Elizabeth Naranjo (Granma).— A lo largo de su historia, Cuba ha tejido una amplia red de relaciones diplomáticas con naciones de todo el mundo. Los vínculos se han caracterizado por la activa participación de la Isla en foros multilaterales en los que defiende las posiciones del Sur y el apoyo a movimientos de liberación nacional en todas partes del planeta. El año 2024 no hizo la diferencia.
El aislamiento y las sanciones de EE. UU. no han impedido que el Gobierno Revolucionario despliegue una política exterior activa y multifacética. La búsqueda de alianzas estratégicas con países de América Latina, África y Asia reflejan parte de la tenacidad de esa diplomacia.
En este contexto global de alianzas y solidaridad, las relaciones con Estados Unidos han representado un capítulo particularmente enrevesado, marcado por décadas de tensiones y un breve periodo de acercamiento, iniciado en 2014 y en enfriamiento desde 2017, con el ascenso al poder de Donald Trump.
Diez años han pasado desde entonces, un periodo de intensos altibajos en la relación, que ha oscilado entre la esperanza de normalización y el retorno a la hostilidad.
De vuelta a la Casa Blanca, en 2025, la presencia de Trump en el gran juego de ajedrez que es la política imperial no es un buen augurio para los vínculos entre ambas naciones.
MEMORIAS DE LO EFÍMERO
El 17 de diciembre de 2014 pasó a la historia nacional como el comienzo de una etapa sin precedentes en la relación de la Administración de EE. UU. con el Gobierno Revolucionario. Aunque efímero, fue una lección valiosa para el mundo sobre los alcances de la diplomacia, al lograrse el acercamiento entre una pequeña nación decidida a no doblegar su soberanía y un imperio urgido de consolidar su hegemonía en el resto de América.
Los entonces presidentes Raúl Castro Ruz, y Barack Obama, anunciaron al mundo el inicio de un histórico proceso de normalización que se venía cocinando meses antes, en conversaciones secretas.
Obama intentaba marcar la diferencia entre su antecesor George W. Bush, aunque de manera limitada.
Por eso, durante el segundo periodo de su mandato, eliminó las restricciones de vuelos y remesas, y desarrolló conversaciones en torno a cuestiones relacionadas con la Base Naval en Guantánamo.
También se atendió la colaboración entre guardacostas cubanos y estadounidenses en el enfrentamiento al narcotráfico, fue posible la ampliación de visas (se otorgaron visados múltiples por cinco años) y se eliminaron restricciones sobre a quiénes considerar familiares, flexibilizando los contactos «pueblo a pueblo» y los intercambios académicos.
Eso no significó que dejara de lado su herencia presidencial en cuanto al mantenimiento del bloqueo. Era un cambio de táctica, no de objetivo.
Las multas financieras a los bancos que sostuvieran relaciones con La Habana continuaron y se suspendieron las conversaciones migratorias entre ambos países.
Además, se mantuvo a Cuba en las más ilegítimas listas elaboradas por el Departamento de Estado de EE. UU.: terrorismo, trata de personas, etc.
Mientras, Cuba, a pesar de sus obstáculos, creció internacionalmente en materia de cooperación, colaboración y solidaridad, lo que suponía parecer un fracaso de política exterior para la Casa Blanca.
Y DESPUÉS…
A Obama le sucedió el magnate Donald Trump (2017-2021), quien sin vacilación alguna registró medidas y acciones sin precedentes, las cuales sobresalieron por su sistematicidad.
Trump, con el objetivo de obstaculizar las principales fuentes de ingresos y asfixiar a la nación caribeña, en su periodo de mandato estableció más de 240 medidas, las cuales afectaban directamente a la economía y al pueblo cubanos.
El presidente sucesor, Joe Biden se mostró sin el más mínimo deseo de revertir lo que su predecesor había implantado. Por el contrario, mantuvo cada una de las imposiciones y, para cerrar el año, ha potenciado el avance de la llamada «Ley de marcas robadas», que, aunque no está dirigida explícitamente a Cuba, sí tiene como trasfondo ciertos intereses estadounidenses que afectan al país.
Pese a todas estas restricciones, el archipiélago se ha mantenido firme a sus principios y al cumplimiento de todos los compromisos asumidos por escrito con respecto al establecimiento de las relaciones bilaterales, acciones que no han sido recíprocas por la parte estadounidense.
LEYENDAS INVENTADAS POR EL GOBIERNO DE EE. UU. SOBRE CUBA:
- Los supuestos «ataques sónicos» contra diplomáticos de Estados Unidos.
- La presencia de más de 20 000 tropas cubanas en Venezuela.
- La presencia de bases militares chinas.
- La influencia maligna de Cuba para la región de América Latina.
- La esclavitud y la trata de médicos cubanos.
fuente: ministerio de relaciones exteriores
TÍTULO III DE LA LEY HELMS-BURTON:
La decisión de permitir demandas en los tribunales estadounidenses al amparo del Título III de la Ley Helms-Burton fue una acción de intimidación importante, tras 23 años de sucesivas suspensiones de esta posibilidad.
VIAJES:
La creación de la Lista de Alojamientos Prohibidos en Cuba, que incluyó 422 hoteles y casas de renta, constituyó un desestímulo adicional a los viajes. Se cancelaron los vuelos regulares y chárteres a todo el país, excepto a La Habana, cuyas frecuencias también fueron limitadas. Los efectos de este anuncio alcanzaron tanto a ciudadanos estadounidenses como a las familias cubanas.
REMESAS:
La decisión de limitar el monto de las remesas a 1 000 usd por trimestre, la suspensión de las remesas no familiares y la prohibición de envíos desde terceros países a través de Western Union, impusieron mayores dificultades a los ingresos de muchos cubanos. La imposibilidad de tramitar remesas mediante las empresas Fincimex y ais eliminó los principales canales formales para efectuar los envíos.
COOPERACIÓN MÉDICA:
En el marco de la campaña de descrédito a la cooperación médica internacional de Cuba y un escenario regional favorable a la derecha, EE.UU. impulsó el fin de los convenios con varios países del área, e incrementó las presiones hacia organizaciones multilaterales y terceros países.
COMERCIO Y NEGOCIOS:
Se reimpuso a Cuba la medida que impide la importación de productos de cualquier país que contengan más de un 10 % de componentes estadounidenses. En una economía globalizada, ello constituye un obstáculo real para adquirir insumos necesarios, independientemente del mercado de origen.
COMBUSTIBLE:
Solo en 2019 fueron penalizadas 53 embarcaciones y 27 compañías. Las presiones contra los gobiernos de registro o bandera de las embarcaciones también fueron notables.