El marco de actuación del régimen no permite que gobierne la izquierda. No ya tener el poder, sino simplemente ejercer de administrador de la fina desde el ejecutivo. Las compañías eléctricas son un ejemplo meridiano, no se les puede ni rechistar. La derecha de todas las horas y sus terminales mediáticas funcionan como meros lobbies de las grandes empresas del Ibex. El caso del PNV con su ¿ex? dirigente Josu Jon Imaz al frente de Repsol lo ilustra todo. Ante los beneficios escandalosos por la subida de tarifas. lo máximo que apuntó el progresismo fue retocar el IVA y dar bonos a familias necesitadas. ¿Y la expropiación, cuándo?
Los padres de la Traicisión ya dejaron claro que no iba a haber expropiación sin indemnizaciones millonarias, esto es, el propio artículo 33.1 de la Constitución en el apartado 2 proclama su función social del Estado, pero, en el apartado 3 garantiza que nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto en las leyes. Esto es, reconoce constitucionalmente el instituto jurídico de la expropiación forzosa. Las leyes consensuadas protegiendo al capitalismo.
En las últimas horas, el gobierno (PSOE+Sumar) ha decidido aplicar una medida «revolucionaria» a propuesta de Podemos: que las eléctricas paguen unos meses más impuestos sobre sus escandalosos beneficios. Así que el panorama es como sigue: la derecha defendiendo los intereses de las grandes compañías y el progrerío prorrogando unos meses el pago de impuestos.
La izquierda, esto es, la expropiación y nacionalización de los recursos naturales soportando del bipartidismo y sus cómplices el «eso es imposible», «esto es lo que hay», «mejor esto que lo otro», «algo es algo», para no entrar en el debate crucial, el enfrentamiento con los poderosos por los medios de producción. Las renuncias al eje ideológico fundamental, ubica a los participantes de esta mascarada en un pragamatismo lejano a cualquier cambio importante. Se convierten, en garantes del status quo, eso sí, desde el progresismo.