«Es como decir que ha salido el sol cuando ya son las 12 de la tarde. Un hecho evidente es que Estados Unidos ya no está ni siquiera en las fases iniciales, pero ya lo hemos visto en España. Lo vimos en Italia, lo vimos en Grecia, donde la deuda crece, la deuda que devenga intereses comienza a crecer con mucha fuerza, porque los inversores temen por su dinero. Llega a niveles tales que el Estado simplemente no puede vender su deuda, sus bonos», destaca Stanislav Krapívnik
Agrega que hoy la deuda nacional de EEUU crece un billón de dólares cada 100 días, mientras que antes lo hacía cada 120 días. Es decir, el proceso se está acelerando. En palabras del veterano, Washington solo tiene dos salidas a esta situación: imprimir dinero o caer en default.
Durante la presidencia de Joe Biden, la deuda nacional pasó de 28 billones de dólares en 2021 al récord actual de más de 36 billones de dólares.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca que en 2029 el nivel de deuda estatal de Estados Unidos alcanzará el 131,7% del PIB, y en 2032 superará el 140%. El FMI advirtió que ese crecimiento amenaza tanto a las economías nacionales como a las mundiales.
Una de las principales razones de la acumulación de endeudamiento son los déficits presupuestarios crónicos. La última vez que EEUU experimentó un superávit sostenido fue hace casi un siglo, de 1920 a 1930, y durante los siguientes 40 años el presupuesto estuvo en números positivos solo ocho veces. El primer período de exceso crónico de gasto del Gobierno federal sobre los ingresos comenzó en 1970 y duró 28 años, hasta 1998, cuando el país pudo lograr un pequeño superávit, que duró cuatro años.
En 2002, el presupuesto estadounidense volvió a entrar en territorio negativo, con 158.000 millones de dólares. A diferencia de períodos anteriores, el Gobierno no pudo contener el crecimiento del déficit: después de solo siete años superó por primera vez el billón de dólares y en 2020 alcanzó un récord absoluto de 3,13 billones de dólares, aunque luego volvió a niveles más moderados. En los últimos dos años el déficit ha vuelto a crecer y a finales del año pasado ascendía a 1,8 billones de dólares.
