Raúl Antonio Capote (Granma).— La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), organización fundada por John F. Kennedy en 1961, enfrenta una grave crisis.
El presidente Donald Trump ordenó congelar la asistencia exterior que gestiona la agencia, con el fin de evaluar si se alinea con su agenda presidencial.
Según el mandatario, la Usaid ha sido «dirigida por un puñado de lunáticos radicales». Esta afirmación podría tener cierta veracidad, si se definiera la raíz de sus contratistas y patrocinadores, representantes de la derecha más recalcitrante de Estados Unidos.
En ese orden de cosas, el millonario Elon Musk, asesor de Trump, expresó en la red social x que la agencia ha sido «vinculada repetidamente a actividades de inteligencia (…) a golpes de Estado en Haití, Ucrania, Egipto y otros países», y la calificó de «organización criminal», coligada incluso a la producción de armas biológicas.
¿La Usaid vinculada a la cia? ¿Acaso no eran esas patrañas del «régimen cubano»?
Recordemos que América Latina fue el escenario del primer programa de la Usaid en el continente en 1961: la Alianza para el Progreso, una suerte de Plan Marshall. Sin embargo, sus fondos no se destinaron al desarrollo económico-social, sino que en los años 70 financiaron la tortura y el crimen.
La Usaid colaboró con la cia en el adiestramiento de fuerzas policiales en regímenes golpistas de Chile, Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina. Documentos desclasificados demuestran la participación de la organización en el Plan Cóndor en Latinoamérica y su responsabilidad en la desaparición de miles de personas.
Su huella subversiva se extiende a África, Asia, Europa, Medio Oriente, a todo el mundo. Está vinculada a «golpes blandos» y a «revoluciones de colores», al financiamiento del caos y la ingobernabilidad.
Largo y tortuoso ha sido el camino de la Usaid al servicio de los intereses estadounidenses. Contra Cuba, Venezuela y Nicaragua ha servido, junto con la ned, de fachada para las acciones de la cia, y de canal para los fondos que financian a la contrarrevolución.
Si algo es cierto, de lo señalado por Trump, es que esta institución es un intrincado sistema de corrupción que desvía millones de dólares a través de las mal llamadas «ayudas humanitarias».
Cabe mencionar que, durante el anterior mandato del actual Presidente, la «marxista» Usaid invirtió más de 100 000 000 de dólares para «cambiar el sistema político» en Cuba.
En conclusión, el problema de la «vieja dama» no es político ni económico, mucho menos ideológico; esta organización, pilar de la doctrina Monroe, debe «morir» y renacer lista para brillar en los nuevos escenarios, necesita ser purgada y sometida al proyecto imperialista de Donald Trump.