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Raúl Antonio Capote (Granma).— Siguiendo la política de romper con cuanta institución nacional o internacional sea considerada como no conveniente a los intereses hegemónicos de EE. UU., la actual administración en Washington ha dado otro alarmante paso hacia el aislamiento y el unilateralismo.
El presidente Donald Trump firmó el martes una orden ejecutiva para poner fin a la participación de Estados Unidos en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, y continuar con la suspensión de fondos a la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (Unrwa).
«Siempre he sentido que la ONU tiene un enorme potencial, pero no está cumpliendo con él en este momento. Durante mucho tiempo ha sido ineficaz. Hay grandes esperanzas en ella, pero, para ser honesto, no está bien gestionada», declaró Trump en la Casa Blanca.
Will Scharf, asesor del mandatario, al presentar el documento para su firma, aseveró que la decisión se tomó «en vista de las numerosas medidas adoptadas por varios organismos de Naciones Unidas que demuestran un profundo sesgo antiestadounidense».
Estas acciones acentúan el retroceso en el compromiso de la Casa Blanca con la ONU, no solo aislando al país del concierto de naciones, sino socavando, además, la labor vital de estas organizaciones en la protección de los más vulnerables.
La falaz acusación de que el Consejo de Derechos Humanos «permite» a países como Irán, China y Cuba «protegerse» de las críticas, ignora los esfuerzos de los Estados miembros, incluidos los mencionados, por abordar violaciones de derechos humanos en el mundo.
Donald Trump intenta justificar tal accionar con críticas a la ineficacia de la ONU, a la que acusa de ser «antisraelí». Esta postura, que no es nueva, refuerza el enfoque estadounidense de defensa a priori del sionismo y su complicidad con los crímenes contra el pueblo palestino.
En ese sentido, la suspensión de fondos a la Unrwa, agencia vital para los refugiados palestinos, agrava la ya precaria crisis humanitaria en la región.
Cabe aclarar que el decreto de Trump va más allá de la salida del Consejo de Derechos Humanos, también pretende revisar la participación de Washington en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
¿Qué más esperar de quien pretende eliminar el Departamento de Educación en su propio país?
Estas medidas, sumadas a la retirada de EE. UU. de la Organización Mundial de la Salud y del Acuerdo de París sobre el clima, evidencian una clara tendencia a ignorar compromisos internacionales y desmantelar el sistema multilateral construido tras la Segunda Guerra Mundial.