El presidente del gobierno español se erige como el gran defensor de la democracia, pero defiende a los fascistas en el mundo y tolera (incluso protege) a los del Estado español. Los ejemplos abundan por doquier. Al neonazi ucraniano (Zelenski) le apoya desde el principio, y las expresiones fascistas o franquistas (tanto monta, monta tanto) han contado en muchas ocasiones con la protección de las fuerzas de seguridad del Estado.
Pedro Sánchez también se ha mostrado subordinado al presidente imperialista Joe Biden; igual actitud mostró para con Donald Trump dura el primer mandato de este. Incluso, cuando se supo la victoria de Trump en las elecciones que hoy le llevan otra vez a la Casa Blanca, Sánchez publicó este mensaje en su cuenta X: “Felicitaciones Donald Trump por su victoria y su elección como 47º presidente de los Estados Unidos. Trabajaremos en nuestras relaciones bilaterales estratégicas y en una asociación transatlántica sólida”.
Pues bien, ahora, como si la Unión Europea fuera tan democrática, Pedro Sánchez ha hecho un llamado a rebelarse contra una “tecnocasta” de Silicon Valley que apoya a Trump y que, en su opinión, puede suponer una amenaza para los principios y valores de la democracia en Europa.
Sánchez ha expresado: “La tecnocasta, según esa expresión de Silicon Valley, está tratando de usar su poder omnímodo sobre las redes sociales para controlar el debate público y, por tanto, la acción gubernamental nada más y nada menos que de todo Occidente”.
La cosa está clara, las redes sociales están en manos del capital y, por ende, siempre estarán al servicio de este, nunca de los pueblos. Eso ha sido así siempre, no solo ahora. Esta “preocupación” del presidente español resulta un tanto oportunista, que no es lo mismo que oportuna. También los gobiernos capitalistas, incluido el español del PSOE-Sumar, están al servicio del capital, ¿o es que acaso no son agentes bien remunerados de este?
La defensa de la democracia por parte de Sánchez suena tan falsa como que la llegada de Trump es una amenaza para los principios y valores de la democracia en Europa. Lo que en verdad amenaza la llegada de Trump no es la democracia, que es prácticamente nula en Europa, sino las ingentes e insultantes ganancia de los grandes capitalistas de este continente, que son quienes en verdad gobiernan en Europa… y también en buena parte del mundo. No es una batalla por la democracia. A lo que asistimos es a una guerra económica (y bélica) entre capitalistas, en la que siempre saldrá perdiendo la clase obrera.
