El diario repasa una serie de crímenes recientes en la llamada «Francia profunda», todos vinculados al narcotráfico, para afirmar que el país galo, históricamente uno de los principales mercados europeos en relación a la venta de estupefacientes, «está experimentando una nueva erupción de preocupación por su comercio interno de drogas y la violencia que lo acompaña».
Este aumento de los homicidios, señala la nota, ha impactado particularmente a ciudades pequeñas y medianas, antes consideradas blindadas a este tipo de fenómenos. Además, el fenómeno se suma a lo que ya ocurre en grandes urbes como París y Marsella, consideradas los centros neurálgicos del consumo y venta de drogas en el país y donde históricamente ha operado el crimen organizado.
«Estamos enfrentando una marea de cocaína, es algo nuevo», dijo al diario Jean-Paul Vermot, alcalde de Morlaix, una ciudad francesa de 15 mil habitantes donde el tráfico de droga se ha hecho más notorio y los grupos se disputan el territorio.
«En octubre, un niño de cinco años recibió dos disparos en Pacé, una pequeña localidad cerca de Rennes, durante una persecución en coche relacionada con las drogas. En noviembre, un chico de 15 años recibió un disparo en la cabeza durante un tiroteo entre bandas de narcotraficantes en Poitiers, una ciudad de 90.000 habitantes en el centro-oeste de Francia», recuenta el diario.
En ese sentido, en el pasado mes de mayo, un informe del Senado francés concluyó que «la intensificación del tráfico en las zonas rurales y en las ciudades de tamaño moderado» había estado «acompañada de un estallido de violencia preocupante, que a veces hace que los ciudadanos vivan verdaderas escenas de guerra».
Jérôme Durain, senador autor de dicho informe y presidente de la comisión de investigación sobre tráfico de narcóticos, dijo que la expansión de la narco-criminalidad a ciudades más pequeñas de Francia era el resultado «inevitable» de que grupos que operan en grandes ciudades busquen nuevos mercados.
Estos cárteles, explicó, resultan beneficiados por las nuevas tecnologías y la «uberización» del comercio, que permite que la droga sea pedida a través de celulares desde cualquier punto y de manera inmediata
El propio Gobierno se ha manifestado preocupado por esta explosión de violencia causada por el aumento del comercio de droga. El propio ministro del Interior de Francia, Bruno Retailleau, sugirió recientemente que el Estado podía estar al borde de perder el control de algunas zonas del país a manos de las bandas de narcotraficantes que operan con el permiso de autoridades locales.
En un sentido similar, el ministro de Justicia, Gérald Darmanin, prometió poner a los 100 mayores traficantes de drogas que se encuentran en prisiones del país en régimen de aislamiento, «como se hace con los terroristas».
«Ante lo que se ha dado en llamar una explosión simultánea de la oferta y la demanda de drogas ilegales a lo largo del país, los funcionarios franceses están adoptando propuestas para acabar con los traficantes. (…) Queda por ver si todo esto equivale a una nueva guerra francesa contra las drogas, dado el episodio de inestabilidad política del país», afirma el diario, en alusión a la debilidad de la Administración del presidente Emmanuel Macron, quien ha tenido que cambiar dos veces de primer ministro en menos de un año.
Sin embargo, todos estos recientes episodios, señala el diario, palidecen frente a lo que sigue ocurriendo en Marsella, la ciudad portuaria azotado por batallas territoriales entre mafiosos que se han cobrado decenas de vidas en los últimos tres años y han visto el surgimiento de una generación de sicarios adolescentes.
Dando cuenta de la gravedad de la situación en Francia y en el continente, el diario recuerda un informe de la Agencia de Drogas de la Unión Europea, elaborado en el 2024, que arrojó que las incautaciones europeas de cocaína ya superan las realizadas por los Estados Unidos.
La nota, publicada este 4 de enero, surge en medio de la controversia por un artículo publicado por el mismo medio sobre la supuesta producción de fentanilo en el estado mexicano de Culiacán por parte del Cártel de Sinaloa, cuya veracidad ha sido puesta en duda por el Gobierno.