¿Un caos trumpiano expansionista para el mundo?

Publicado:

Noticias populares

Entre las muchas causas que los historiadores esgrimen para explicar porqué el poderoso imperio romano, que había existido durante 500 años, se derrumbó en tan solo siete décadas bajo las invasiones de vándalos, ostrogodos y visigodos, después de haber extendido sus demarcaciones por toda Europa, buena parte de Asia y el norte africano, hay tres señales mostradas por el historiador y profesor de la Universidad de Granada, José Soto Chica, que a mi entender pueden ser decisivas: la continua lucha por el poder, exacerbada a límites descomunales; la acumulación de riquezas en pocas manos que desestabiliza por completo las relaciones de las élites con el Gobierno central, y el desapego que desarrollaron las élites de la periferia.

Extrapolo la explicación a la actual coyuntura de Estados Unidos, con un Presidente electo, claramente émulo de aquel imperio, con su MAGA (Make America Great Again) mirando con altanería al mundo entero y gobernando desde ya, sin haber asumido el cargo oficialmente —lo que hará mañana lunes 20 de enero—, pero dándole a Joseph Biden, de manera injuriosa, la categoría de ser caduco e inservible, al mismo tiempo que provoca ansiedad en no pocos sectores de esa nación y en diferentes regiones del mundo.

Asalta entonces la pregunta de si no ha empeorado su condición mental, cuando ya en 2017, un estudio de sus comportamientos identificó rasgos clínicos de trastorno narcisista, sentimientos de grandeza y prepotencia, necesidad de admiración y falta de empatía. No lo creo, solo se siente más poderoso…

Por eso se muestra implacable para su segunda temporada, con los anuncios expansionistas de recobrar el Canal Panamá, anexarse a Canadá como 51 estado de la Unión, comprar Groenlandia y renombrar Golfo de América al Golfo de México, por citar apenas cuatro frentes abiertos en este hemisferio, junto a la intención de realizar deportaciones masivas de inmigrantes.

A ello suma las amenazas de elevar las tarifas comerciales a China, a la que ya su séquito calificó de «la mayor amenaza para EE. UU.», y a unos cuantos más, y está exigiéndole a sus aliados europeos que deben utilizar el cinco por ciento de su PIB (Producto Interno Bruto) para los gastos de su piedra angular de la defensa, la OTAN, cuando ni siquiera la mayoría llega al dos por ciento como mínimo, que los 32 países miembros se fijaron en 2023 para sus gastos de defensa, y esta exigencia cuando no andan bien las economías del Viejo Continente, bajas colaterales del conflicto en Ucrania, aupado fundamentalmente por la administración estadounidense de Biden, y al que Trump ha prometido poner fin, aunque no ha dicho cómo.

A grandes rasgos, llega al segundo mandato que inicia en este 2025 listo para «pelear, pelear y pelear».

Para ello cuenta con su equipo de Gobierno, que en esta semana ha estado volcado al Capitolio de Washington, donde apresuradas audiencias en diversos Comités del Senado los evalúan para darles confirmación o no, aunque en algunos casos no se conozcan a ciencia cierta sus perfiles en las indagaciones «obligatorias» de los antecedentes que debe hacer el FBI.

Pero como hay mayoría republicana en el poder legislativo, parece que —preguntas más o menos sobre hechos comprometedores para algunos— hasta los de mayor controversia, saldrán airosos. La intención de Trump, o al menos su mayor deseo, era tenerlos casi listos para el lunes de la inauguración, cuando ha prometido unas cuantas órdenes y decretos bien polémicos.

Según el senador por Wyoming, John Barrasso —uno de los interesados en imprimir velocidad al predio republicano en que se ha convertido Estados Unidos por el control mayoritario de los poderes del Estado—, el Senado empezará a votar las confirmaciones ese martes de la investidura presidencial, y supongo que las ve que marchan sobre ruedas.

A la toma de posesión va la extrema derecha

Por cierto, en la lista de invitados de Trump —algo no habitual en los protocolos de EE. UU. y que alguien llamó un movimiento «poco ortodoxo» de acuerdo con la tradición—, hay algunos especímenes que se las traen. Por ejemplo, William Pope, un acusado de un delito grave en el caso relacionado con el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021, al que un juez ya le concedió permiso para ir a Washington, del 19 al 21, a pesar de que tenía esa restricción de viaje; pero se sabe que Trump decretará la libertad para buena parte de los procesados por aquel acontecimiento que estremeció a la llamada democracia estadounidense.

Para allá también irán algunos de sus mayores fans: Javier Milei, el presidente argentino de la motosierra; Edmundo González, que dice ser «presidente» de Venezuela; el expresidente brasileño y acusado de intento de golpe de estado, Jair Bolsonaro. En una breve lista que hizo France 24, también están otros que ese medio califica de «afines a la ideología derechista de Trump» o invitados «convenientes», como el húngaro Viktor Orbán, el ecuatoriano Daniel Noboa, el salvadoreño Nayib Bukele y la primera ministra italiana Giorgia Meloni; también el político francés de extrema derecha Éric Zemmour, entre quienes «recibieron sus invitaciones y algunos ya confirmaron su asistencia».

Pero no figuran los presidentes Claudia Sheinbaum (México), Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil) ni el colombiano Gustavo Petro, quien comentó: «A la posesión de Trump va solo la extrema derecha».

Entre los personajes con pase VIP, por supuesto los que aportaron el millón de dólares para el fondo de la celebración, o más (dicen que puede llegar a más de 200 millones de dólares), estarán: Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Sam Altman, y otros influyentes de la inteligencia artificial y la criptomoneda, donde se incluyen Shou Chew, director ejecutivo de TikTok, a pesar de la prohibición que pende por decisión de la administración saliente, y el multimillonario Brian Armstrong, de Coinbase; el director ejecutivo de Google, Sundar Pichai; y el multimillonario mexicano Carlos Slim.

Guerras comerciales a la vista

Aunque este aparte protocolar también tiene su mensaje y lectura, la nueva presidencia dará de qué hablar a diario. De seguro, las relaciones comerciales estarán en los titulares, si tomamos en cuenta que en estos días previos Trump ha hecho declaraciones como las relativas al déficit comercial de Estados Unidos con Canadá, «ellos fabrican el 20 por ciento de nuestros autos. No necesitamos eso. Prefiero fabricarlos en Detroit» … «No necesitamos nada de lo que ellos tienen». Esto es una referencia clara a las exportaciones canadienses de madera, productos lácteos, petróleo y gas.

En cuanto a sus socios de la Unión Europea tampoco ha sido parco sobre las relaciones comerciales: «Tenemos un déficit comercial de 350 000 millones de dólares. No se llevan nuestros autos, no se llevan nuestros productos agrícolas, no se llevan nada. Así que tampoco vamos a tenerlo con ellos».

En verdad, Donald Trump 2.0 —como le llaman a veces—, va a dar mucha noticia y mucho trabajo. Ojalá que no sea en escenarios de guerra, aunque sí son evidentes los conflictos insuperables, tanto en un Estados Unidos bien polarizado, como con el resto del mundo que parece dispuesto a poner bajo su mando absoluto, y para esto último, pudiéramos emplear el dicho popular cubano: «Una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero».

DEJA UN COMENTARIO (si eres fascista, oportunista, revisionista, liberal, maleducado, trol o extraterrestre, no pierdas tiempo; tu mensaje no se publicará)

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Últimas noticias

ALEMANIA. El movimiento anti-fascista hace frente en las calles a los nazis en el comienzo de la campaña electoral

Ocurrió en Aachen pero hay convocatorias en decenas de ciudades para los próximos días. La policía protegiendo a los nazis. Nada nuevo.

Le puede interesar: