El viejo mundo está muriendo y el nuevo aún está por nacer: ha llegado la hora de los monstruos.
—Antonio Gramsci.
Eduardo Uvedoble (Unidad y Lucha).— Trump, Meloni, Orban, Bukele, Milei, Netanyahu, Herbert Klickl, los que están calentando para salir a jugar, Le Pen, Alice Weidel, Abascal, Ayuso….y además de estos, los que todavía nos quedará ver próximamente en el concierto internacional. Y es que, como es ya notable, una ola reaccionaria recorre el mundo, y no es el amanecer de un nueva era sino el ocaso de esta, que al hundirse, adquiere los rasgos más violentos y grotescos. En el s. XX, el fascismo fue la respuesta del capitalismo en crisis, el recurso de la oligarquía a la que el parlamentarismo clásico se le quedaba inútil y requería de una movilización de masas a gran escala. Actualmente, el nivel de crisis del capitalismo es tal, no sólo en términos globales, sino también de época histórica, que el recurso a un régimen capaz de movilizar a las masas y justificar formas de violencia, guerra y explotación más intensas es proporcional.
Es por eso que toda esta pléyade de fascistas del siglo XXI crece como la espuma, disponen del tradicional blanqueamiento de los medios de comunicación, sin los cuales esta gentuza no llegaría ni a una cuarta parte de los apoyos que logran. Sin ir más lejos, en estas semanas los medios se han encargado de dejar rotundamente claro que Nicolás Maduro es el mayor tirano de la tierra, sin embargo, sobre la magnífica realización orwelliana que representa que el dueño X vaya a formar parte del gobierno de Trump, un gobierno que dispone de un control político y judicial casi sin precedentes, y que sin ningún rubor anuncia una nueva era dorada a base de deportaciones masivas, amenazas financieras , y expansionismo. Esto otro, nos lo cuentan sin llegar a denunciarlo, los tertulianos y demás portavoces de la ideología dominante, hablan sin llegar a afirmaciones tajantes, entre rodeos y titubeos dicen cosas como “habrá que ver qué ocurre”, “será necesario ver cómo mantener los lazos y la cooperación”, “se abren escenarios nuevos”, es decir, hablan sin llegar a decir nada, y así, poco a poco , todo va adquiriendo normalidad.
Sin embargo, qué podemos hacer, eso es lo realmente importante. Este mundo capitalista morirá matando, alcanzando cotas de crueldad nunca vistas, y su nivel de decrepitud puede prolongarse, como un zombi, durante mucho tiempo, y si no hay antes un colapso medioambiental, la más inhumana de las miserias será la norma. Por tanto, el problema no es Trump, el problema somos nosotros, el problema es tu amigo del barrio, ese que en su casa alguno de sus padres está en paro, ese que vive en precario con un contrato a tiempo parcial y que la sola idea de vivir con cierta soltura le resulta una quimera, el problema es cuando ese te dice “bro por fin se va a acabar la dictadura woke y las feminazis y los rojos que prohíben hablar de cualquier cosa se van a enterar”, este es el verdadero problema. Porque fascistas, a su manera, siempre los hubo, con retórica obrerista o con discurso liberal, que se proclaman nazis o que se proclaman demócratas mientras llaman nazis a las feministas, o que dicen que Franco o Hitler eran de izquierdas y cosas así, con camisa azul, negra o parda, o con traje y corbata, con polo Ralph Lauren o con piercing y tatuajes. Así, lo problemático no son los fascistas, sino su capacidad de arrastrar masas, de seducir a la clase obrera y a los sectores populares, lo problemático es el discurso bro que mediante los algoritmos recorre el mundo, a golpe de reels y stories, con miles de coaching de los negocios, de la seducción, de las criptomonedas, de la virilidad, y mucho más, con argumentos simplistas y demagógicos, que hacen que miles de jóvenes proletarios afirmen que los pobres lo son porque quieren, que un hombre de alto valor es el hombre proveedor, que los impuestos son un robo para pagar pisazos a los inmigrantes, etc. Este fascismo bro que abanderan nuestros amigos del barrio, nuestros compañeros de clase o del trabajo o del gym es lo que debemos aprender a neutralizar.