El Estado español actual es heredero del Estado del asesino Franco, el cual mantiene su esencia y sus estructuras fascistas del régimen impuesto por el golpista tirano aupado al poder por la banca, terratenientes, Iglesia Católica, los estados fascistas italiano y alemán dirigidos por Mussolini y Hitler y, cómo no, sostenido por los “demócratas burgueses” norteamericanos y sus lacayos europeos, desde la década de los 50s del siglo pasado que, sin duda, son unos auténticos reaccionarios.
Por consiguiente, el actual Estado español que es el Estado franquista con una mínima cosmética que el paso de las décadas ha ido borrando, refleja dicha continuidad en el Ejército, la judicatura, las fuerzas represivas y los partidos políticos del capital – todos ellos defensores del Estado franquista – evidenciando su continuidad. Por ello, en tanto la esencia del Estado español son los principios del franquismo, son lógicas las “simpatías” por el fascismo.
Ello se visualiza en la impunidad del fascismo, de la reacción y la persecución sin cuartel contra la clase obrera y su única ciencia emancipatoria, el marxismo-leninismo.
Así, no debe sorprendernos la impunidad que tienen los ladrones y delincuentes burgueses, que como Zaplana aun siendo condenado goza de la más absoluta impunidad, mientras que comunistas como Manuel Pérez Martínez (Arenas) se pudren en la cárcel. Mientras los fascistas campan a sus anchas delinquiendo como si no hubiera un mañana, la clase obrera sufre inmisericordemente la represión del Estado a través de sus políticos, jueces y policías. Y es que para el Estado español y sus sicarios de los medios de comunicación a nómina de los capitalistas que prostituyen cotidianamente la profesión periodística, los terroristas fascistas, genocidas, son denominados “demócratas” y, por el contrario, toda acción de la clase obrera dirigida a su emancipación o, ni tan siquiera a ello sino a repeler la violencia reaccionaria del capital, son señalados como “terroristas” y masacrados no sólo por su prostituida prensa sicaria, sino por sus jueces y fuerzas represivas.
Y puesto que “el fascismo es el poder del capital financiero”, es hacia donde tiende la dictadura de la burguesía en el imperialismo, cada vez de una manera más franca y abierta, siendo la última tabla de salvación que tienen los monopolios, tiene un carácter de clase y, también, un ámbito mundial. Por ello, los autodenominados “demócratas” no dudan en el plano internacional, de manera cada día más abierta, en reivindicar el fascismo y, consecuentemente, el anticomunismo más feroz no sólo declarándose como tales, por ejemplo, la UE o los EEUU, sino apoyando sin fisuras a fascistas genocidas y asesinos como Netanyahu o Zelensky.
El imperialismo se encuentra en bancarrota y únicamente se puede sostener mediante la guerra, el genocidio y la opresión inmisericorde del proletariado, máxime con el desarrollo de la automatización, que ya no se corresponde con la base económica imperialista, sino que corresponde a una base económica superior, la socialista. La humanidad – que es el proletariado de todo el mundo – únicamente tiene una salida, acabar con el imperialismo y construir el socialismo como paso previo al comunismo. Sin duda hoy la consigna que prevalece es clara: ¡Socialismo o barbarie!
COMISIÓN DE AGITACIÓN Y PROPAGANDA DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)