Julio Martínez Molina(Granma).— Al exhibirse en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano episodios de las series Cien años de soledad y El ruso, algunos internautas postearon en redes sociales que una cita fílmica no era para eso.
Sin embargo, ya es una tendencia consolidada en los grandes festivales. De sus orígenes, razones y pertinencia comentamos hoy.
Luego de los formidables trabajos surgidos durante la denominada Tercera Época de Oro de la Televisión –periodo abarcador desde Los Soprano, en 1999, hasta la última temporada de Breaking Bad, en 2013–, las series alcanzaron un peso en el imaginario popular mundial, un nivel de valoración por parte de los críticos y un prestigio dentro del universo intelectual que nunca antes habían poseído.
Comenzaron a ser el centro de atención de filósofos, científicos sociales, académicos y de valiosos directores cinematográficos.
Llovieron libros sobre el tema (hasta del mítico realizador franco-suizo Jean Luc-Godard), y las comenzaron a realizar autores fílmicos de la guisa del estadounidense Martin Scorsese (Vinilo), la neozelandesa Jane Campion (Top of the Lake), el coreano Park Chan–wook (La chica del tambor) o el italiano Marco Bellocchio (Exterior noche).
Poco a poco, con escasas excepciones hoy día, astros anglosajones de la interpretación también procuraron guiones de series. Algunos como Frances McDormand (Olive Kitteridge); Kate Winslet (Mildred Pierce); Jeremy Irons (Los Borgia); Liev Schreiber (Ray Donovan) o Brian Cox (Succession) definieron inolvidables composiciones.
Todo ello sentó el terreno para su inserción en festivales de cine.
En casos como en la reciente Desprecio –obra dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón, al servicio de una genial Cate Blanchett–, la manera visual de narrar es estrictamente cinematográfica, lo cual también explica de alguna manera su inserción en estas citas.
Los cinco primeros episodios de Desprecio fueron exhibidos hace tres meses en el Festival de Venecia. No fue la única serie mostrada. En la ciudad de los canales también exhibieron Los años nuevos, estupendo trabajo del español Rodrigo Sorogoyen; y Familias como la nuestra, y M, el hijo del siglo, dirigidas respectivamente por el danés Thomas Vinterberg y el británico Joe Wright, todos con pedigrí en el cine.
A la altura de 2024, se trata de una corriente inveterada, de vieja data en las citas fílmicas clase a del planeta. En Venecia presentan series ya desde 1980. Y en Cannes, desde 2003. También lo han hecho, por lustros, en Berlín, San Sebastián, Toronto, Tribeca…
Por supuesto, la explosión del fenómeno ocurre durante la última década. Y, obviamente, también obedece a una razón mercantil. La exhibición de series en esos grandes escaparates que son los festivales –donde en ocasiones reciben más vítores que las propias películas en competencia–, potencia su notable poder comercial.
Muchas series seguidas con devoción en todo el mundo pasaron antes por festivales: El joven Papa, Carlos, Pequeño Quinquin, Deutschland 83, 1992, 30 monedas, Better Call Saul, El gerente nocturno, 22.11.63., Casual, Les Revenants, The Night Of, Silicon Valley, Mr. Robot, La peste, Vergüenza, Patria, Antidisturbios, We Are Who We Are, Inés del alma mía, Apagón, The Kingdom Exodus, Mammals…
Así que sí, los festivales también son para eso.