él mismo firma, como el que deja grabado su nombre en un trofeo de caza, si la caza brutal de palestinos, en forma similar a como los colonialistas europeos o estadounidenses del siglo XIX marcaban sus presas, entre ellos las cabezas de los nativos en África o América del Norte[19].
Que un personaje de tal catadura criminal y genocida haya sido escogió como abanderado de Israel no es para nada casual. Revela de cuerpo entero el cinismo de los genocidas, con Benjamin Netanyahu a la cabeza. Su escogencia tiene la finalidad de recalcar el carácter bélico de Israel y de complacerse con la masacre a que están siendo sometidos los palestinos. Y, además, este siniestro personaje tiene todo un prontuario criminal, entre el que sobresale que en Japón irrumpió en una concentración a favor de Palestina, mientras participaba en una competencia deportiva de judo, y amenazó con matar a los manifestantes, un hecho que el mismo mostró en sus redes antisociales. Su personalidad fue definida en forma nítida por un anónimo autor de un tuit en el que dijo: «Peter Paltchik es el abanderado de Israel en los Juegos Olímpicos. Por encima de todo, lleva el estandarte de la guerra y tiene placeres simples: posar con Netanyahu, firmar proyectiles, hacer un mal uso del judaísmo para bendecir masacres o de su kimono para intimidar a los manifestantes que piden un alto el fuego»[20]. Este es el «abanderado de paz» de Israel, quien encabezó la delegación de su país y llevo la ensangrentada bandera sionista en sus manos con orgullo genocida y contando con la complicidad y el aval de los gobernantes de la civilizada Europa y de la alta dirigencia del COI.
CONCLUSIÓN
«Esta Europa, citada ante el tribunal de la ‘razón’ y ante el tribunal de la ‘conciencia’, no puede justificarse; y se refugia cada vez más en una hipocresía aún más odiosa porque tiene cada vez menos probabilidades de engañar. […] Europa es indefendible. […] moral y espiritualmente indefendible».
Aimé Césaire, Discurso sobre el colonialismo, Akal, Madrid, 2006 [1950], p. 13. [Énfasis nuestro]
La quiebra moral de Europa se da en toda la línea, sin excepción. Abarca los planos del pensamiento, el arte y el deporte. Al considerar estos aspectos queda en evidencia que Europa se ha quitado definitivamente su máscara de «civilización» y DDHH. Y no es que antes no hubiéramos conocido su rostro de muerte, puesto que los habitantes de los continentes que fuimos colonizados por ellos si que podemos testificarlo. Lo que sucede es que, antes de la actual visualización en tiempo real de los grandes problemas del mundo, no se podían percibir de manera inmediata los genocidios coloniales, los cuales quedaban para la posteridad histórica. Incluso, en el terreno de la historia era difícil enfrentar el eurocentrismo por la imposición del relato de los vencedores y colonizadores, como lo confirma fehacientemente la falacia del Lejano Oeste en los EEUU.
Pero lo que sucede ahora tiene un hondo significado porque ya no es posible tapar el sol con los dedos. Ha quedado claro ante la faz del mundo lo que es Europa como proyecto de pretendida universalización ejemplarizante, un continente de colonizadores y genocidas, y eso lo abarca todo, desde el sublime pensamiento filosófico que se desenvuelve en las altas cumbres de la podredumbre universitaria, hasta el bajo mundo del deporte olímpico.
Desde ese punto de vista, el genocidio de los palestinos, apoyado en forma criminal por los gobiernos del viejo continente y una gran parte de sus «intelectuales», incluyendo a sus filósofos más notables, ha servido para despojar a Europa de su mascara de civilización, progreso, libertad, democracia, DDHH y mil embustes por el estilo. Eso ya no tiene nada que ver con la dura realidad que soportan los palestinos, los árabes, los latinoamericanos, los africanos y gran parte de los habitantes del Sur Global. En ese sentido, adquieren relieve las palabras del gran poeta de la India Rabindranath Tagore, escritas en 1921 y de una impresionante actualidad: «Europa ha perdido por completo su prestigio en Asia. Ya no se considera la representante universal de una forma justa de avanzar y el exponente de principios elevados, sino como la defensora de la supremacía racial occidental y la explotadora de todos los que residen fuera de sus fronteras»[21].
La coparticipación europea en el genocidio en Gaza es un golpe de gracia al eurocentrismo y marca el fin de un dominio colonial de cinco siglos. Aunque los gobernantes de Europa y las clases dominantes de ese continente se siguen creyendo el centro del mundo («El Jardín Europeo» lo denominan los más cínicos) no tienen ni idea de la magnitud de los cambios que se están presentando más allá de sus dominios y suponen que van a seguir siendo los amos del planeta. Para la mayor parte de europeos es imposible «imaginar un mundo en el que Occidente no esté en el centro. Parafraseando una expresión ya utilizada, es más fácil imaginar el fin del mundo que el fin de la supremacía occidental»[22].
Y, aunque lamentable por el costo humano que significa, el genocidio de los palestinos ha acelerado la decadencia moral de Europa, la que queda reducida a una pequeña península de Asía y cuyo mapa cognitivo (el de la pretendida «civilización superior») dentro de poco va a hacer parte del estercolero de la historia. Valga recordar al respecto las lúcidas palabras de Bruno Bettelheim poco antes de suicidarse al criticar la mentalidad de gueto de los judíos y la manera cómo dicha mentalidad se trasladaba a los europeos, lo cual es perfectamente aplicable al desconocimiento que Europa tiene del resto del mundo, uno de los soportes de su desprecio de los palestinos y de su apoyo irrestricto a los genocidas de Israel. Decía en esa ocasión el sicoanalista austriaco: «El propio mundo occidental parece abrazar una filosofía de gueto al no querer saber, no querer comprender, lo que está ocurriendo en el resto del mundo. Si no tenemos cuidado, el mundo occidental blanco, que es una minoría de la humanidad, se amurallara en su propio gueto»[23].
Y con ello prepara su propio exterminio, puesto que los europeos al encerrarse tras los muros de su península perecerán a manos de los asaltantes de adentro y de afuera. Así, «los europeos y su civilización desaparecerán entonces, como han desaparecido todas las comunidades que han perdido su capacidad de adaptarse a un entorno cambiante. Si ello sucede, habrá concluido un capítulo de la historia del hombre y comenzará otro»[24].
Agradezcámosles a los palestinos que nos estén permitiendo, con su pertinaz resistencia, hundir tanto a los genocidas de Israel como a sus patrocinadores de Europa, y con ello contribuyen a que se cierre el ciclo histórico del eurocentrismo y comience otro, en el cual Europa no desempeñara ningún papel relevante, salvo recordarnos de su inane existencia con la transmisión televisiva de los partidos de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona.
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Notas
[1]. El texto de la carta está disponible en alemán e inglés en: https://www.normativeorders.net/2023/grundsatze-der-solidaritat/
[2]. Hamid Dabashi, «Gracias a Gaza, la filosofía europea ha evidenciado su falta de ética», CTXT Contexto y acción, No. 304, enero de 2024. Disponible en: https://ctxt.es/es/20240101/Firmas/45328/gaza-europa-filosofos-habermas-hipocresia-deshumanizacion-israel-sionismo-hamid-dabashi.htm
[3]. H. Dabashi, op. cit
[4]. Franco Bifo Berardi, «Carta a los hipócritas de Europa», CTXT Contexto y acción, No. 304, enero de 2024. Disponible en: https://ctxt.es/es/20240101/Firmas/45262/Franco-Bifo-Berardi-filosofos-silencio-genocidio-Israel.htm
[5] H. Dabashi, op. cit.
[6]. «Israel y Hamas: ¿dónde está la línea divisoria real?», 17 de Octubre de 2023. Disponible en : https://www.analisisdigital.com.ar/opinion/2023/10/17/israel-y-hamas-donde-esta-la-linea-divisoria-rea
[7]. Hamid Dabashi, «Slavoj Zizek y Harum Scarum». Disponible en: https://www.aljazeera.com/opinions/2011/11/11/slavoj-zizek-and-harum-scarum
[8]. https://panampost.com/efe-panampost/2024/01/29/eurovision-no-vetara-a-israel/
[9]. https://www.elmundo.es/television/2023/12/27/658c811d21efa02e688b45dd.html
[10]. Palabras de Lorenzo Luka, Subdirector de Eurovision España. Citadas en: https://www.rtve.es/television/20240130/israel-podra-participar-eurovision-2024/15947648.shtml
[11]. https://www.elindependiente.com/politica/2019/05/18/malestar-los-palestinos-eurovision-legitima-estado-o presor/
[12]. Citado en Xabier Rodríguez, «París 2024, entre la expulsión de Rusia y el sportwashing de Israel», Rebelión, agosto 8 de 2024. Disponible en: https://rebelion.org/paris-2024-entre-la-expulsion-de-rusia-y-el-sportwashing-de-israel/
[14]. Citado en Tariq Panja, «Israel llegó a los Juegos Olímpicos entre vítores, abucheos y sirenas de policía», en The New York Times en Español, julio 25 de 2024. Disponible en: https://www.nytimes.com/es/2024/07/25/espanol/israel-juegos-olimpicos-seguridad.html
[15].T. Panja, op. cit
[16]. Helena Sánchez, «Fadi Aldeeb, el paratleta palestino que recibió un disparo por la espalda de un francotirador israelí», septiembre 4 de 2024. Disponible en: https://www.marca.com/paralimpicos/2024/09/04/66d83fecca4741cb2e8b4575.html
[17]. Palabras de Javier González del Castillo, citadas en Margarita Rodríguez, «La historia de Majed Abu Maraheel, que fue el primer abanderado palestino en unas Olimpiadas y murió en medio de la guerra en Gaza», julio 25 de 2024. Disponible en: https://www.bbc.com/mundo/articles/cjjw8de3qp4o
[18]. Ibid.
[19]. Juan Luis Valenzuela, «El abanderado de Israel en París, un sádico soldado que firma las bombas dirigidas a niños y civiles palestinos», julio 29 de 2024. Disponible en: https://www.elplural.com/sociedad/abanderado-israel-paris-sadico-soldado-firma-bombas-dirigidas-ninos-civiles-palestinos_334466102
[20]. Citado en Ibid.
[21]. Citado en Lorenzo Marsili, Tu patria es el mundo entero, Herder, Barcelona, 2021, p. 37.
[22]. L. Marsili, op. cit., p. 191.
[23]. Citado en Josep Fontana, Europa ante el espejo, Crítica, Barcelona, 1994, p. 155.
[24]. J. Fontana, op. cit., p. 156.
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